Dí que sí, que Jake Preston estaba tan orgulloso del tamaño de su larga polla, que empezó a firmar todas las entregas que hacía como repartidor con una foto del paquete con la del otro paquete. Era una conducta inmadura que no se podía tolerar, por eso el poli Brody Meyer se llevó al chaval a comisaría para ver si metiéndolo entre rejas una temporada, entraba en razón.
Brody conocía muy bien a los tipos que metía en la trena y por la actitud que vio en Jake al hacerle las fotos de rigor, supo que ese no iba a cambiar en mucho tiempo, que si no era haciéndose fotos de la pirula, haría otras cosas peores. Una cosa tenía que reconocer y es que cuando le llegaron las pruebas de la denuncia, había que estar ciego para no ver que el chaval era guapete, tenía unos ojazos y que sí, que tenía que estar muy orgulloso de su pene, uno de los más largos y grandes que había visto Brody y más en un chico de su edad.
Puede que Brody abusara de su poder en ese momento, pero ahora que no había nadie en el departamento de policía y que todos sus compañeros se habían ido a cenar, aprovechó para dar un paso que jamás se hacía en la sesión de fotos previa a meterle entre rejas: hacer que el reo se desnudara allí mismo. Eso sólo lo hacían con criminales para evitar cachearles y meterles en las duchas antes del ingreso y descubrir si llevaban objetos ocultos, pero el único objeto oculto que llevaba ese chavalín estaba entre sus piernas.
No era para reprochárselo. Una cosa era ver las fotos y otra verla en real. Y vaya que sí que el chaval estaba muy bien dotado. Brody aprovechó cuando se estaba quitando los pantalones para morderse el labio inferior y acomodarse el paquete, que ya le estaba empezando a crecer. Jake, que no conocía el proceso polician de la detención, pues era la primera vez que lo iban a encerrar, supuso que todo aquello era lo normal.
Que lo dejaran en pelotas, que un tiarrón que le sacaba una cabeza de altura y le triplicaba en complexión se agachara delante de él con la cara mirando hacia su verga, que luego le diera la vuelta, el agarrara las nalgas, le abriera la raja del culo y le metiera un dedo por el ojete. No sabía que el poli estaba jugando con él, que Brody estaba abusando de su poder para verle desnudo, para recrearse la vista viendo cómo le rebotaba el rabo cada vez que daba un paso por esa sala en dirección al peso, para comprobar que además de una buena verga, el chico tenía un culito irresistible.
Brody le hubiera hecho una buena mamada y se lo habría follado allí mismo si de él dependiera, pero en el fondo era un tio legal, así que se dejó de juegos ahora que ya había comprobado que estos chavalines venían fuerte y le dijo que se pusiera el mono naranja. Pero momentos antes le había metido el dedo por el culete y Jake no era de piedra. Como resultado, se le había puesto dura y ahora tenía serias dificultades para meterla dentro de los pantalones que, si bien eran de su talla, estaba claro que no de la talla de su largo y enorme rabo.
Al verlo así, intentando meterla dentro, con la goma bajo sus pelotas y ese descomunal miembro saltando arriba y abajo todo duro, a Brody se le abrieron los ojos como platos. Joder, pero qué le daban de comer a ese cabrón. «Bro, como no me haga una paja para rebajarla, esto no entra«, dijo Jake sin miramientos. Pero Brody tuvo una idea mejor.
Deconocía si el chaval era gay, si le gustaban los cuerpos de tios como el suyo, grande, varonil, de pelo en pecho, fornidos, cachas, con un culazo grandote y bien peludo también o si por el contrario preferiría a los de su edad, imberbes, guaperas, inexpertos. Mientras se desnudaba, supo que a Jake le estaba gustando lo que veía. Lo notaba en sus ojos, que le recorrían de arriba a abajo, tenía la prueba fehaciente en su rabo, que permanecía bien duro.
Se puso de rodillas, cogió el pene del chaval con la mano y lo dirigió hacia su boca. Se la empezó a mamar. Impresionó a Jake comiéndosela hasta los huevos, es más, dejándola un ratito ahí, dentro de su garganta, bien apretadita. A Jake, que estaba acostumbrado a mamadas de tios poco bocazas que se conformaban con la puntita y poco más, se le aflojaron las piernas al ver que un hombre era capaz de tragarse su polla entera.
Y una vez haces pop, no hay stop. Jake plantó la mano en la nuca dle poli y le obligó a hacerle eso una y otra vez porque estaba en esa edad en la que todo lo que era nuevo y excitante era digno de ser repetido hasta la saciedad.
El poli se puso de pie, le dio la espalda inclinándose sobre la mesa del despacho y le dejó el culo a tiro. Menudo culazo. Jake no se había enfrenado a una situación así en su vida. Por suerte tenía un señor pollón para ese pandero. Lo que le faltaba era un condón, pero intuyó que no lo iba a necesitar dado que a Brody le urgía que se la metiera, cada vez acercando y meneando más el trasero, impaciente.
Le metió la polla por el agujero hasta el fondo y le dio por culo. Jake nunca había tenido ganas de correrse tan pronto, pero es que el espectáculo de ese culazo enorme, que era dos veces el suyo, rebotando como un flan cada vez que le estampaba todas las caderas, era impresionante. Se puso a sí mismo a prueba. Tomó asiento en el suelo, con la espalda apoyada en la mesa. El poli enseguida se sentó sobre sus piernas y empezó a cabalgar encima de él.
La hostia puta. El culazo rebotando, bombeando su polla larga y tiesa. Por un momento a Jake empezó a subirle un sudor frío que sabía bien lo que significaba si no salía de esa situación enseguida. Brody también lo vio en su cara, así que se levantó y se fue hacia otra mesa, volvió a dejarle el culo en bandeja y dejó que el chaval le penetrara.
De alguna forma sabía que él también tenía sus cartas, que para un chaval al que le gustaran los tios grandotes y varoniles, un culazo así de grande era toda una fantasía. La dureza que todavía conservaba la polla de Jake, le reafirmaba en su idea. Ahora no era solo Jake el que metía rabo, Brody también se meneaba hacia adelante y hacia atrás para tragar cuanta más polla mejor.
Acabó abierto de piernas sobre la mesa del despacho, haciéndose una paja, mirando la carita guapa de ese chaval, enamorándose de sus ojazos claros mientras este le metía una follada a pelo. Ay esos ojitos que no podía dejar de mirar. La mano venció a su polla y se corrió encima, mojándose todo el puño de leche, con los calostros resbalando por encima.
El que a continuación dictó órdenes fue Jake. «Vamos… de rodillas… que quiero… correrme… en tu cara«, le dijo pausadamente. Y entonces Brody, acostumbrado a ser el que mandaba en aquel lugar, se puso sumiso de rodillas, mirando de cerca cómo el chico se masturbaba su enorme pirula. Cuando vio que se excitaba e incrementaba el ritmo, abrió la boca, sacó la lengua y se lo llevó todo calentito.
Toma lefazo directo a la jeta, justo al lado de su nariz, seguido de un dulce de crema sobre su lengua. Jake, todavía corriéndose y temblando de gusto, pidió al poli que le chupara el rabo y este así lo hizo, relamiendo cada centímetro de verga de ese benjamín. Cuando Brody se puso en pie, lo hizo con una sonrisa de felicidad en la cara. Sabía rica la leche del chaval y lejos de darle carta blanca para volver a casa por haberse portado tan bien, iba a iniciar el papeleo para meterlo entre rejas, tenerlo vigilado y poder repetir.