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Marcelo Caiazzo, Markin Wolf, Gael, Samuel Hodecker, Grande Simoes, Andy Rodrigues, Alex Rosso, Blessed Boy y Gabriel Coimbra cumplen la fantasía brasileña de Beau Butler metiéndole un gang bang sin condones con sus gigantescos rabos | Naked Sword

Blame It On Rio: Beau's First Gangbang

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Muchos deseaban vivir el sueño americano, pero para Beau Butler su fantasía era realizar el sueño brasileño, estar rodeado de montones de hombres cariocas, bien dotados, bajo el telón de fondo de la belleza de Rio de Janeiro. Y fue allí, en la piscina abierta de la azotea de un chalet con vistas al mar y sus bellas montañas, la ciudad a sus pies, donde comenzó su sueño y donde comprendió hasta qué punto podía llegar un hombre cuando se entregaba a otro sin miramientos.

Todo comenzó con Grande Simoes. El tiarrón negrazo era como un armario empotrado. Le sacaba una cabeza y estaba super cachas, marcando pecho y con unos brazacos con biceps tan grandes como los muslos de una pierna. Le dio la vuelta. Al otro lado estaba Gabriel Coimbra esperándole con sus besos. Grande se colocó detrás, pegadito a su cuerpo. Pudo sentir sus músculos calientes, su mano grande y fuerte apresándole por el cuello, lo bien que se lo estaba camelando comiéndole la oreja. Pudo sentir su erección rozando la parte baja de su espalda, sus nalgas, internándose entre sus muslos, follándoselo sin follar.

Qué buena forma de empezar, siendo el aperitivo entre medias de un sandwich formado por esos dos. Puso los ojos en blanco del placer que sentía y la respuesta de su cuerpo fue ceder a la tentación. Le flojeaban las piernas ante tanto amor, ante tanto deseo de esos dos por colmarle de placeres. Aquella piscina se había convertido ya en su mayor pecado y eso que la cosa apenas acababa de empezar.

Grande le sacó de su profundo estado de borrachera lujuriosa, le agarró de la mano y le condujo hacia el otro lado de la piscina, donde Samuel Hodecker y Andy Rodrigues estaban sentados en el bordillo, con las pijas tiesas, esperando una buena mamada. Beau se agarró a fuego a la de Andy primero, degustando cada centímetro de esa larga polla morenota y descapullada. La dejó caer a posta sólo para ver lo bien que le colgaba al colega. La de centímetros que tenía que haber ahí, que hasta un condón extra largo le quedaría pequeño.

Por suerte no lo iba a necesitar. Justo a la vez, por detrás Gabriel agarraba la cabeza de Grande y la empujaba con fuerza para que le comiera el culo a lengüetazos. Al lado, el jovencito guaperas Samuel se la pelaba esperando su turno que llegó pronto. En cuando vio a Beau venir, se soltó el rabo, puso las manos al lado de las piernas y miró con ojitos cómo esa boquita mamona le chupaba toda la verga con auténtica devoción.

Otros dos pibones aparecieron en escena, con las trancas bien preparadas. Dos generaciones. Otro chulazo guaperas y de cuerpo atlético, con la pija morenota, Gael, del que se fijó especialmente en su carita enamoradiza y en sus pezones tiesos en los pectorales, al lado de un veterano como Marcelo Caiazzo, un daddy joven que pintaba ya canas pero que estaba en lo mejor de la vida, luciendo un cuerpazo musculado que daba vértigo.

Al llevarse a la boca el pene de Gael, miró de soslayo hacia arriba comprobando que los dos se estaban comiendo la boca. De tan indecente que era, le estaba poniendo cachondísimo. Se estaba calzando la manguera del daddy por la boca cuando el jovenzuelo pretendió meterle las dos y lo consiguió, auqnue las tenían tan grandes y gruesas que apenas le cabían los dos cipotes.

Samuel y Andy se pusieron de pie al lado de los dos nuevos y los cuatro se empezaron a pajear delante de él, esperando que se pegara una comilona de rabos. Gael estaba on fire, agarrando la polla enorme de Andy, al que le había crecido el doble. Apenas le cabía en la mano la circunferencia del pollón y, cada vez que se la meneaba, le acompañaba el rebote de sus marcados huevazos. Era hipnotizante ver el pajeo y esas pelotas meneándose.

Se las fue comiendo una a una, dando placer a todos y usando bien las dos manitas libres para agarrarse a esas barras. Mientras tanto, Grande seguía dedicado a abrirle el ojete del culo con pasión. La visión de Beau era el puto paraíso. Cuatro tios dándole de comer rabo, con las lanzas bien largas y preparadas colgando y meneándose ante sus ojos. El paraíso de pollas brasileñas en el que quería sumergirse y perderse para siempre.

