Manuel Skye y Romeo Davis se intercambian a sus chavales Benjamin Blue y Edward Terrant para follárselos a pelo y los chicos acaban compartiendo entre sus bocas bolas de nieve | Twink Trade
Pleasing Dad's Best Friend
A veces los adolescentes podían ser tan revoltosos… Benjamin Blue y Edward Terrant se pasaban la mayor parte del tiempo como dos leones, jugando a que peleaban entre ellos y la verdad es que para Manuel Skye y Romeo Davis, mantener una conversación entre adultos con ellos cerca revoloteando con sus estupideces, era totalmente desagradable, porque no se escuchaban el uno al otro y se despistaban continuamente.
Necesitaban una lección de autocontrol, algo por lo que Manuel apostó. Sentaron a los chicos con ellos y se lo dejaron claro, pero Ben había salido a su padre y salió con una contrapropuesta. Accedían a dejarse dear esa lección si les dejaban ir a la fiesta que daban unos amigos de la Universidad. El chico, además de guapo, sabía negociar, no cabía duda. Accedieron, pero para que no hubiera problemas a la hora de conducir bebidos por la noche, Manuel propuso a Romeo que fueran ellos también y les llevaran.
Volvieron a sentarles para comunicarles una noticia que les alegró el día. Eso sí, Manuel también sabía negociar, así que les pidió a los dos una prueba de que a partir de ahora iban a portarse como dos hombres. Se intercambiaron a los chavales, les pusieron de rodillas y empezaron a hacerles algunas carantoñas. Manuel estaba prendado del chaval de Romeo. Era guapísimo, con esos ojazos azules, esa carita tan guapa y esos oyuelos que se le dibujaban continuamente en las mejillas porque estaba todo el rato sonriendo.
No dejó de sonreir ni hacer bromas ni hasta cuando Manuel se empezó a bajar los calzones. Al ver ese pedazo de paquete, el chico le preguntó si era su móvil. Se mostró realmente inquieto por descubrir lo que había dentro y entonces salió despedida la pollaza larga y gruesa de Manuel dando bandazos. Sólo en ese momento Ben dejó de sonreir para soltar un bufido y halagar con sus gestos y miradas el tamaño de esa verga. Manuel se agarró la pija y le metió unos pollazos en la jeta. Ben sacó la lengua y relamió el cipote como si fuera un helado.
Había salido un buen guarrillo, como su padre. A Manuel le ponía tanto Ben que ya estaba soltando precum por el cipote. Plantó la yema del dedo índice en la raja y, al levantarla, se llevó con el dedo una hilera brillante de precum que se apresuró a meter por la boca al muchacho. Lo saboreó bien, rechupeteando el dedo. Menudo cerdaco. Manuel miró a Romeo, que sonreia viendo lo mucho que disfrutaba su chico con ese snack.
Luego se sorprendió de lo tragón que era Ben, porque después de probar esa delicia, el cabronazo se metió la enorme polla de Manuel por la boca y empezó a meterle cabezazos tragándose su rabo hasta los huevos una y otra vez. Edu también se lo estaba pasando en grande con el pollón de Romeo, tan grande como el de su padre. Lo abandonó unos segundos cuando escuchó los sonidos guturales de su amigo tragando polla.
Se acercó justo cuando Manuel le estaba metiendo la polla dibujando un bulto en su mejilla. Edward le dio besitos en el bulto cada vez que se la metía. Repitieron jugada pero al contrario y ahora fue Ben el que relamió y besó el bulto que Romeo le dejaba en la mejilla al encajársela dentro de la boca. Tanto a Manuel como a Romeo les excitó muchísimo tener las bocas de sus hijos tan cerca de sus rabos.
Se desnudaron y se miraron unos a otros haciéndose unas pajas entre hombres, los chicos en el sofá y los mayores de pie, aunque los mayores se la pelaron un rato más viendo a sus chicos comerse los rabos. El primero en catar fue Ben. Hasta su padre tuvo que preguntarle por qué nunca le había dicho quele gustaba comerse unas pollas tan grandes y por qué lo hacía tan bien. Como respuesta, que no la había, Ben miró a su padre y le sonrió para volver a comerse la polla de su amigo.
Si ellos se estaban divirtiendo, Manuel y Romeo se miraron pensando por qué para ellos iba a ser distinto. Además era una buena forma de recordar cómo se lo pasaban de bien cuando apenas tenían edad de ir al instituto. Se acercaron y cruzaron pajas aparte de darse un morreo. Volvieron con los chicos y les plantaron los cojones en las bocas para que comieran huevo para luego follarles esas boquitas.
