Diego Sans se folla a pelo a Tristan Hunter y le mete una buena corrida | Randy Blue
Al salir del gym, Diego Sans se echó al cuello la toalla y cogió un ascensor que le llevaba directo hacia su habitación del hotel. Su torso musculado y de pelo en pecho le había hecho ganar nuevos fans, sobre todo uno, Tristan Hunter, que le siguió haciéndole ojitos. Montaron juntos en el ascensor. Las miradas del joven padawan se podían sentir como flechas de amor a distancia. Tras salir dle ascensor, Diego entró en la habitación, pero se dejó la puerta abierta a posta.
La compañia era bienvenida. Salió a la terraza, donde esperó al chaval que no dejaba de mirarle de arriba a abajo sin mediar palabra. Fue Diego el que tuvo que dar el primera paso. Con dos dedos de la mano, le cogió de la cintura de los vaqueros y lo atrajo hacia él para darle el primer beso. El contacto de los dos cuerpos desnudos, tan diferentes, el calor que desprendían y el buen gusto de un beso con lengua hicieron el resto.
Diego entró en la suite, se quitó los pantalones quedándose en pelotas, abrió ligeramente las piernas, el chaval se puso de rodillas metiéndose entre ellas y le comió la polla. Tenía buena boca y buena lengua el cabrón. Cuando Diego la tenía toda dura, se le hinchó todavía un poco más cuando Tristan le lanzó una mirada desde abajo, sacó la punta de la lengua y le degustó la raja del cipote por la que se adivinaba una delicia de precum.
El chaval se desnudó mostrando su gran porra con unos preciosos cojones colgando entre sus muslos, se sentó al lado de Diego y él solito se encargó de hacer una paja a domicilio agarrando las vergas una con cada mano, masturbándolas a conciencia. Se inclinó para dejarse las babas en el pollón de Diego con una clara intención, sentarse encima de sus piernas y clavársela toda desnuda dentro del culo.
Diego vio cómo ese culo redondito y suave se iba tragando poco a poco su polla firme y morena, completamente a pelo. Pudo sentir cada roce del interior de su ano. Se echó hacia un lado para ver cómo rebotaba la gran polla del chaval cada vez que saltaba. La tenía enorme, una tranca bien larga y gorda. Le dio por culo y terminó de rematarlo en el sofá. Tristan se pajeó el rabo, bien duro.
Por fin Diego se animó a tocárselo, retirando la mano para colocar la suya y darle a la zambomba. Tristan le cogió el gusto a esa mano que apretaba tan diferente, tan varonil y con el dorso peludete. Diego sacó el rabo del culo y le proyectó una buena cantidad de chorrazos de lefa. Los primeros le alcanzaron hasta el pecho, mientras que los últimos le mojaron los huevos. Tras ver el espectáculo de la leche salpicando su cuerpo y sus bolas, Tristan se sacó la paja enseguida.