A medida que se las iba chupando y su boca se acostumbraba al tamaño de esas pijas de gran calibre, se las fue tragando más y más hasta el fondo. Su capacidad para hacer nuevos amigos rápidamente era sorprendente. Al llegar al pollón de Andy, la boca se le hizo agua. Menudo cabrón, vaya pija tenía. Miró a su espalda. Otros tres chulazos estaban intercambiando pajas sentados al otro lado del borde de la piscina. Blessed Boy, Markin Wolf y Alex Rosso.

Beau se levantó y condujo a los chicos hacia ellos, haciendo que todos se sentaran en fila frente a la piscina. Su cuerpo ardió en el infierno del más puro placer al ver a esos nueve hombres cariocas todos juntos, con las pollas en alto, deseando su boquita y su culazo. Una sonrisa de travesura realizadaque apenas había comenzado. Empezó por el que estaba a la izquierda, por Gabriel. Había probado sus labios dentro del agua, pero era la primera vez que probaba su pija. La tenía larga y su textura era delicada y suave.

De tan fácil que entraba por su boca, sin darse cuenta se la tragó entera. Gabriel rodeó su cabeza con las manos y le dejó un rato ahí, aguantando la respiración, gozando del apretón de su garganta profunda. Con la mano preparó la de Alex a pajotazos, otra polla preciosa, larga y dura para su boca. El chaval parecía el más timidito de todos, contenía sus gemidos, pero en cuanto Beau comenzó a meterse su polla a fondo por la boca, le apoyó las dos manos en el cogote impulsando la cabeza hacia su entrepierna, cerró los ojos y disfrutó de la mamada como un campeón.

Igual que había hecho con su rabo, pajeó el que tenía justo al lado, el de Markin. Igual de larga que los demás, era el que la tenía más fina pero el que mejores huevazos se gastaba. Le animó a ponerse de pie y follarle la boca hasta sacarle las lágrimas por los ojos. Fue al primero al que le comió las pelotas. Ya sólo le restaban dos pollas por probar de primeras.

La del chico bendecido, Blessed Boy, con esa cara guapa de cachondo mental, de sucio, de perro, de cabronazo, de pervertido, con ese cuerpazo peludo por todas partes. Santo varón. Le comió la polla hasta las trancas y otro que le metió una buena follada por la boca. Se marcó otra ronda de mamadas repitiendo con los rabos de Marcelo, Gael, Samuel y Andy, que se levantaron para dar su mejor versión de ellos mismos. La de Andy. generosamente larga, endiabladamente lujuriosa. Miró su gigantesca pollaza, la más larga que jamás había visto Beau en su vida, miró a su dueño a los ojos, escupió encima de esa verga alabando en alto frente a los demás lo grande que la tenía y se la gozó metiéndole un buen bocado, haciendo resbalar sus húmedos labios por encima de ese poderoso pollón.

Se la metió hasta donde pudo. Apenas consiguió tragarse la mitad y ya tenía la cara roja, la mirada perdida, aguantando de nuevo la respiración. Una arcada que se convirtió en tos y de vuelta a tragarse esa polla con un beso de tornillo. Ya sólo quedaba por chupar la de su macho, la de su tiarrón negrazo y potente que había conseguido desvirgarlo por completo en la piscina aun sin metérsela todavía.

Para él tenía algo especial. Puso la carita mirando hacia arriba y le comió los huevos antes de enchufarse su durísima polla dentro de la boca. Aunque tuvo miedo de la fuerza de los caderazos de ese cabrón, con su rabo dentro, le animó a follarle los labios. Se lo hizo con mucho cariño, pero venciendo la fuerza de su garganta, atravesada por una buena pirula.

No podía dejar de mirar ese cuerpazo deseable, puro músculo. No podía ser otro el que le cogiera en brazos en volandas y le llevara a la camita d ela habitación. Como si recién se hubieran dado el sí quiero, como si fuera su noche de bodas y ese fuera el momento de quitarle la virginidad. Beau quería perderla con él y con todos los demás.

Incapaces de esperar turno para que sus pollas fueran mamadas, sólo tres se quedaron junto a Beau en la camita, dos dándole rabo y Grande como siempre protegiendo el agujero de su culito como buen guardián. Los demás se abandonaban al placer justo al lado, intercambiando pajas y mamadas, llenándose por primera vez sus bocas de las enormes pijas que se gastaban, algunos como Blessed, perreando con ellas, cogiendo una buena figa y haciendo rozar el cipote por encima de su pezón durito.

La habitación enseguida se inundó del soniquete de las chupaditas, del ruido que hacían las bocas llenas al tragar rabo, de besos, de los gemidos de diez hombres que estaban dispuestos a hacer de esa tarde la más lujuriosa de sus vidas. La boca de Beau ya sabía a polla brasileña que daba gusto. Ya estaba por completo dentro de su preciado sueño.

