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Paddy O’Brian se pone firme follándose a pelo al buenorro de Lobo Carreira | MEN

Paddy & Lobo

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Barba con barba. Bigote con bigote. Besos con lengua. Paddy O’Brian y Lobo Carreira estaban sentados frente a frente, completamente desnudos, cruzando sus piernas fuertes, varoniles y peludas. Momentos antes de intercambiar saliva, el desencadenante había sido una mezcla entre la visión de sus caras guapas y atractivas y definitivamente el momento en el que se quitaron las camisetas y descubrieron que el poder de la belleza de un hombre residía en gran parte en su torso, en sus formas.

Beso a beso, sus pollas iban creciendo. Lobo ya la tenía morcillona cuando la de Paddy alcanzó su máximo apogeo. Fue entonces cuando se echó hacia atrás, se la enderezó hacia arriba y la impulsó en un leve cilimbreo con el pulgar, incitando a Lobo a comérsela. Lobo se llevó a la boca primero esos dos huevazos firmes y peludos, bien marcados, subió hacia arriba relamiendo el pito como un helado de cucucrucho y empezó a chuparle la minga.

Durísima, venosa y gorda, las miraditas de Lobo y su bellezo no hacían sino ponérsela más tiesa, a punto de caramelo. El tamaño del cipote del pollón de Paddy quizá sería demasiado grande para él, pero no por ello no intentó colársela por la garganta, con las consiguientes arcaditas y lágrimas en los ojos de Lobo, que si bien no consiguió tragársela a fondo, aguantó con nota la empollada que Paddy le metió culeando su boquita desde abajo.

Quien mucho da, a cambio mucho recibe. Fue Lobo el que se tumbó cayendo hacia atrás. Paddy recorrió ese cuerpazo con sus manos de arriba a abajo, desde los hombros hasta los muslos, gozando de tanta belleza, incapaz de comprender cómo algunos hombres, por muy heteros que se considereran, podían decir que no a un tiarrón así de potente y musculoso con el que entraban ganas de hacer de todo.

Coló la cabeza entre sus piernas y le succionó los huevetes. Relamió su polla rozando la punta del rabo con la nariz, lanzándole una miradita de vicio puro y duro y le devoró la polla comiéndosela bien comida. Puso a Lobo a cuatro patas. Su culazo era bien hermoso. Lo abrió a dos manos desplegando su raja, sucumbiendo a los encantos de su orificio.

Lo palpó, lo dedeó, le escupió encima para dejarlo suavecito, se lo trabajó a base de lengua, hizo a Lobo pegarle otra mamadita al rabo para que no hiciera falta protección, se puso de rodillas detrás de él, se la insertó por el culo desnuda y a pelo y le penetró con toda la barra, descubriendo lo maravillosamente apretadito y mullido que era ese ojete.

La enculada fue un descubrimiento total para los dos. Lobo estaba enamorado de ese rabo y de su dueño y Paddy no veía la forma de salir del interior de ese culazo, donde estaba tan cómodo que le sorprendía. Se lo folló de pie, metiendo y sacando rabo, juntando la mata de pelazos negros de su polla con los cachetes de ese tremendo pandero.

Le hizo darse la vuelta y follaron por primera vez frente a frente. Paddy pasó una pierna de Lobo por encima de su hombro y la mantuvo sobre él abriéndole de piernas y cultivando su ojete con una buena mansalva de pollazos. Paddy ya estaba sudando por el esfuerzo y cuanto más sudaba, más energía y empeño le ponía a la follada.

Tras un descanso breve de morreo y mamada para engrasar de nuevo la polla de Paddy, Lobo se sentó sobre sus piernas dispuesto a cabalgar de espaldas. Montó a caballo agarrando las riendas de su polla, que no paraba de pajear. Siguió montándole de frente, hasta que Paddy tomó el control agarrando ese culazo entre sus manos, dobando las rodillas, penetrándole lentamente.

En cuestión de un vaivén, Lobo quedó bocarriba y Paddy sobre él, dándole duro. Lobo no aguantó más las ganas. Estaba pajeándose, frenó en seco y de su polla salió disparado un lechazo directo al vientre. El movimiento de Paddy follándoselo, que no paraba, hizo que saliera más leche todavía, como un volcán, deslizándose por el pene, mojándole el puño.

Paddy se la sacó del culo y se la pejó mirando ese cuerpazo y esa cara que tenía enfrente. Poco tardó en correrse, lanzando una bocanada de lefa que decoraron la parte superior del pito de Lobo y toda su hueva. Lobo, enamorado de esa lechecita blanca y espesa, se llevó la mano al rabo y deslizó el esperma por encima. Se dio cuenta de que Paddy estaba temblando y a la vez sudando como un pollo, chorreando sudor por la frente. Tocó sus huevos descargados, su pene todavía firme y con un cipotón descomunal, grandísimo en el momento de la eyaculación. Joder, menudo hombre.

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