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Javi Berlin digiere por el culo y sin condón los 25 cm del pedazo pollón del venezolano Josh | Tim Tales

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Entre el gemido y al borde del llanto, así estaba Javi Berlin a cuatro patas mientras Josh se propasaba con él cubriéndole por detrás y metiéndole su pedazo pirula venezolana de veinticinco centímetros por el culo y sin condón. La tenía tan jodidamente grande y gorda que aquello no era una follada normal, era un puto masaje anal con todas sus letras.

Comerle la polla fue como chupar una puta viga al fuego vivo. La tenía durísima y caliente y tremendamente gruesa, obligándole a abrir la boca más de lo normal. Aparte del grosor y lo uniforme que era, un puto cilindro de arriba a abajo, lo que más le gustó a Javi y lo que alimentó sus ganas de comérsela, fue su despampanante cipote, casi más grande y grueso que su propia polla y completamente descapullado.

Abierto de piernas, cuando Josh se la enfundó por primera vez, sintiendo esa barra enorme surcando las profundidades de su ano lenta pero inexorablemente, su corazoncito le hizo pensar que casi se estaba enamorando de él. Y es que además de tener pirulón, Josh estaba bien rico, con esa carita de niñato malo, con facciones angulosas, barba y unos ojazos grandes.

Para cuando se dedicó a hacerle la cucharita, Javi ya estaba totalmente entregado a la causa. Notar esa gran polla abriéndole el ojete una y otra vez, restregándose por su agujero, a la vez que miraba a Josh a la cara y se fijaba en su maliciosa sonrisa, en cómo el cabrón sacaba la lengua y se la mordía en señal de esfuerzo, fue su mayor recompensa. Si no la mayor, una de ellas, porque cuando Josh comenzó a pajearse sobre su cara y vio todo ese esperma blanco y caliente saliendo del enorme cipote rosáceo, ensuciándole los morros, introduciéndose por sus fosas nasales y por su boca, su corazón de desbocó en un festín de emociones.

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