Al ver llegar a Andy a la cama, deseando darle rabo, Beau se preparó para la ocasión tumbándose sobre la cama bocarriba, dejando colgar su cabeza por el borde, recibiendo un gag the fag del que la tenía más larga y grande de todos. Lo que gozó con esa polla penetrándole la boca, abriendo los ojos y viendo cómo sus pelotas se acercaban y se alejaban de su cara, la raja del culo de ese machote, fue demencial.

Volvió a decir delante de todos lo grande que la tenía. Le molaba, le chiflaba. El guapito de Samuel y Grande se estaban comiendo a pachas la suya. Cariocas curiosos al ver un pene de entre tres y cuatro veces más pequeño que los suyos. No estaban acostumbrados, pero una polla era una polla y le dieron cera entre los dos con sus hambrientas bocas.

Fue Andy el primero en tomar el agujero de su culo con su gigantesca polla al desnudo, abriendo así el camino a los demás en esa regla no escrita entre hombres que se follaban junto todos a una y en la que el que la tenía más grande se ganaba el privilegio de meterla primero. Beau se quedó boquiabierto al sentir ese rabo entrando por sus entrañas. Demasiado para su culo y eso que lo tenía bien grandote y abierto. Todavía se estaba acostumbrando a ese tamaño cuando Markin se sentó encima de su cara y le hizo comerle la raja del pandero.

Esos cabrones ya no eran hombres, eran animalillos buscando placer. Se acercaron Grande y Blessed a ayudarle a comer el rabo y el culo a Markin. Siempre con unos labios, un culo o un buen rabo en la boca, el siguiente en poseerle fue el daddy Marcelo. Ya tenía el ojete abierto gracias a Andy, así que, a pesar de lo dura y tiesa que la tenía, pudo calzársela sin problemas.

El guaperas de Gael le sucedió en el trono. El jovenzuelo quería ver esas bombonas en acción, así que le puso a cuatro patas y se folló a Beau dándole por culo. Llevaba en la mano lubricante para cuidar ese agujerito al máximo, dado que después de haberle metido varias pollas, debían mantenerlo suave y preparado. Su pollaza morenita penetrando ese pandero lujurioso, grande, redondo y blanco era puro deseo.

Hasta el momento, después del amor que le habían profesado los otros dos, este le sorprendió por la energía con la que se lo estaba follando. Menudo cabrón. Se subió a la cama con él, recogió entre sus muslos ese culazo y le metió una buena empotrada. Marcelo le besó calmando sus gemidos, le dio polla y Blessed se acercó para comérsela a pachas.

El jovencito Gael había hecho su mejor faena y cedió el testigo a Blessed, que ajeno al bote de lubricante que tenía cerca, prefirió relamerse los dedos, meterlos por la raja de ese culazo y luego hundir su rabo dentro. Gabriel apareció de frente. Joder, no recordaba que la tuviera tan larga cuando se la había chupado al borde de la piscina. Ahora la llevaba en la mano, kilométrica, curvadita hacia abajo. Gabriel le cogió la cabeza con una mano por arriba y otra por debajo de la mandíbula y se la folló, estampándole todos los huevos en la barbilla.

Él fue el siguiente en ganarse su culo. Beau miró al frente y alrededor. Ya no estaban cada uno por su lado, ahora algunos hacían fila de pie en la cama para darle de comer rabo y los demás se la estaban pelando a gusto mirando cómo los otros se lo follaban y le daban polla. Gabriel no era consciente de lo larga que la tenía y si lo era, era un cabronazo, porque sacaba y metía la lanza completa de principio a fin perforando el ano.

Qué torso más definido y bonito tenía Alex, mirar hacia atrás y ver su carita y ese cuerpazo, animaban el día a cualquiera. Beau se abrió bien para él y le dejó entrar a por todas. El timidito perdió la vergüenza y se convirtió en otro empotrador como Gael, se subió a la cama y le brindó una follada a toda hostia, impulsado por los gemidos y gritos que salían de la boca de Beau con cada uno de los pollazos que le metía.

Su negrazo Grande por fin le quitó la armadura. Para él tuvo la delicadeza de ponerse bocarriba y abrirse de piernas. Ver de cerca su cara de macho dándolo todo, su cuerpazo, sus brazos fuertes como robles, musculosos, fue una alegría para la vista. Cuanto más lo miraba, más adentro lo necesitaba y así se lo hizo saber. Aunque todavía quedaban chicos por explorar los límites de su culazo, tener a Grande dentro fue sublime.

Su cuerpo negro bañado en gotitas de sudor, ese culazo redondo, musculos y suave, arremetiendo una y otra vez por detrás, su tez masculina entregada al cachondeo más lividinoso, sacando la lengua y junto a Blessed cepillándose el pie de Beau a lametones. Le estaba dando tan bien que todos hicieron piña alrededor de Beau en la cama para presencial el espectáculo.

