Matias juega a solas mirándose en el espejo del cuarto de baño | The Male Muse

Studio Session

23 mayo, 2024

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Mañana de domingo y no había ni un alma por la zona de cruising. Matias se largó de nuevo a casa sin comerse un rosco, suponiendo que el que más o el que menos aprovechó bien la tarde noche del día anterior, pensando que algunos seguramente acabaran en cualquier otro lugar, despertando junto a cualquier desconocido. Él que iba tan guapete con su chaqueta de chándal y esa carita guapa para triunfar.

Al entrar en casa se quitó las zapatillas y andó por el pasillo en dirección al cuarto. De camino le pillaba el baño. Se miró en el espejo. Una vez más pensó que era una pena no haberse cruizado con ningún tio. Se le puso morcillona al mirarse a sí mismo. Si pudiera follarse a alguien en ese momento sería a él mismo. En cuanto a eso no había problema, porque se tenía para disfrutar las veinticuatro horas del día.

Se desnudó en el cuarto y regresó al baño para mirarse desnudo, apenas con los calzones puestos. Le gustó su mirada, su pelazo, su cuerpo delgado pero atlético, el bulto que se le marcaba en el frontal de la huevera de los gayumbos. Se acercó un poco más al espejo. Dios, pensó, qué ojazos tienes, le dijo mentalmente a su yo que se reflejaba desde el otro lado.

Y entonces su polla empezó a crecer como si le hubieran metido uno de esos balones de oxígeno. Se puso bien dura y se le quedó empitonada, levantando la tela de los calzones hacia un lado. Se puso la mano justo encima para sentir el calor y la dureza de su empalmamiento y ya no pudo parar. Se la frotó, metió la mano dentro, cerró los ojos pensando que algún tio se la estaba chupando entre los árboles y al par de minutos regó el frontal con su semen.