Tan sólo esperaba que algún vecino estuviera mirando y se la estuviera cascando. Malik Delgaty llegó a la piscina del chalet toalla al hombro. Iba vestido con unos pantaloncitos cortos que le marcaban perfectamente la curvatura de la polla rodenado los huevos por debajo y un culazo que cualquiera se atrevería a palmear mientras silva. No quedaba hueco libre dentro de ellos.
Se los quitó y el pene flácito salió todo largo, encapuchado y blandito, despegándose de los cojones. Al agacharse para sacarse los pantalones por los pies, dejó a la vista la raja del culo abierto y entre los muslos una buena dote. Un poquito de aceite para remarcar el placer de sus músculos y de repente ahí estaba, de pie ante la piscina y completamente desnudo, el hombre más deseado del mundo.
A granuja de barrio no le ganaba nadie. Jesse Stone disfrutaba asaltando vallas, pillando a los vecinos de la zona más adinerada en situaciones bastante comprometidas que, digámoslo en bajito, le habían proporcionado no pocos placeres y algo de dinero, pues cuando se proponía chantajear, era el mejor en su terreno. Sí, vaya que había visto en verano culos de hombres, pero ninguno como el de ese, que parecía el de un futbolista famoso.
Bastó que Malik se diera la vuelta y mostrara sus atributos para que por primera vez Jesse se deciciera a saltar una de las vallas. Sabía que se la jugaba siendo propiedad privada. Hasta ahora lo había hecho todo desde la legalidad en cuanto al asalto de viviendas, pero lo que tenía ese maromo al que acababa de pillar tomando el sol, no lo había visto él en la vida.
Musculoso, potente y pollón. No había más que decir. Intentando no despertarle de la siesta, se acercó lo suficiente como para ver si todo eso era real y se hizo una paja delante de él. Le tapó partes del cuerpo con el sol y jugó con la sombra de su polla acariciando ese cuerpo hercúleo. No debería haberlo intentado simular que le plantaba la polla en la cara, porque sin querer, le despertó.
A ver cómo explicamos esto. Por aquel entonces, digamos que Malik no era un vecino mal pensado. Además, para él casi el cien por cien del tiempo, ya sea por lo bueno que estaba o por otros motivos, no le faltaba sexo y se había convertido en su día a día. Pensó que Jesse había ido como buen vecino a por leche y le ofreció empezar a trabajarle la polla para conseguir la mejor que tenía, la de sus huevos. Se puso de pie e hizo que Jesse se la comiera.
Encantado, Jesse se puso de rodillas y se comió el pollón más grande que había catado en su vida. Malik sabía dar de comer rabo, eso sin duda. Si se tragaban su palo duro hasta las trancas, él se follaba la boquita e impedía que se arrepintieran colocándoles una mano detrás del cogote. Sin escapatoria, no les quedaba más remedio que atragantarse con su trabuco y echarle encima una buena cantidad de saliva que le serviría para muchas cosas si ellos estaban dispuestos a seguir adelante con el juego.
Dura, larga, grande y gordísima, Jesse pensó que ese era el sustento que necesitaba todos los días para levantarse contento y comenzar la mañana con buen pie. No podía despegar sus labios y su mano de ese jodido pollón mientras se congratulaba con ese endiosado cuerpo musculoso y bronceado al mirar hacia arriba.
El pito de Malik se quedó tieso y chorreando babas. Cogió a Jesse y lo invitó a ponerse a cuatro encima de la tumbona. Se la metió por detrás y sin condón, mancillando ese culazo blanquito. La cara de Jesse al sentir el rabo penetrándole desnudo por dentro, reflejaba el rostro del tipo que acababa de recibir una tremenda y agradable sorpresa.
A lomos de su juventud, Malik empotró ese culito. Cuanto más calor le entraba y más lo deseaba, más duro le daba. Las nalgas de Jesse se convirtieron en un sparring en el que Malik descargó toda su rabia. Las tenía rojas y con las marcas de las manos grandes de ese santo varón encima. Inquieto como un potrillo, se dirigió al borde de la piscina.
El suelo estaba ardiente, pero calor con calor apenas se notaba. Se tumbó, enderezó su polla hacia arriba y Jesse lo siguió para sentarse encima. Le cascó una buena paja con el culo antes de que Malik apresara con ganas sus cachas y le brindara una monumental culeada desde abajo, digna de un follador de pro. Jesse se agarró fuerte a las riendas de sus pectorales y vio cómo su propio pene duro subía y bajaba cada vez que chocaba contra su abdómen a una velocidad vertiginosa.
Le dio la espalda y repitieron la jugada. Jesse deglutió enterita esa pedazo de polla y luego disfrutó de nuevo de su respectiva culeada desde abajo. Sólo tuvo que inclinarse un poquito para ver esa barra penetrándole y los cojonazos de Malik, bien gordos y rellenos de leche, subiendo y bajando entre sus muslos. Jesse nunca se había sentido tan bien follado.
Colocó el culo al borde de la misma piscina, se abrió de piernas, Malik se puso de pie dentro del agua y se lo folló por última vez. Malik le dijo en un tono bajito pero grave que le enseñara la corrida. Se la fue metiendo lentamente. Jesse al contrario, se masturbó a todo trapo y, tras lanzar una plegaria, redujo el ritmo casi a cero y esa jugosa sustancia blanquecina salió despedida de la punta de su rabo.
A continuación, Malik le dio lo que había ido a buscar. Decían que la suya era de muy buena calidad, los que la habían probado que no eran pocos. Sacó la polla del culo, se pajeó encima de Jesse y le lanzó unos buenos chorrazos, cubriéndole el torso con su semen. Ahora sí tocaba echarse una buena siesta, aunque poco quedaba ya de sol. Apenas quince minutos después, quizá otro asaltante de vallas se fijara en él, pero para entonces Malik volvería a tener nuevas balas en la recámara, una nueva inyección de leche preparada para suministrar, como buen vecino que era.