Mr Deep Voice se folla sin condón el culazo de su oficial Nico Zetta | Men At Play
The Good Officer 2
Lo que pasó en el barco, quedó en el barco, o eso es lo que Nico Zetta y Mr Deep Voice quisieron creer a pies juntillas. A nadie le pillaría por sorpresa imaginar la clase de cosas que sucederían en alta mar en un barco donde sólo había hombres, tras semanas, incluso meses sin pisar tierra firme. Lo de Nico y Mr Deep había sido una historia de oficial y caballero y la fiesta de aniversario no hizo sino traer a sus memorias tiempos pasados.
Mr Deep todavía no había podido pasado página. Él creía que estaba enamorado de su chica, hasta que se dio cuenta de que no era así. Tampoco estaba enamorado de Nico al cien por cien, pero sentía algo por él que iba más allá de la amistad. Necesitaba resolverlo, una vez más. Nico pretendía hacer ver como que no había pasado nada, aunque en su mente todavía renacían los momentos de descubrimiento en el barco.
La mirada de Mr Deep cuando le tocó la polla por primera vez y se le puso dura, cuando le vio mamársela, el primer dedo internándose por su ojete, la primera follada de culo. Lo rechazaba de su mente tanto como lo deseaba y todo terminó por desatarse momentos antes de la celebración, frente a la barra del bar. Mr Deep lo agarró del brazo y encuanto se tuvieron frente a frente, no supieron frenar la pasión ni lo que sentían el uno por el otro.
Nico le pegó un buen morreo mientras dirigía las manos al culazo de Mr Deep y se lo amasaba con ganas. Mr Deep lo echaba tanto de menos… Se agachó y le sacó la polla. Así la recordaba, morenota, larga, majestuosa. Le metió una buena mamada. Luego puso a Nico a cuatro sobre la barra y le hizo la triple comida, relamiéndole el culo, los huevos y llegando hasta su polla, reventándola a pajotazos entre los muslos como si estuviera sacando la leche a una ubre.
Lo bajó de la barra y se lo folló por la retaguardia. Se abrazó a él por detrás y acercó la mejilla a la suya, sintiendo su respiración agitada, escuchando sus gemidos cada vez que lo empotraba a pelo. Lo sentó en una butaca, lo abrió de piernas y se lo ventiló. Tan guapo, tan jodidamente guapo. Frente a frente todo cambiaba. Todavía soñaba con esa mirada. Se le llenaron las pelotas de leche y no pudo frenar el flujo de la pasión.