Kirk Gauguin la mete a pelo y se corre en el delicioso culazo redondito de Yannis Paluan | Bel Ami Online
A su tierna edad, al jovencito Kirk Gauguin le flipaban los culos redonditos, turgentes y suaves. El rubor acudía a sus mejillas cada vez que veía uno de esos por la calle, marcándose bajo unos vaqueros bien puestos, obligándole a ocultar su erección en público como buenamente podía. Su mayor desdicha fue echarse de amigo a Yannis Paluan, que lo tenía como a él le gustaban.
No encontró maldad alguna cuando, ese día, en la cocina los dos solos, a Kirk le entraron unas ganas irresistibles de posar la mano en el trasero de Yannis. Como si estuvieran en el gym piropeando sus músculos, Kirk elogió la forma de ese culado y Yannis se animó a bajarse los pantalones para que apreciara mejor sus curvas, su redondez, su perfecta silueta.
Entonces todo se descontroló. Kirk se lo cogió a dos manos, empujó sus nalgas hacia afuera abriendo la raja, metió los morros en medio, sacó la lengua y se dio al vicio de lamerle el ojete. Un gemido apagado le dio la señal de que algo estaba haciendo bien. Se desnudaron, se besaron, se comieron las pollas bien largas y tochas y Kirk cumplió uno de sus mayores deseos.
Nerviosito por las ganas, pero decidido, se puso detrás de Yannis, le empujó la espalda para que se inclinara sobre la encimera de la cocina y metió su gran sable dentro de ese culazo de ensueño. Por un momento creyó que se corría del gusto de tenerla tan apretadita, acompañado de la visión de ese impresionante trasero que tanto le gustaba, pero aguantó y le metió una buena follada a pelo.
Se llevó a Yannis al sofá, donde se dejó culear el rabo. En la mesa que había justo enfrente, lo abrió de piernas y lo remató hasta que Yannis se dejó la leche encima. Para acabar su fantasía, Kirk regó con su leche el culazo de su amigo, glaseándole toda las nalgas que estaban ya chorreando lefa, se agachó y no paró de relamer su propio semen hasta dejarlo limpito.