Julian Shul y Sebas Gold se follan sin condones y se entregan la leche | Latin Leche

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Los novios que se echaba su madre eran jovencitos y estaban bien buenos, sobre todo el último de ellos. Sebas Gold se sentía muy a gusto en compañía de Julian Shul. Le gustaba su carita varonil y atractiva, con barbita, bigote y lo bien que le senataban las camisetas de manga corta ceñidas a su torso y sus biceps. Estaba con él el día en que Julian estaba ordenando la habitación donde se iba a quedar en casa. Mamá le había hecho por fin un hueco entre ellos y ese día ella estaba fuera.

Todos los tios tienen algún secretito escondido, si no una revista, algún vídeo. Después de tantos meses pasándola juntos, Sebas y Julian hablaban de todo, incluso de sexo, por eso cuando Sebas cogió un DVD que había en una caja, Julian se lo arrebató de las manos y le confesó que era mejor que no lo viera, porque contenía una grabación suya de cuando era más joven haciéndose una paja.

Mamá no estaba en casa y ese tio le encantaba. Tenerle cerca le puso cachondo. Le dijo que quería verla, quería ver cómo se masturbaba. No fallaba, meterle un agarrón en la huevera mientras se lo decía, era la técnica más efectiva. Julian acabó cediendo. La cara del chaval se acercó a la suya y ocurrió. Se besaron. Había que hacerlo rápido, antes de que su madre volviera. Le puso el vídeo pero Sebas quería más, quería ver la polla en directo.

Ya le había pasado a Julian antes, cuando estaba en el instituto. Ese aire de machote sexual que desprendía, atraía a los chavales como moscas. Aparte de esa cinta, tenía otros muchos secretos. No era la primera vez que lo hacía con chicos, de hecho era lo que más le gustaba. No fue Sebas el primeor en comer polla, sino Julian, que se inclinó hacia la entrepierna de Sebas, le cogió la minga, todavía flácida y se la llevó a la boca.

Chupa que te chupa, el pollón fue creciendo como una flor amasada por sus labios. De pequeña y blandita paso a convertirse en una robusta porra larga y bien gorda que le rellenaba toda la boca. Sebas se la devolvió. Se inclinó hacia el que sería su nuevo padre en poco tiempo, le separó las solapas de la bragueta de los vaqueros y le comió toda la polla hasta dejársela bien dura.

Durante un buen rato, se fueron turnando para mamársela, suponiendo que en algún momento, sin tener que dirigirse la palabra siquiera, alguno de los dos se rendiría y terminaría cediendo el culo al otro para meterla. Eso no ocurrió, pero Sebas era un chico tan abierto y acostumbrado a decir lo que pensaba y quería en todo momento, que se dirigió a Julian para decirle que quería follárselo.

No entraba en los planes de Julian abrirse de piernas para el chaval de su nueva pareja, pero le miró esa cara de vicio, el pollón que estaba brilante y tremendo y se ladeó en la cama elevando una pierna y decubriendo la raja de su culo de par en par. Sintió el roce caliente y duro de la pija de Sebas abriéndose camino entre sus nalgas. Mentiría si dijera que no le encantó que fuera poco experimentado y que en lugar de dar con el agujero le diera un buen repaso con la fusta por los huevos y la entrepierna, sintiendo toda esa pollaza grande y gorda.

Se le abrió el ojete de gusto, así que cuando Sebas encontró el hueco donde meterla, aunque todavía bien ajustadita, entró de lleno. Sebas cogió la polla de su futuro padre y se la empezó a menear mientras se lo follaba a pelo. Qué buen amante, qué bien se le daba al jovenzuelo hacerle la cama a otro tio. Sebas parecía una máquina de follar, enchufándola una y otra vez, empotrando, disfrutando de la polla de su nuevo mejor colega en la mano, viendo cómo las pelotas subían y bajaban al compás.

Hubo algo más que follada. Besos, tocamientos. Julian intentó pararle los pies, alegando que su madre volvería pronto a casa, pero Sebas no iba a parar hasta que la leche de los dos corriera como un rio. Sebas quería saber lo que sentía su madre cuando ese santo varón se la metía, así que le tumbó en la cama y se sentó en sus piernas clavándose la polla por el culo.

Jooooder, la tenía durísima y bien gruesa. Al sentarse encima se le desgarró el ojete. Tardó unos segundos en acostumbrarse antes de empezar a bombearle el rabo con el culo. Cómo le excitaba tener al novio de mamá ahí debajo, tan buenorro, sin poder escapar de esa paja porculeadora. Le llevó hasta el límite.

Tras la follada, se quedaron uno al lado del otro en la cama, mamándose de nuevo las vergas, pajeándose. Sebas aprovechó el momento en que Julian se la estaba chupando para decargarle encima toda la leche, pringándole el interior de la boca, los labios, la barba. El gusto que le dio correrse en sus morros fue indescriptible. La mamada que recibió después de correrse estuvo de putísima madre, con Julian merendándole todo el trabuco lleno de lefa.

Para Julian también fue un placer correrse. Avisó a Sebas de que la leche estaba en camino, por si quería probarla. Sebas se inclinó y puso la otra mejilla. El primer lechazo acabó bordeándole la mandíbula. Sebas se hizo con el pene de su nuevo papá y se lo estruchó sacándole hasta la última gota, rechupeteando su cipote, una leche deliciosa que compartieron boca a boca con pequeños besitos. Julian le hizo prometer que no se lo diría a su madre.

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