Johnny Rapid disfruta de Matthew Miles dándole de comer rabo y follándoselo en el sofá | Randy Blue
Si muchos hombres sentían debilidad ante secretarias con gafitas y su único deseo era follárselas para después terminar corriéndose encima de sus lentes, Johnny Rapid tenía un antojo con chavalitos como Matthew Miles, que a menudo eran apartados del grupo de los más «guays» del instituto por el simple hecho de ser más inteligentes que ellos y llevar anteojos.
Qué durísima se le puso la polla al sentir el contacto de su lengua caliente sobre la base de su pene, tan dura y rojiza como la de un perro dispuesto a copular. Se notaba a la legua que Matthew había chupado pocas pijas, pero en eso residía su encanto, en ver cómo se las apañaba con un rabo duro como una piedra, en cómo hacía el esfuerzo de metérsela profunda por la garganta, sintiendo esas primeras arcadas que son el resultado de la operación matemática de «comérsela hasta los huevos«.
Los del grupo deberían haber reparado en lo guapo que era y en que si se hubieran detenido a mirarle desnudo en las duchas, habrían visto a un tio con un buen pollón colgando entre las piernas, largo y bien grueso. Johnny estaba deseando probar su verga, pero ese día iba decidido a follarle el culo. Le puso a cuatro sobre le sofá y le tomó por detrás.
Que Johnny la tuviera larga pero fina, ayudó a que ese encuentro se saldara sin complicaciones. El cabroncete gemía de gusto y su culo estaba apretadísimo pero eso entraba de lujo. Fue una gozada follárselo bocarriba y correrse muriéndose de gusto sobre su cuerpo, soltando los goterones de lefa encima de él, todavía abierto de piernas y con el ojete dilatado.









