Tim Kruger y Leandro HairyDomXL meten doble polla sin condón a John Brachalli y le brindan toda la leche de sus pelotas | Tim Tales
Ser tan guapo, estar tan bueno y ser tan vicioso como John Brachalli tenía sus consencencias y es que a menudo, los tios con los que acababa de retozar hacía algunas horas en la cama por la noche, le asaltaban también durante el desayuno antes de largarse a casa para gozar de sus favores una vez más. Leandro HairyDomXL y Tim Kruger llegaron con sus pijas tiesas y enormes, cada uno a un lado palmeándole las nalgas, mirándole con deseo, rozándole con sus tremendas pollas cada vez más duras y grandes.
Ante semejante alarde de masculinidad, no se pudo resistir. Abandonó la tostada para ponerse de rodillas y llevarse esos dos buenos rabos a la boca. Era simplemente apetisoso y calmaba todo su ser meterse una barra grande y gorda entre los labios, mirar hacia arriba con esos ojazos que tenía y encontrarse con la mirada del hombre al que se la estaba comiendo, ver el disfrute en los gestos de sus rostros cada vez que se las zampaba.
Los dos eran tan diferentes, pero con el mismo objetivo. Tim ese día estaba especialmente atractivo, con el pelito rapado por los lados. Fue él el que abrió la veda follándose a pelo su pomposo culazo. Leandro tomó el relevo, un tio que desplegaba masculinidad por donde pasaba, con esa cara de empotrador con barbita, ese torso lleno de pelazos negros. Su mingaza larga y gorda en forma de gancho era lo suficientemente distinta a la de los demás tios como para hacer de una follada al uso algo realmente nuevo y agradable.
Sentir una polla fuerte y dura por el culo y tener otra en la boca dejó de ser suficiente. Sólo había una forma de tenerles a los dos, aunque al principio doliera. Les ofreció su culo. Leandro se la metió por detrás y Tim se hizo un hueco posando su culo casi en la barriga de Leandro, descansando sus huevazos calientes sobre su polla y deslizando su tranca por encima de ella para penetrar a John los dos juntos. Estaban tan apretaditos que le duraron poco y le entregaron toda su leche en la boca.
Con los morros mojados, John cogió el rabaco de Tim con la mano y presionó para sacarle toda la lefa. Una sonrisa acudió a su boca al ver rezumar por la raja del cipote un lechazo espeso y blanco que le resbaló por encima del glande para cubrirle todo el cipote y el pellejo que lo recorría. John abrió la boca, sacó la lengua y saboreó ese néctar de los dioses.
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