Después de desvirgar el culo de Finn Harding y desparecer misteriosamente por la puerta del armario, Malik Delgaty se lo pensó mejor y volvió a salir de él. A pesar de tener novia, sabía reconocer cuándo un tio estaba bueno y le hacía tilín y ese en concreto todavía le tenía cachondo, con el rabo bien duro. Justo cuando se acercó a su cara, miró sus ojos con deseo y rozaron sus labios, Malik frenó cualquier atisbo de amor que pudiera existir entre ellos dos para seguir convirtiéndolo en cosas de chicos.
Se lanzó de espaldas sobre la cama, elevó las piernas, abrió el culo y dio permiso a Finn para que se lo follara. No era la primera vez que un tio le rozaba el esfínter con la yema de los dedos, ni la primera que le acicalaban el ojete con la lengua, ni siquiera la primera vez que intentaban desvirgarle con la polla, pero nadie hasta ahora había probado el interior de su ano y ese chico era tan especial que estaba dispueto a llegar hasta el final con él.
Era guapo. Con esa carita le dejaba bien abierto y encima tenía don de lenguas y con el flequillo del pelo le estaba brindando unas buenas caricias en los cojones. Malik le cogió la cabeza con las dos manos y le obligó a meter la lengua a fondo dentro del agujero. Le quería ya dentro. Aunque Finn se moría por metérsela, echó el freno y se aseguró de que cuando se la metiera a ese chulazo machote, estuviera completamente preparado para recibir todo su amor por el culo.
Pero después de darle lengua y meterle el dedo pulgar por el ojete, Malik se revolvió en la cama, se le puso a cuatro patas y Finn no pudo resistirse al ver ese tiarrón musculado y potente entregándose a él, con ese culazo de futbolista redondo, blanco y perfecto a su disposición. Se le puso algo más que dura, super tiesa. Acercó su pene a la raja y se a acarició de arriba a abajo con el glande encapuchado.
Empujó con las caderas y le metió el cipote sin condón. Qué apretón. Centímetro a centímetro fue dosificándole el interior con la polla hasta tenerla toda entera dentro. Acababa de desvirgarle y ahora sólo quedaba disfrutar de la follada. Ahora por fin Malik podía sentir lo que tantos hombres habían sentido cuando él se la metía. Un gustazo tremendo, una buena polla introduciéndose por su ano, dándole cariño.
Toda esa fusta larga metiéndose por su agujero y él todavía con la polla bien dura y los huevos colgando entre sus piernas. Las vistas que tenía Finn desde arriba eran las de la perfección del hombre visto de espaldas. No se podía estar más bueno y eso hacía que su rabo cada vez penetrara con más alegría. Ahora que ya había experimentado esa fantasía, Malik se sintió libre para explorar otras posturas.
Quería a Finn tumbado en la cama, enfilando su verga para que él se sentara encima. Malik se clavó en su figa dándole la espalda, pasando una mano entre sus piernas para cogerle el rabo y metérselo dentro poco a poco. Todavía le dolía un poco. Tomó el control y empezó a masturbarle el rabo con el culo. Lo disfrutó como un perraco, ni punto de comparación a cuando su novia usaba con él un dildo.
Mientras tanto Finn se sentía casi utilizado por ese chulo. Si bien casi se dieron un morreo antes de empezar, ahora no era más que un simple rabo para él, una forma de lanzarse a otras formas de experimentar el sexo. Aun así le gustaba demasiado y lo respetaba, encantado con ver cada uno de sus músculos en tensión, esa espalda grande de nadador, sus brazos fuertes a cada lado de su cuerpo, marcando triceps.
Casi repitieron punto por punto la follada anterior. Ahora fue Malik el que se puso de lado, levantó una pierna y alimentó a Finn para que le hiciera la cucharita por detrás. Finn se la introdujo a pelo y empezó a machacarle el culo a base de bien, encamándole con gusto. Tener que follarse ese culo grande y admirable le hizo desplegar toda su artillería.
Sin llegar a mirarse fijamente a los ojos, sí se echaron algunas miraditas de soslayo. Finn buscó algo más. Se puso de rodillas y siguió penetrándole. Casi no podía creer que él fuera el primero en desvirgar a esa fantasía de tio, cachas, atractivo, guaperas, con esos musculazos. Se fijó en lo dura que tenía la polla todo el tiempo, en sus grandes cojones. Viéndole así de frente, tirado sobre la cama, gozando de su rabo, bamboleándose entre las sábanas con el cuerpo meciéndose siguiendo el ritmo que él imponía, le estaba llevando la polla a un punto de no retorno.
Le elevó el culazo y se lo taladró desde arriba. Malik aprovechó para calzarse un pajote. Iba a ser la primera vez que se corría con una polla penetrándole el pandero. La sintió tan diferente, algo nuevo. Estaba en un estado tan borracho de cerdeo puro y duro que cuando empezó a soltar leche por la minga, le encantó sentirla en su cuello y encima de su propia cara y sacó la lengua para probarla. No solo acababa de experimentar el desvirgamiento, sino qué era lo que veían el resto de chicos cuando se corría encima de sus caras.
Ahora entendió todo mucho mejor y por qué les apasionaba sentir esos chorrazos encima. Con la cara llena de semen y la alegría de la corrida, sintió como si esa parte que le faltaba del puzle de sí mismo, se hubiera completado. Finn se la metió un ratito más. Durante la corrida se le había quedado el culito apretadísimo. Al sacarla, tenía los huevos tan cargados que pareció un aspersor corriéndose, lanzando tralla encima del culazo de Malik, de sus pelotas, de su cara.
Casi que tenían que darse las gracias por haberse desflorado el uno al otro y encima habiéndolo pasado tan bien. Les había gustado la experiencia, una que podría darse de nuevo pero que nunca jamás sería ya la primera como esa vez. Se quedaron jugando en la cama, como simples colegas, nada de besos, batallando con sus mingas, haciendo lucha de sables.