En la fiesta de bienvenida, Asher echó el ojo a Ashton Montana, incluso llegaron a intercambiar algunas palabras, pero entre tanto recibimiento y tantos chicos, al final se perdieron cada uno entre su grupo de amigos y no volvieron a encontrarse. ¿Os podéis creer que al día siguiente, de tantos que eran, Asher no se acordaba ni de los nombres y tampoco de la cara de algunos de ellos? Por un momento le pareció como si hubieran llegado más.
Esa noche, Asher tuvo un sueño casi húmedo con Ashton. Lo del casi es porque no llegó a mojar las sábanas, pero se levantó con la polla bien subida y necesitó buscarle nada más levantarse. Fue a la cocina y preguntó a Deacon si sabía dónde estaba y le dirigió hacia las escaleras. Allí se lo encontró y era muchísimo más guapo todavía de lo que la mente de Asher recordaba.
Rubito, con una carita angelical en la que conservaba algunas pecas de su juventud, el flequillito con el pelo de punta, con un cuerpazo atlético que sabía cómo remarcar poniéndose una remera deportiva sin mangas que destacaba sus fuertes brazos. A Asher le parecía monísimo, super guapo y encima se lo encontró leyendo un libro intentando aprender español. Estaba tan irresistible que le quitó el libro de las manos y empezó a besarle.
Fue correspondido y subieron juntos a la habitación. Por el camino Asher descubrió que de cintura para abajo el chaval estaba tremendo. Tenía unos pantaloncitos cortos deportivos, muy cortos, grises y de algodón que le remarcaban la silueta de su despampanante trasero, además de que se veía que no llevaba calzones porque se le estaba marcando la forma de la polla perfectamente.
Mira que Asher ya tenía el culo preparado para dárselo a ese machote atlético, pero en cuanto terminó de quitarse los pantalones y el chaval le vio la minga morcillona, se inclinó para comérsela. Uff qué tierno estaba el chavalote. Asher alargó un brazo, metió la mano por detrás de esos pantaloncitos tan ceñidos y le sobó el culazo. Le gustó tanto que puso los ojos en blanco y le urgió darle la vuelta, para ponerle a cuatro patas y apreciar lo bonito que era.
Menudo trasero tenía le cabrón, con unos buenos huevos y la minga colgando entre sus piernas. La primera vez que Asher sumergió los morros en su raja, al chaval se le puso la piel de gallina del gusto y el escalofrío de sentir una lengua abriéndose paso por su ojete. Asher no renunció a nada. Desplegó toda su artillería para hacerle una buena comida, jugueteó con sus pelotas colgantes y le dio la vuelta tumbándolo sobre la cama para meterse entre sus piernas y comerle la minga.
Al principio la tenía flácida y parecía de un tamaño normal para su complexión, pero qué engañado le tenía. Mamada a mamada eso fue creciendo y lo que Asher tuvo frente a la cara y dentro de la boca era un pollón impresionante y de gran calibre, largo, gordísimo, con un cipote semi circuncidado que apatecía rechupetear como un helado de cucurucho.
La postura en la que se lo estaba mamando le permitía mirarle a los ojos. Ver esa carita le ponía cachondo y le hizo un buen trabajito entre las piernas para que no lo olvidase. Asher seguía impresionado de cómo esa pichita flácida había conseguido tales dimensiones al ponerse dura. Ahora, con cada mamada, el cabroncete conseguía rellenarle de rabo toda la boca y le resultó imposible tragársela entera.
Cómo cambiaban las cosas de un momento para otro. Él que creía que al final se la iba a meter al chaval y al final fue Ashton el que tuvo tal honor, porque esa hermosa polla se merecía todo. Hacía tiempo que Asher no gemía como lo hizo esa mañana, al notar esa polla tan grande penetrando su culo sin condón. La tenía realmente gorda.
Ashton empezó a culear un poco timidito, quizá porque para él también supuso una sorpresa y un reto meterla por un agujero que se le quedaba tan estrecho, que con ese tamaño de verga a ver cuál no, así que Asher comenzó a culear hacia atrás en cuanto se acostumbró al diámetro de ese rabo y consiguió que el chaval empezara a endiñársela a buen ritmo, sintiendo el impacto en la entrepierna de esas pelotas que le colgaban tan bien.
No se iba a quedar Asher sin su ración. Ashton se puso a cuatro patas sobre la cama con el culete en pompa dispuesto a recibir y Asher se puso hasta nervioso mientras se acercaba a él por la espalda, de las ganas que le tenía, de lo rico que estaba en esa postura, fibradito y musculoso, tan guapo, con esos muslazos blanquitos que subían hacia un trasero de lujo.
Se la metió a pelo y el gemidito que brotó de la boca de Ashton fue música para sus oídos. Asher sabía que no iba a aguantar mucho penetrando a ese chaval que tanto le molaba. Que no dejara de mirar hacia atrás no ayudaba a calmar las cosas, porque ver su carita le impulsaba a joderle más y mejor. Además se estaba ruborizando y tenía ya las mejillas, sobre todo en la zona bajo los ojos, sonrojadas por el calor y el vicio.
Al follárselo boca arriba se fijó en el pedazo pollón descansando sobre su vientre. Ashton se lo cogió y empezó a pajeárselo mientras que Asher se la metía. Los dos se descontrolaron y de alguna forma supieron que iban a acabar la follada en esa postura, allí y en ese mismo momento. Ashton se encorvó un poco, soltó un gemido prolongado y lo acompañó de un alucinante final de pajote regándose todo el torso y hasta la cara con su lefa.
Demasiado guapo estaba ya, ahora con la carita sucia, bañada con el sudor de su propia leche como para pasar desapercibido para Asher, que se inclinó y le pegó un morreo para después bajar por su torso relamiéndoselo y limpiándole la lefa, recogiéndola con su lengua para terminar chupándole el pollón. Fueron hacia la ventana, la luz de los primeros rayos del sol del amanecer en España mojando sus cuerpos. Se estaban enamorando. Asher prefirió no correrse todavía, quería que Ashton se recuperara de la corrida para volver a sentirlo dentro de él y entonces dejaría que viera cuánto le molaba, cuando se sacara toda la leche para demostrárselo.
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