Roxas Caelum hace un agujero descomunal a pelo en el culazo tragón de Oskar Ivan con su gigantesca tranca de 30 cm | Tim Tales
Como para no abrirse de piernas. Oskar Ivan parpadeó varias veces para comprobar que aquello era real. La silueta de Roxas Caelum, un negrazo americano, destacaba contra el azul del cielo despejado de Barcelona. Estaba completamente desnudo, sonriendo. Oskar bajó un poco la mirada y no pudo ser más feliz al comprobar que a ese tio le colgaba una descomunal pollaza entre las piernas de nada menos que treinta centímetros, lo más grande que había visto en su vida, más grande que la de un caballo.
Y lo que le asustaba a la vez que le emocionaba a partes iguales es que todavía no se le había puesto dura, pero la forma en la que le colgaba por su propio peso, bien larga y gordísima, doblando la longitud de los cojones que le colgaban por detrás, naciendo de la base de unos pelazos negros rizados, le volvió loco. Chupársela se convirtió en un vicio insano.
Antes de llevárse a la boca la cogió con la mano y la masturbó mirándola de cerca, contemplando la majestuosidad de ese pollón negro gigante ante sus ojos. Ni qué decir tiene que ni le cabía entera por la boca y que tampoco pudo con ella tragando por el culo de lo grande que era, pero según Roxas se la metía, ayudado de más lubricante del que estaba acostumbrado a usar, Oskar supo que ese tio le había llegado más adentro que ningún otro, que ese iba a seer por siempre su amor de verano.
Se dio la vuelta y se dejó follar a pelo bocarriba para disfrutar de las vistas. Roxas no sólo destacaba por su enorme pollón que no era de este mundo, sino por su cara risueña d emacho empotrador, con una sonrisa amplia, buenos labios, nariz ancha y un cuerpazo musculoso y fuerte ante el que ningún hombre podía resistirse lo suficiente como para decirle que no a algo. El ojete del culo de Oskar se quedó con el agujero más grande y profundo que le habían horadado nunca, que ya era decir.