Benjamin Blue recibe al musculoso machote Phillipe Massa en los retretes públicos, le come toda la verga y se deja follar a pelo | MASQULIN & The Bro Network
Club Cruising
La pasión de Phillipe Massa por mirarse al espejo estaba fuera de lo normal, pero al tio le gustaba estar perfecto. Entró a los baños y, al ver que no había nadie, exploró al hombre que tenía frente al cristal, de muy buen ver. Dentadura perfecta sin comida entre los dientes, cachas, atractivo. Se levantó la camiseta para ver sus abdominales. Estaba perfecto para una cita, niquelao!
Se disponía a volver a la fiesta cuando algo llamó su atención. Era una sombra que se reflejaba en el suelo y que salía de uno de los baños, una sombra que se movía rápido de un lado a otro. Se acercó, se puso de puntillas para mirar por encima de la puerta y vio que un zagal se estaba masturbando sentado en el retrete. El chaval era guapete, majo y delgadito. Se había subido la camiseta por la mitad del torso y los vaqueros por los tobillos para abrir las piernas y disfrutar plenamente de su pajote, que alimentaba gracias a las guarradas que estaba viendo en el móvil.
Entre lo que había visto en el espejo y eso, a Phillipe se le puso a tope la testosterona. Se bajó los pantalones y admiró desde arriba la caidita de su larga y gordísima polla, simpre preparada. Le lanzó un gapo mojándola, se desnudó de cintura para arriba y, después de tratar de calentar al chaval que estaba dentro del baño, rebozando su verga contra el cristal algo traslúcido, llamó a la puerta.
Benjamin Blue permitió que entrara. Un tiarrón enorme y musculoso se dirigió hacia él con la polla bien grande y dura. Phillipe se hizo a un lado apoyándose contra las baldosas, agarró la cabeza del chavalín y le puso a comer rabo y huevos. Uff, qué guapo era y qué ojazos azules tenía. Le hizo subirse al retrete y allí se lo folló sin condón. Le empotró contra la pared, tapándole la boca con su mano grande, fuerte y viril. Eso le encantó a Ben, porque le olía a rabo, a hombre.
Ese cabrón tenía fuerza, mucha fuerza, para dar y regalar. No paraba de meterle la polla, disfrutando de su generoso culazo. Phillipe se sentó en el retrete y Ben sobre sus piernas, ensartado en su firme polla, cabalgando sobre él. Se cascó una paja que acabó a tiros sobre sus muslos. Era el destino, desde que estaba a solas y empezó a masturbarse, solo que no contaba con tener un rabo dentro del culo al hacerlo, ni a un tiarrón chulazo cogiéndole por las caderas.