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Malik Delgaty, Johnny Donovan y Tony D’Angelo follan sin condones entre los glory y las paredes del baño para hombres | MEN

The Men’s Room: If These Stalls Could Talk

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Parecía una tontería pero era bien efectivo. Ni revistas porno ni el móvil para echarse una ojeada a algunas fotos calientes. No había nada más guarro que los dibujos de las pollas en los retretes. A Johnny Donovan le encantaba meterse en uno cuando más estresado estaba entre clase y clase y se pajeaba la polla dando vida a esas caricaturas.

Que si un chico con un buen culazo y la gorrita puesta a cuatro patas comiéndose un rabo, un pollón soltando lefa, las triples X, una mamadita, palabras como «préñame» o «me gustan las pollas» que hacían que se su rabo rezumara lechecita caliente, flechas apuntando a agujeros de glory que Johnny pensó que estaban de postín, pues no creía que nadie fuera capaz de hacer esas guarradas en los retretes.

Lo mejor fue darse cuenta de que no era el único chico al que le gustaban ese tipo de cosas. Ese día tuvo compañía. Pudo reconocer a Malik Delgaty cuando se acercó lo suficiente a su retrete y se puso a investigar quién había dentro. Era el puto máquina del instituto, el follarín, el que más grande la tenía de todos. Johnny se moría por verle la minga y ese momento de intimidad entre chicos le iba a dar esa oportunidad.

Johnny había elegido bien el retrete en el que se había metido, justo en el de en medio, el que más pintadas y agujeros tenía. Se agachó para mirar por debajo de la puerta. Era una sobre chinesca pero le servía, la sombra del gigantesco pollón de Malik proyectada contra la pared. Se quedó embelesado admirando esa larga figa masturbada. Entonces Malik se puso de rodillas y se la coló por debajo. Johnny pudo llevársela a la boca y disfrutarla de verdad como se merecía.

La llegada de Tony D’Angelo les interrumpió. El tio se alegró de que hubiera companía en los baños, sobre todo de que algún mamón estuviera en el sitio de enmedio. Johnny echó una ojeada por el agujero. Vio que Tony iba empalmadísimo con una buena tienda de campaña en las bermudas que empezó a amasarse con la mano antes de sacársela y conducirla hacia el agujero. Al ver ese pollón largo y descapullado todo para él, a Johnny se le abrió el apetito y se llevó una segunda tranca a la boca.

Al otro lado de la pared gemidos de gusto, Tonny aferrándose fuerte a la parte de arriba del retrete mientras Johnny le hacía la comida de su vida, tragando bien y apretando la polla con los labios sacándole todo el jugo. A pesar de que el agujero era grande y le iba como anillo al dedo, Tony la tenía tan gorda que temió que le creciera tanto que después no pudiera sacarla. Era algo a lo que tenía que arriesgarse.

Al otro lado, Malik no dejaba de mirar la mamada por el agujero, mordiéndose el labio cada vez que ese mamón relamía la polla que tenía en la boca, deseando que retomara la suya en cualquier momento. Johnny empezó a hacer cosas que le volvieron loquito. Se metió el rabo hasta el gaznate, pudo escuchar sus sonidos guturales y dejó el pollón dentro sacando la lengua, lamiendo la base del pene y las pelotas de Tony. Malik se pajeó duro mirando y escuchando ese soniquete que era música para sus oídos.

Johnny pensó en hacer que esos dos pasaran las pollas por los agujeros, mamarles pajearles y hacer que se corrieran encima de su cara, pero luego pensó en lo difícil que había sido que tres tios coincidieran en el baño con ganas de tema que te quemas, que todavía quedaba más de media hora hasta la siguiente clase, así que se agachó en cuclillas, pasó el culete por debajo de la puerta que daba hacia el retrete donde estaba Tony y le dejó que hiciera lo que tuviera que hacer.

Desde arriba le llovió un escupitajo que le cayó en la raja, Tony se agachó, le plantó las dos manos en las nalgas e, intentando amoldarse al poco espacio que tenía y a la situación, se la metió por el culo sin condón y empezó a follárselo. Johnny estaba feliz de placer, sonriendo, con las palmas de las manos en el suelo frío, bombeado por un tiarrón musculoso. Miró por el agujero de enfrente. Le gustó ver que Malik no le quitaba ojo. Se agachó y entonces Malik y Tony cruzaron por primera vez sus miradas. Malik le hizo un gesto a Tony para que cambiara su puesto en el retrete de enmedio con el de Johnny. Tony agarró a Johnny y le pasó por debajo de la puerta, puso su ojete justo en el agujero para que Johnny se divirtiera con algo nuevo y Malik pasó la polla por el otro hueco para que Tony se la chupara.

Mientras Johnny saboreaba culito y madera pensando en la cantidad de rabos que habrían pasado por ese agujero, Tony se estaba llevando un buen pollón a la boca, uno que apenas le cabía de lo grande que era. Se dio media vuelta, dejó el agujero de su culo en el otro hueco y Malik fue insertando su polla dentro de él centímetro a centímetro, apretadísima.

Por el otro lado, Johnny le estaba dando de comer rabo y los dos estaban de pie, uno dádnole por culo y el otro amamantándole, los dos mirándose por encima de las puertas que no eran demasiado altas, disfrutando de él. Johnny se pasó al retrete de Tony y le ofreció su culo para que se lo follara. Malik se dedicó a mirarles desde arriba no sin pillarse un buen cabreo al ver que esos dos se olvidaban de él.

Con la rabia que decían que le caracterizaba, sobre todo cuando estaba en el campo de juego, de dos puñetazos mandó la pared del baño abajo. A tomar por culo los agujeros y las tonterías. Él también quería formar parte de eso. Se subió al retrete mirando de espaldas contra la pared, mostrando su blanquito, redondo y exquisito culazo de futbolista, con las pelotas y la minga colgando entre medias. Tony le plantó las manos encima, se lo abrió y le comió el agujerito.

Johnny aprovechó para follarse el culazo de macho de Tony antes de sentarse en el retrete y hacer que esos dos acabaran la jugada encima de él. Los dos se pajearon dando caña a sus rabos. Tony le dejó una buen lefazo encima de la frente seguido de unos buenos pollazos con la minga corrida. Malik puso una cara de gusto para comérselo a besos antes de que empezara a soltar la descarga y dejara la carita de Johnny llena con su leche encima.

Cuando Johnny se fue a correr, el guardia de seguridad apareció por la puerta, la abrió y se llevó lo suyo. Pudo haberles llevado al despacho del director, pero prefirió dejarlo en una simple advertencia, porque esos tres estaban muy buenos, la leche de Johnny muy rica y porque nunca podía saber qué podría necesitar en un futuro y más con el poder de llevar la porra encima. En cuanto otros estudiantes entraran en los baños se preguntarían que habría pasado allí. Si las paredes hablaran…

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