Lo único que quería Malik Delgaty era trabajar en solitario, pero su jefe se había empeñado en ponerle a un compañero para que le ayudara en la instalación eléctrica de la planta de un nuevo edificio. Michael Vente era como todos los nuevos, con poca experiencia, más un estorbo que una ayuda, así que para lo único que le servía era para pedirle los instrumentos y que se los pasara en mano. Al menos ese terreno se lo conocía.
Si por algo se conocía al gremio de los electricistas, fontaneros y todo aquello que llevara uniforme, era por pasarlo bien en los descansos. Una cerveza, un cigarro y una pajita a menudo caían antes de volver al curro. Nada más escuchar la palabra «descanso» de boca de Malik, Michael vio el cielo abierto y fue a tocarle el paquete, pero este le frenó en seco pidiéndole un poquito de profesionalidad.
Eso sí, ese cabroncete ya se la había puesto dura, pensando en penetrar su rico culito, así que al volver a subir la escalera, entre que no paraba de moverse y que la tenía bien dura, se le salió el pito por la bragueta y dejó al chaval con la boca abierta al ver su tamaño. Mierda. Malik no quería que eso ocurriera, pero ahora que le había pillado, qué había de malo en que le pegara un bocado.
Sugirió a Michael que se la metiera en la boca. Al unirse labios y polla, los dos gimieron de gusto, uno por el tacto suave y calentito de los labios recorriendo su rabo y el otro por llevarse a la boca semejante pollón tan grandote. Le costó no clavarle los dientes de lo jodidamente gruesa que la tenía. Malik le agarró por la cabeza, todavía con el casco puesto y le obligó a comer rabo hasta atragantarle.
Qué sonidos guturales hacía el cabrón y cuanto más se dejaban escuchar, más perro se ponía Malik, que empezó a follarle la boquita como buenamente pudo subido al peldaño de la escalera de mano. Mejor en suelo firme. Malik bajó y se quitó la parte superior del mono, bajándoselo hasta los muslos. Mientras se desvestía, Michael no dejaba de mirarle con ojitos de deseo, contemplando ese cuerpazo varonil, musculoso, con una camiseta blanca bien ceñida marcándole todo y luego el falo ahí bien grande, tieso, apuntando hacia arriba. Michael se agachó, plantó las dos manos en la base y se la tragó hasta los huevos.
Mientras se la chupaba y se la llenaba bien de babas, Malik siguió quitándose ropa. La siguiente prenda fue la camiseta, que se subió hasta el cuello. Al verle el torso desnudo, con el six pack a tope y esos pectorales, Michael se enamoró todavía más, empleándose con boca y mano atizándole una suave y reparadora pajita. Pedazo chulo tenía enfrente dándole rabo. Le iba a dar todo. Malik se encargó de desnudarle, de ponerle mirando hacia la espalera, bajarle la parte trasera del pantalón hasta descubrir su precioso culito, se lanzó un certero escupitajo sobre la polla para darle lube y se la calzó por la retaguardia sin condón.
Menudos pollazos le metía. Michael no recordaba que ningún tio se la hubiera metido ni tan grande ni con tanta energía. A cada empotrada le sacaba un gemido de dolor y gusto. Malik le agarró por las caderas para atizarle bien duro y se la clavó hasta el fondo para que la sintiera bien adentro. En cuanto se hicieron amiguitos, le reventó por detrás machacándolo a pollazo limpio. Michael levantó una pierna para aliviar un poco el roce, pero Malik la tenía enorme y le estaba metiendo el pollón a toda hostia, limpiamente, por su tierno y suave culito.
En el suelo la cosa fue a mayores. Malik tenía las pilas cargadas y muchas ganas de follarse un buen pandero. En cuanto Michael se sentó sobre sus piernas, Malik le agarró de nuevo por las caderas y le enculó desde abajo. Michael no tenía ni que moverse, porque Malik ya hacía todo el trabajo, zumbándoselo, bajando y subiendo el culo, los muslos, a toda potencia.
Tan sólo en un renuncio fue capaz de hacerse valer, saltando sobre su gordo y fornido pollón, pajeándoselo con el trasero, hasta que Malik volvió a cargar pilas, le puso de lado todavía sobre sus piernas y no sólo se encargó de follárselo, sino de cogerle el pene y machacárselo. El cuerpo de Malik estaba algo sudadito cuando Michael se abrió de piernas para él tumbado en el suelo. Malik se cogió por los tobillos, se las puso en V y, doblando las rodillas, le taladró el ojete.
Qué buena perspectiva la de Michael, que sólo tenía que mirar hacia arriba para ver el cuerpazo de ese macho empotrador dándolo todo. Guapo, atractivo, cachas, con esos biceps tremendos, sus brazos casi en cruz sosteniendo sus piernas, pudiendo ver sus sobacos peludetes, sus pectorales musculosos relajados y en tensión. El agujero del culito de Michael era como un pozo sin fondo, muy tragón, suavecito y delicioso.
La polla durísima y enorme entraba super ajustada dentro de él. Era casi hipnótico verla entrar y salir. Por la postura y la erección, le estaba dando a Michael un buen masaje anal directo al punto G. De vuelta a las escaleras, Malik le dio por culo y Michael aprovechó para cascársela, disparando un festival de chorrazos bien cargados de lefa, una docena nada menos.
Durante el proceso, Malik se había encaprichado con la carita de su nuevo compañero. Era guapete, ojos bonitos y una sonrisa que invitaba a desnudarse, así que le colocó una mano en el cogote y le obligó a ponerse de rodillas para correrse encima de su cara. Unos perdigonazos en todos los morros le dejaron el bigote, la boca y la barbilla de blanco. Le resultó tan apetitoso que buscó más saboreando el cipote de Malik, por el que todavía salían gotas de semen. El tipo de descanso y de aperitivo que Michael andaba buscando antes de volver al trabajo.