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Johnny Donovan empotra a Damian Night a pelo contra las taquillas del vestuario del equipo de béisbol y se esnifa toda la huevera de sus calzones | MEN

Cocky Coach Part 1

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El resto de los compañeros del equipo se fueron marchando uno a uno por la puerta de los vestuarios mirando mal a Damian Night, haciéndole sentir culpable por la derrota de esa noche. No había dado una con el bate. Johnny Donovan fue le único que se quedó con él hasta el final, consolándole y enseñándole cómo golpear mejor la próxima vez.

Lo que comenzó como una sesión individual a puerta cerrada, continuó con un calentón que sólo se podía resolver de una manera. Damian agradeció la ayuda de su compi de equipo, pero más todavía que se quitara la camiseta para dejarle ver su perfecto y musculado torso y que luego se pusiera detrás de él ayudándole con los movimientos, frotando la erección del frontal de los pantalones por su culo.

Si por algo era conocido Johnny era por follarse todo culo nuevo que entraba a formar parte del equipo y el del nuevo pitcher no iba a ser una excepción. Al girarse, Damian vio que Johnny se estaba frotando el paquete, dibujando con los dedos el contorno de una polla larga y grande por encima de la tela. Johnny se llevó una mano a la cara y simuló el gesto de una mamada, como si una polla estuviera entrando por su boca e inflando su moflete. Damian se quedó impresionado por la ofrenda y enseguida asintió con la cabeza, deseando jalarse esa verga.

Fuera pantalones y gayumbos, Johnny se quedó en pelotas con toda la pirula tiesa apuntando hacia el chaval que enseguida se arrodilló delante de él agarrándole por los huevazos y metiéndose toda la tranca entre los labios. Estaba durísima y caliente y no tardó en rendirse a los encantos de ese pene tan hermoso enjuagándolo con su saliva, saboreando cada centímetro e incluso arriesgándose a quedarse unos segundos sin respiración metiéndoselo hasta el fondo de la garganta, sacando a Johnny un gemido de placer inmenso.

Si miraba hacia arriba, la visión de ese espectacular torso fornido y ver a Johnny con los brazos en plan relaz por detrás de la cabeza, con toda la pelambrera de sus sudados sobacos al aire, más ganas le entraban de comerle todo a ese tiarrón. Qué momento tan íntimo y personal, cuando Johnny le descubrió el culito, se lo llevó hacia las taquillas donde descansaban todavía algunas indumentarias deportivas de los otros compañeros, se acercó por detrás y le clavó toda la polla a pelo.

A continuación sintió el calor de su cuerpo en la espalda, rozándole, un abrazo, con una mano aferrándose a su cuello y otra en la cadera. Empezó a zumbárselo por detrás, a empotrarle, a comerle la oreja. Le estaba haciendo todo suyo. Le agarró de la tira de goma de los calzones, la subió hacia arriba como si fueran sus riendas y domó a ese potrillo salvaje.

En los bancos, que todavía olían a sudor de machos, le dio por culo. Cuando Johnny se sentó, Damian aprovechó para hacerle una paja con el trasero. Después de un rato sin tener contacto visual, por fin se miraron cara a cara y lo que Damian vio de Johnny le encantó. Vio en su rostro el de un tio salido deseando follar, tenía la mirada perdida, estaba sudando y buscando placer como un loco encerrado entre cuatro paredes.

Se inclinó y comenzó a esnifar la huevera de Damian. Todavía llevaba el protector puesto. Con mucho gusto se la sacó de los calzones y se la prestó a Johnny, que enseguida le dio la vuelta al protector mirando la parte que había encerrado la polla y los cojones de Damian durante el partido, se la puso en la cara como si fuera una mascarilla e inspiró su dulce aroma embriagador para después relamerlo con la lengua y chuparlo.

A Damian le sorprendió descubrir que le gustó esa cerdada, así que robó un beso a Johnny saboreando el olor y el sudor de su propia polla. Johnny sacó en ese momento el rabo tieso de Damian por un lateral de los calzones y se inclinó para chupársela, saboreando especialmente ese cipotón grande y rojizo que tenía por bandera. Después de comerle toda la pija hasta el fondo, alimentando su apetito con el olor de la huevera de los calzones, le succionó los huevos y se los domesticó.

Damian se lo quitó todo y se sentó de nuevo sobre la polla de ese cabrón. Saltó sobre él agarrándose a sus fuertes muslos, dejó que se recreara la vista con su pomposo culito rebotando una y otra vez sobre su pene, tragándose entero. Le dio lo que andaba buscando y le ofreció lo mismo pero esta vez mirándole frante a frente. Johnny tumbado, él saltando sobre su polla dura, restregando la suya por sus curtidos abdominales, haciéndose una paja y corriéndose encima de ellos mientras Johnny no paraba de frotar su torso recién inseminado con las manos, llenándose los dedos de jugo para luego llevárselos a la boca y saborear la lefa.

Se restregó el semen del chaval por todo el cuerpo como si fuera cremita e incluso le dio de probar un poco, algo que Damian hizo con gusto. Johnny lanzó a Damian sobre le banco, de lado, le cogió una pierna, se la levantó para dejarle el culete abierto y apuntó hacia él lo más cerca que pudo con la polla pajeada en su mano a punto de correrse. Un montón de leche brotando de su polla, blanca y calentita, con un buen flujo metiéndose por toda la raja y luego resbalando, decorando las nalgas, mojando el banco. Encontró el hueco del agujero y se la metió dentro, quedándose bien a gusto.

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