Los dos subidos al sofá, eras piernas peluditas de machotes abiertas y entre medias de sus muslos los cojones colgando y los chavalines tragando pollas y pajeándose a la vez. Les dejaron que se hicieran un sesenta y nueve y mientras escuchaban el sonido del gusto que proferían por sus bocas rellenas de rabo, aprovecharon para follárselos. Manuel se la metió a Ben que estaba bocarriba y Romeo hizo los mismo por detrás metiéndosela a pelo a cuatro patas a Edu.
Ay qué culitos tan tiernos y apretados. Después de reventárselos un ratito, quisieron alegrarse las vistas poniendo esos culitos en pila vertical. Edward se quedó debajo mirando hacia el respaldo del sofá a cuatro patas y su amigo Ben se le puso encima. Manuel y Romeo fliparon al ver esos dos culitos meneándose delante de ellos. Estaban riquísimos. Manuel escupió en la raja de Ben y su saliva cayó deslizándose y colgando por sus huevos. Con cuidado de no tocar nada a su propio chaval, Romeo acercó la lengua y recogió esas babas antes de que cayeran al suelo.
Les acicalaron los ojetes y se pusieron tan cachondos que ellos mismos acabaron comiéndose las pollas para sorpresa de los chicos, que miraron hacia atrás y les vieron en plena faena, jaleándoles, riendo, pero a la vez muy atentos para aprender a comer rabos mucho mejor de lo que ya lo hacían. Tras el calentón, los papis se pusieron detrás del culo que les correspondía, Manuel arriba y Romeo abajo y se los follaron. Los cuatro desnudos ahí en fila, dando y recibiendo, gozándolo.
Romeo se sentó en el sofá, con su fusta en alto. Miró a Manuel. Ya sabía lo que quería. Manuel agarró a su chico y tuvo los honores de sentarlo en ese trono. Su pequeño jinete cabalgó alto. Manuel siguió encaprichado del niñato de Ben. Ese puto granuja le ponía cachondo. Mientras Romeo se follaba a su chaval, agarró la pija a Ben y se la masturbó. Luego se la chupó.
Ben se estaba empezando a excitar. Se pajeó sobre la cara del padre de Edward. Manuel le pidió que le metiera la corrida en la carita. Le alentó abriendo la boca, sacando la lengua y por supuesto un chico de su edad no pudo resistirse a tremenda guarrada. Con un gemido de gusto empezó a soltar lefa en la boca de Manuel, unos buenos chorrazos espesitos que se introdujeron dentro de ella, que le bañaron la lengua hasta rebosar por la comisura de sus labios. Ben se puso contento y le soltó un último lechazo en los hombros.
El que estaba alucinando era Edward. Pocas veces uno tiene la ocasión de ver la cara de su padre a un palmo de distancia mientras le lefan la boca y mucho menos disfrutar metiéndose la polla enmla boca y mamando mientras el chorrete le cuelga por la barbilla. Manuel se levantó y se la devolvió. No pidió permiso a Romeo para hacerlo. Esos ojitos azules, esa carita tan jodidamente guapa. Le lanzó unos buenos tiros directos a la lengua, obligándole a cerrar la boca para seguir crujiéndole a lechazos, dejándole los morros lindos y la lefa colgando por su barbilla, cayendo encima de su cuerpo.
Ben no se la había tragado todavía y se le ocurrió que el lugar de escupirla, había una mejor opción. Giró la cara y compartió el semen con Edward, que por primera vez probó el jarabe de su padre, una auténtica cerdada. Romeo se vengó corriéndose encima de la lengua de Edward. Qué pequeño cabrón, cómo mantuvo la boca abierta todo el rato que caía corrida sobre ella. Un buen lechal sobre su lengua y unos pegotes de lujo que se mantuvieron bien pegados alrededor de sus labios.
El acto morboso y guarro de compartir leche le había molado, así que con todo eso en los morros, giró la cabeza y de un lengüetazo le plantó a Ben en los labios todo el esperma. Menudo pegote blanco entre las dos bocas y qué cachondos se pusieron morreándose con todo ese semen encima. Esa mezcla de dos leches estaba deliciosa, resbaladiza, suavecita. Ben apartó la cara de la de su coleguita y tragó.
Nota: Las imágenes, el vídeo y el texto reflejan una obra de ficción. Los actores no tienen ninguna relación de parentesco real.