Tyler Berg mete un folladón nórdico a pelo al guaperas de Craig Marks y se corre e su cara | MEN

Norse Fuckers Part 1

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Por los dioses de Asgard! Tyler Berg y Craig Marks levantaron sus cuernos y le echaron un trago a esa exquisita cerveza en la cantina. La bebida se estaba acabando y necesitaban más para ponerse a tono, para celebrar esa nueva victoria. Llamaron a la camarera pechugona y a Craig se le fueron los ojos tras ella, posados en su inmenso trasero y en sus pechugas delanteras. Siempre pensaba que no había otro hombre en territorio nórdico al que le gustaran más las tetas que a él.

Iba tan puesto que tropezó siguiendo los pasos de la chica y acabó de bruces en el suelo, con el culo abierto y las pelotas y el rabo colgando, ofreciendo unas vistas maravillosas a su compañero de fatigas, al que por suerte le molaban tanto las almejas como las butifarras. Ante ese culo tan bonito y lo que colgaba entre sus piernas, no se pudo resistir. Agarró el cuerno y le metió toda la punta por el ano, consiguiendo extraer de la boca de Craig un sonorto gemido que le supo a gloria.

El machote nórdico explorando territorio inexplorado. Tyler sabía muy bien lo que era que se la metieran por el culo y el placer que daba cuando le cogías el gustillo. Conseguir que su brother entrara al trapo de su juego no iba a ser fácil, pero la bebida le facilitaría las cosas en gran medida. Ambos se debatieron en una pequeña lucha en la cantina. Tyler queriendo follárselo, Craig resistiéndose a ello, pues nunca un hombre había querido beneficiarse su dote.

Vencido, Craig miró a su oponente encima de él, tan musculoso, con esa mirada penetrante, dominándole. Ser buen luchador también implicaba reconocer la derrota y ofrecer un premio al campeón. Se miraron fijamente. Sólo sexo, diversión, lujuria. Tyler se abalanzó encima de él y le metió un morreo de tres pares de narices, disfrutando de la lengua y los morritos de ese guaperas que estaba bien rico.

Apenas quedaba en la cantina un puto borracho ahí en la esquina, medio dormido, pegando cabezadas. Se lo iban a pasar bien. Cuando Tyler se levantó la alforja, tenía el pepino tan duro que rebotó como si le hubiera pegado un golpe a una estaca de acero metidas en el suelo. Craig alucinó con el tamaño y la potencia de su polla, quedándose con la boca abierta. Tyler aprovechó y la acercó a ella. Primeor sintió la lengua rozando la parte baja de su glande, luego esos dulces labios apresándole el rabo. Miró los ojazos y la carita guapa de su amigo y se relamió de gusto.

Para ser experto en sacar la langua y comer coños, lo de jalarse un rabo lo hacía de putísima madre. Por el empeño que le ponía dando cabezazos y tragando hasta atragantarse, parecía que lo hubiera estado deseando toda su puta vida. Le agarró el cuello con la mano, puso la cara entre sus muslos y se inclinó para penetrarle la boquita.

Después de un rato mamando, Tyler se fijó en que Craig estaba empalmadísimo. El rabo del chaval había levantado toda la parte delantera de sus calzones de cuero y ahora reposaba firmemente sobre su estómago. Tyler se puso a cuatro patas y se la chupó. Más que chupársela, se la amamantó como una buena loba, para demostrarle que la boca de un tio y sus manos hábiles podían ser mejores que dos tetas pechugonas de esas que a él le tiraban tanto.

Le dejó la polla durita, con el cipote enrojecito y hasta le comió los huevos. Le dio tanto placer que ambos se enzarzaron en una comida de pollas. Craig aprendía rápido, por eso era el mejor luchador, y aprendió a meterse la pirula de Tyler hasta el fondo de la garganta, aplastando su barbilla contra los huevazos, haciendo que Tyler gimiera de gusto.

Lo hizo varias veces, dejándole loco, con el rabo mojado y empoderado. Era la primera vez que Craig iba a ofrecerse a otro hombre. Le resultó extraño, pero tratándose de su colega de armas, viendo su erección, habiendo chupado su polla, impregnándose de su aroma, con los morritos calientes y oliendo a macho, todo fluyó como la seda.

Se puso a cuatro patas en el banco. Esperó a que Tyler se preparara. Se estaba levantando la parte delantera del traje para que no le estorbara. Craig pudo ver de reojo su polla firme y dura apuntando hacia él. Sintió el roce del glande contra la raja de su culo y luego que algo grande y duro le penetraba el agujero del culo. Le dolía un poquito, pero le daba más gusto, llevándolo a un mundo de nuevas sensaciones que jamás había experimentado antes.

Empezaron a follar. Craig se acostumbró tan rápido al tamaño d eese miembro que enseguida culeó hacia atrás pidiendo que le metiera más caña. El calor y la bebida estaban haciendo efecto. Necesitaban desprenderse de toda la ropa. Tyler fue el primero en desnudarse y Craig no permaneció ajeno al cuerpazo de ese hombre, cincelado por los dioses, tan musculoso.

Él también se desnudó de cintura para arriba. Tyler le agarró, lo subió encima de la mesa y le comió la verga y las pelotas una vez más antes de abrirle de piernas y metérsela a fondo sin condón. Ver a su amigo brindándose a él, desnudo, su cuerpazo marcando abdominales, se convirtió en un plus para follárselo sin rencor. Aprovecharon las ropas tiradas por el suelo, mulliditas, para tumbarse en ellas y hacer de ese lugar de la cantina un comfortable saloncito al calor de la chimenea.

Se cascaron unas pajas y se mamaron las pollas antes de continuar. Tyler se tumbó y dejó que Craig le cabalgara la montura, primero de espaldas y después afrontando el cara a cara, tan difícil, pues los dos eran demasiado guapos y estaban demasiado buenos como para retener el semen en las pelotas por mucho más tiempo. Tyler ya pensó que se le iba la vida por la polla cuando Craig cambió de postura para montarle de frente, cuando su polla se internó entre sus muslos y rozó con su pene los huevos y el culito caliente de su campeón.

Acabaron lo que empezaron en la mesita. Tyler se lo folló bocarriba, Craig se metió un pajeo de campeonato y no paró hasta que de su polla brotó un montón de leche blanca y espesa que se le quedó resbalando por el puño. Tyler se inclinó y se lo relamió todo, desde la raja del cipote que seguía lastrando lefa, hasta el dedo gordo bien nutrido de leche.

El vencedor elegía dónde correrse y Tyñer no tenía dudas. Quería hacerlo sobre la carita guapa de ese mamón. Ver cómo sus lefotes le impregnaban toda la barba mientras le miraba con esos ojazos desde abajo. Le dejó guapísimo y la sonrisa de Craig, con toda su leche encima, le hizo sentir orgulloso. Para cuando el borracho de la esquina despertó, vio a un hombretón desnudo llevándose a otro al catre a hombros. La fiesta de los folladores nórdicos apenas había hecho que empezar.

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