Caio Veyron se zumba a Oskar Ivan a pelo en el ático con sus poderosos 28 cm de rabo descomunal | Tim Tales
Las palmas de las manazas de Caio Veyron estabas acomodadas en sus nalgas y ese cabrón no paraba de meterle y sacarle del culo sus veintiocho centímetros de pollaca. Oskar Ivan se apoyaba con los codos y los antebrazos sobre la barandilla de piedra del ático, fijando su mirada en la de ese empotrador que le estaba dando cera, pensando en lo mucho que iba a disfrutar siendo follado en esa tarde con sabor hispano que ya se acercaba a su fin.
Ese macho tenía tanto para ofrecerle que no supo por dónde empezar. Embriagado por el poder de su torso, lo rozó con las manos. Parecía una armadura brillante y sudorosa, con el adbómen bien marcado. No tardó en sacarle por los calzones el poder brasileño que llevaba dentro, una pieza única, un pijote que se acercaba peligrosamente a los treinta. Apetecible, caliente, duro y bien gordo, se lo amó con la boca.
Que un tio fuera capaz de rellenarle su boquita metiéndole apenas un tercio del pene, decía mucho de las dimensiones de ese gigantesco trabuco. Empachado de rabo, miró hacia arriba, pidiendo perdón a Caio por no poder tragar más. Quizá su culo pudiera suplir todo el amor que merecía. A cuatro sobre el colchón que montaron en el ático, se abrió de piernas y ahora sí Caio pudo meter toda su vara.
Se dejó penetrar sin condón. Oskar se dio la vuelta para apreciar ese cuerpazo al sol, sudando, esa enorme picha introduciéndose dentro de su cuerpo. Era bestial. No podía imaginar cómo hostias le estaba entrando algo tan grande hasta los huevos, pero el caso es que estaba entrando y la podía sentir toda entera dentro de él, proporcionándole un placer inmenso. Le regaló una buena paja con el culo saltando sobre su polla, ensartándose en ella, toda enterita y sin condón. Cuando Caio se la sacó del culo para correrse, puso la boca yla abrió para disfrutar de su leche merengada disparada contra su cara, penetrando por su boca, dejándole un poso de semen en todos los morros y la barba que estaba delicioso para relamerse.