Nano Maso, Franklin Acevedo y Abel Sanztin meten un fiestón de pollazas de gran calibre a Valentino Sistor, Oskar Ivan follándose sus culos a pelo y corriéndose en sus caras | Tim Tales *All Stars*
Fiesta de pollones
Arrodillados, rodeados por tres enormes pollas que les hacen dudar de cuál menear con las manos y cuál llevarse a la boca, Valentino Sistor y Oskar Ivan sienten que están jugando en una liga de las grandes que les pertenece por derecho, un all stars en el que los tios tienen pijas gigantescas, una fiesta a la que han sido invitados después del partido, a la habitación donde descansan los jugadores, para ser sus obedientes putitas, para comerles esos acojonantes pollones y ofrecerles sus culos para que se los follen sin condones y a placer.
Aunque empiezan a chuparlas juntos, poseídos por el olor a rabo que se desprende de sus entrepiernas, Nano Maso, Franklin Acevedo y Abel Sanztin les dedican una entrevista a solas, ofreciéndoles sus tres trabucos, aporreando sus guapísimas caritas para que sientan el poder de una polla, dejándoselos agarrar y comer, dándoles un festín de pirulas que les vuelven locos.
Poco resisten por separado y al final acaban comiendo juntos en la misma mesa y del mismo plato. Oskar se abalanza hacia Valentino y coge un par de pollas que tiene sobre su cara, saca la lengua y acicala con ella el robusto y gigantesco miembro que tiene más cerca, lengüeteando con avidez la raja de su cipote. Los dos están ahora rodeados por un mar de rabos enormes, gordos, duros y venosos, que les provocan un sentimiento de lujuria incontrolable.
Saben que en cuanto dejen de estar de rodillas, esos tiarrones bien dotados no van a dudar en colar sus rabos por los agujeros de sus culos. Dedicados a chuparle la minga a Franklin que está sentado en el sofá, pierden la pista a Nano y Abel, que ya están detrás de ellos con sendas pijas de más de veinte centímetros dispuestas a penetrarles.
De nuevo es una suerte que se tengan el uno al otro, porque la van a necesitar, cuando esos duros palos largos y enormes se les claven por el culo, apretados como tornillos entre las paredes de sus anos, cuando sientan que esas duras pollas se les meten hasta el fondo y casi les salen por la boca. Oskar y Valentino gimen de dolor y de gusto, se abrazan y comparten el mismo sentimiento, el de unas pollas gigantes aprovechándose de sus precioso traseros.
Con todos los agujeros de sus cuerpos bien aprovechados, Valentino y Oskar pierden el sentido del tiempo y del espacio. Son conscientes de que esos tres tios se mueven y rotan para joderles los culos sin condones, metiendo sus largar varitas dentro, completamente desnudas y tiesas, pero ya no saben quién les da de comer por detrás o quién por delante, llega un momento en que se dejan llevar por el placer de ser follados en una fiesta donde solo ven rabos, donde sus culos son agujereados sin compasión y donde nada más abrir la boca ya les están metiendo una estupenda pija dentro.
Tres rabos para dos culos, una batalla desigual que ya tiene un bando vencedor desde el principio. Recuperan algo de cordura cuando Franklin, Abel y Nano se tumban en el suelo, los tres en fila, con las pollas enderezadas. Valentino y Oskar se miran por lo flipante de la imagen de ver a esos tres tios tan bien dotados, todos del club de los veinte, la suma de sesenta y ocho centímetros de verga. Enseguida se montan y cabalgan a pelo a los que están en los extremos y para que Abel, que está justo en medio, no se sienta desplazado, entre los dos le agarran la polla y se la masturban mientras saltan con alegría empalados en los mástiles.
Un festín de pollas no es digno de acabar sin más si no hay una corrida bien cerda. Oskar y Valentino se tumban bocarriba en el suelo, se abrazan y disfrutan del espectáculo de fuegos artificiales sobre sus cuerpos. Esos tres machos están de pie rodeándoles y miden los tiempos para correrse uno después del otro. Cuando lo hacen, se arrodillan y apuntan con sus penes hacia esas dos caritas.
La paja vuela sobre ellos y el destino quiere que Oskar sea el afortunado que se lleve la mayor carga de semen. Lefotes grumosos y espesos sobre su linda cara, dibujándole un bigote, metiéndosele por lor orificios de la nariz, rastros de lefa por los pelitos de su barba y por todas partes, ducha de esperma. Valentino apenas ha cazado al vuelto algún lechazo, pero tiene a un compi de follada que le cuida bien, que gira la cabeza y le besa dándole un morreo cargado de leche. Besos deliciosos y suaves, colgajos de semen que se estiran entre sus labios, mientras los tres mosqueteros de pie y soltando sus pollas, sonríen de placer observando la guarrada que han hecho.
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