Que los demás chicos tuvieran su portunidad. El siguiente fue el chulazo Samuel. Ese pelito, esas cejas, esa barbita, para volverse loco de lo guapo que era. Tenerle dentro, mirar hacia arriba y ver esa carita, le desarmó de placer. La cara de Beau, sonriendo, gimiendo, sin poder evadir la mirada de ese varón, lo decía todo. Al tio se le daba de puta madre follar, duro y bien. De cuántos se había enamorado ya Beau, había perdido la cuenta.

Estaba dentro de su sueño, cumpliéndolo y lo mejor es que estaba siendo consciente de ello. Le dio pena que Samuel tuviera que salir de su interior tan pronto, pero es que los chicos tenían un regalo para él, ya no sólo para que saliera de esa habitación con su fantasía cumplida, sino que le iban a llevar a conocer otros mundos que ni habría imaginado en sueños.

Le cubrieron el culo de lubricante. Beau no entendía por qué tanto, pero no tardaría en caer en la cuenta. Gael se tumbó en la cama, Beau se sentó sobre sus piernas y se hincó su polla dentro del culo. Gabriel llegó por detrás, le empujó la espalda haciendo que se inclinara hacia abajo y dejó resbalar su rabo por encima del de Gael. Le estaban mertiendo doble polla a pelo. Gabriel metió una mano por la entrepierna de Gael y lo impulsó hacia arriba para que las dos le entraran bien. Juntos se lo follaron, una polla sobre otra, bien lubricadas, los cojones de Gabriel rozando el rabo de Gael y otorgándole una suave pajilla cada vez que la metía.

Gael se quedó a solas con Beau sobre la cama, follándoselo, bombeando desde abajo ese culazo redondo, grande y blanco. A su alrededor todos miraban y se masturbaban, Blessed se acercó para verlo bien de cerca, su cara de vicio, escupió en la polla y el agujero del culo para dar más lubricante y luego acercó su cara a la de Beau para ver a través de sus ojos lo bien que se lo estaba pasando.

El primero en entregar su leche fue Marcelo. El daddy había estado intentando contener la leche en los huevos hacía tiempo, pero no pudo más. Beau acercó la boca a la punta de su polla, sacó la lengua y recibió a cambio unos grumos jugosos y blancos que relamió y saboreó de lo lindo. Se metió el cipote en la boca, bien grande y más gordo que nunca y le relamió las sobras.

Era cuestión de segundos que uno a uno fueran cayendo y Beau ya se relamía por probar el semen de cada uno de esos chulazo tan bien dotados. La culminación del sueño que siempre había imaginado. Se puso bocarriba para que Gael se lo siguiera follando y lo que pudo ver fue una puta fantasía, mejor incluso de lo que podía haber imaginado en sus sueños. Todos alrededor de él, pelándose las pollas, preparados para descargar.

Cuerpazos, hombres fornidos, caras guapas, pollas enormes. El cielo brasileño a su alcance. Le encantaba ver a tantos chicos masturbándose por él y para él, cómo se atrevían con sus largas pijas en la mano. Entonces, Andy desplazó a Gael metiéndole su grandioso rabo. Los chicos se iban a marcar otra rondita, excepto aquellos que decidieran acabar antes.

Como Alex, que le marcó un fichaje desde la banda izquierda, estilizando su larga polla hacia adelante y lanzándole un trallazo. Marcelo, que hacía nada se había corrido en su boca, volvía a estar preparado, con el pollón igual de duro y tieso. Se la metió dentro del culo y volvió a follárselo. Andy aguantó los machos como pudo. Fue con su larga polla con la enorme raja del cipote supurando lefa, hasta que llegó a la carita de Beau y terminó de descargar.

Gabriel se animó y le metió toda la lechecita encima de la boca, sin dejarse nada fuera. Beau la cerró y saboreó su semen con una sonrisa de gratitud. Como no podía ser de otra forma, Blessed acudió para saborear la leche de sus morros. Tras el gang bang, todos se salieron a la terraza, desnudos, felices dentro de la piscina, sus cuerpazos brasileños dibujados con la noche de fondo en la ciudad de Rio de Janeiro. Beau se metió con ellos rodeándole, goxando de la satisfacción de haber cumplido con creces su deseado sueño de hacérselo con una buena banda de cariocas bien dotados. Empezaron a besarse. Beau pudo sentir en sus muslos las nuevas erecciones. Otras de algunos que todavía las llevaba encima y que todavía no se habían corrido. Puede que lo mejor de cumplir un sueño, fuera la posibilidad de poder repetirlo. La noche era larga, tan larga como la que esos cabrones llevaban colgando entre las piernas.

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