Tim Kruger y Mario Galeno se llevan a Valentino Sistor y a Oskar Ivan a su sala de juegos y se los follan sin condones | Tim Tales
Tim's Festive Fuckfest
Cuando Tim Kruger y Mario Galeno se llevaron a Valentino Sistor y Oskar Ivan a la que dijeron llamar «la sala de juegos«, esperaban encontrar una tele y una play para echar una pachanga al FIFA o al NBA, pero en su lugar se toparon con una cama de cuero de color negro iluminada en la cabecera por varios leds de colores alternativos naranja y azul.
Por si echaban de menos los mandos para jugar, Tim y Mario se miraron sonriéndose, se bajaron al unísono los pantalones y dejaron que esos chulazos guaperas alucinaran con el tamaño de sus rabos. Ahora si querían podían agarrar el joystick y empezar la partida. Valentino y Oskar también se miraron, intentando ponerse de acuerdo para ver quién se hacía con el control de cada pollón. Valentino se decantó por el gordísimo pirulón de Mario y Oskar se puso las botas con el de Tim.
Mario y Tim se pusieron de rodillas en la cama y sus gigantescas pollas erectas no tardaron en tener esas boquitas tragonas camelándoselas enteritas, forzándose a tragar hasta las pelotas sin conseguirlo, claro. Esas vergas eran enormes. Se fueron colando entre las piernas de esos dos machos sin dejar de acicalar sus hermosas herramientas mientras ellos se tumbaban cómodamente observando de cerca a esos dos cerdetes come rabos que se las estaban dejando bien limpias.
Echaron una partida de 2 para 2. Oskar y Valentino se pusieron a cuatro patas en la cama, mirándose el uno al otro, frente con frente, bien cerquita, para reforzar su amistad con algo que hasta ese momento era la segunda vez que hacían. Habían salido de fiesta, compartido viaje, se habían masturbado juntos, pero parecía mentira que pasando tanto tiempo juntos aquella fuera tan solo la segunda vez que compartían el regusto de una follada, taladrados sin condón por dos pijas enormes que sumaban la impresionante cifra de cuarenta y cinco centímetros. Fiesta de pollones, second round!
Sus apetecibles culazos redonditos mantenían firmes esas enormes pollazas. El intercambio de los intensos gemidos de placer entre penetradores y follados y el soniquete de las caderas impactando fuerte en las nalgas, de los huevos cascándose en las rajas, les hizo volverse a todos loquísimos y ponerse cachondos como perros. Oskar y Valentino se montaron sobre esas vergas y las pajearon duro con sus culazos.
Valentino y Oskar todavía tenían algo más que compartir como buenos colegas. Ellos ya se habían corrido y se tumbaron en la cama con las cabezas pegaditas al pie, esperando las corridas de sus machos. Tim y Mario se pajearon sobre sus bonitas caras y les entregaron toda su lefa pintándoles los morros de blanco. Tim sobre la boquita de Oskar, Mario metiéndosela toda por la boca a Valentino. Los dos chavales se giraron, se miraron con los morros sucios y se comieron los hocicos intercambiando besos vestidos de blanco. Tim y Mario volvieron a mirarse como al principio, se sonrieron y chocaron las manos en señal de un trabajo bien hecho, mientras disfrutaban de las vistas de esos dos cerdetes jugueteando entre sus bocas con el flujo de sus pelotas.