El profesor les prometió a Benjamin Blue y al resto de alumnos que la clase de pintura del día de año nuevo sería la más especial de sus vidas. Al ver entrar a William Seed por la puerta pensaron que era un tio que estaba buenísmo a raudales, más todavía cuando se quitó esa bata cortita de boxeador que recién iba a salir al ring y que le llegaba poco más que por debajo del culito. Joder, qué abdominales, marcaditos y perfectos para destacar en los lienzos.
El modelo se quitó la bata entera y les mostró que estaba completamente desnudo. Los chicos empezaron a emocionarse al pensar que iban a dibujar a su primer modelo rabo incluído, además de darse el placer de tenerlo bien cerca con el rabo colgando y de poder aproximarse para apreciar mejor cada detalle cuando quisieran, pero la bata se quedó colgando de su rabo, que estaba bien duro, cayó al suelo y se la vieron enterita, toda recta, bien gorda, una polla preciosa.
Una polla de lujo en un cuerpazo espectacular, en un tiarrón bien guapo. La clase de año nuevo, para unos de pintura, para otros de escultura, no iba a consistir en pintar o esculpir al modelo entero, sino una parte vital de su cuerpo, en este caso su falo, su miembro viril masculino y potente que William mantendría a tono pajeándose delante de toda la clase y recreádnose con el cuerpazo que la naturaleza y horas de gym le habían regalado.
El alumno que estaba a cargo de la escultura, no paraba de morderse el labio mirando a William. La tenía bien dura debajo de los pantalones, intentando esconder su verdadera condición sexual. Lo que no pudo esconder fue el pedazo pollón kilométrico que estaba esculpiendo, todo de colores. Cuando el profe se quedó dormido en la mesa, pues el muy cabrón se había pasado la nochevieja de pingoneo, William empezó a acercarse a los alumnos.
La escultura le pareció exageradamente grande, pero se sentía halagado porque el chaval le hubiera apreciado así en su mente, con ese tamaño. Se acercó por detrás al que la estaba haciendo, apretando todo el rabo contra su espalda y frotándosela mientras le cogía los brazos y posaba las manos encima de las suyas. Cuatro manos sobando ese falo escultural, con el chico poniéndose tan cachondo que tuvo que salir al baño al menos un cuarto de hora para hacer esas cosas que solemos hacer los chicos cuando estamos bien empalmados.
William fue a por el siguiente, a por el pintor. Menudos ojitos azules tenía debajo de sus gafas. Estaba bien rico. En el lienzo también había pintado el esbozo de una polla gigante y bien gorda. Se acercó a Benjamin y le enseñó de cerca su rabo. Benjamin pensó que una buena forma de apreciar las dimensiones y la textura de un pene era tocarlo, pero al ponerle la mano encima, le gustó tanto el tacto que acabó pajeándoselo tímidamente, mirando a William para comprobar si estaba dispuesto a dejarse hacer.
Los dos se excitaron muchísimo. William ayudó a Benjamin a bajarse los pantalones y se quedaron los dos mirándose y masturbándose. La polla de William estaba tan apetecible que Benjamin terminó inclinándose en la silla para chupársela. Qué gustazo le dio meterse dentro de la boca el rabo de ese chulo. Retiró la silla, se puso de rodillas y se la comió bien comida, metiendo unos buenos cabezazos delante de esa minga, tragándosela hasta los huevos.
Bocado a bocado, se la dejó todavía más dura que antes, logrando que la erección se inclinara hacia arriba unos cuantos grados y el cipote destacara en su enorme y gorda polla. Agarró un pincel y le acarició el frenillo y la raja del cipote con las cerdas para darle mucho gustito. William puso los ojos en blanco de puro placer y su pollaza empezó a brincar, dando espasmos involuntarios. Le arrebató el pincel, le puso mirando hacia la silla, con la espalda inclinada y le metió el palito fino de la herramienta de dibujo por el apretadito agujero del culo.
Qué culo más redondito, tan bonito, que atrapaba la madera del pincel dejándola tan apretada. William se puso detrás de él, presentó su rabo en el hueco, le metió la polla por el ano y empezó a follárselo sin condón. Los dos gimieron de gusto, William por meterse en un lugar tan apretado y caliente y Benjamin por sentir esa gordísima polla inundándole el ojete.
Después de eso, a Benjamin no le quedaba duda de que iba a saber dibujar esa polla con mucho detalle. Se colocó a cuatro patas en el suelo y descubrió que al modelo, lo de follar de forma convencional no iba con él, porque después de meterle la polla por detrás y cubrirle con sus poderosos y furtes muslos, le agarró por los brazos y se los puso detrás de la espalda, haciéndole suyo.
Qué gorda la tenía el cabrón, menudo hueco le estaba abriendo en el pandero. Benjamin intentó controlar esa locura, pero le fue imposible cuando ese tiarrón empezó a empalarlo sin medida, a toda potencia, metiéndole una buena follada. Benjamin acabó con la cara pegada al suelo, soltando gemiditos de gusto, totalmente vencido.
El modelo se sentó en la silla en la que él había estando dibujando su miembro. Al volver a mirar su cuerpazo y su cara se dio cuenta del pedazo chulo que se lo estaba follando. William estaba completamente salido. Nada más sentarse, se escupió en la palma de la mano y embadurnó su rabo con saliva, esperando que Benjamin se sentara sobre sus piernas y empezara a cabalgar con su pene dentro.
Le cogió del culito y le ayudó a saltar. A Benjamin se le empezó a salir el precum, su polla restregándose alegremente por esos abdominales de vicio. Le encantó entregarse a ese macho, admirando la fortaleza de su cuerpo, sus músculos, su guapísima cara, sus ojazos, sintiendo el poder y la fuerza de su potente polla enchufada dentro de su culo, el calor de sus manos grandes y fuertes agarrándole por las caderas.
Al rato, aprovechó que estaba follándoselo en el suelo, ese chulazo encima de él penetrándole a placer, para cascarse una paja y soltar toda la corrida. Pero no se pringó a sí mismo. Cuando estaba a punto de soltar toda la carga, inclinó la polla hacia adelante y soltó unos buenos lechazos que dejaron el abdómen de William y su brazo izquierdo llenos de leche. Joder qué gustazo. Como William seguía empotrándole, el movimiento hacía que los lefazos se le quedaran colgando de los abdominales, resbalando por ellos, mecos cayendo a full sobre su rabo.
Correrse sobre ese cuerpazo había sido una experiencia divina. Ver su propia leche pringando un cuerpo tan musculoso, varonil y bonito le había encantado. Benjamin le pidió que se corriera en su cara, pero en ese momento William se levantó, se giró hacia el cuadro que tenía dibujada su enorme polla y se corrió en todo el lienzo, decorándolo con la pintura que le salió a chorrazos por la minga. La lefa calentita y jugosa resbalando por ese falo inmenso. Benjamin agarró el pincel recogiendo la acuarela blanca y espesa con las cerdas dando los últimos retoques a su obra maestra.