Viktor Rom empotra salvajemente a Manuel Reyes sin condón | Lucas Entertainment
Gentlemen 30: Sweating Some Overtime
Ser todo un caballero en los negocios pero un buen cabrón en la cama es la máxima de Viktor Rom para triunfar y llevárselo todo de calle en su terreno. Verle trajeado marcando un buen paquetón en los pantalones puede hacer que la imaginación vuele, pero hay veces que la imaginación jamás podrá acercarse a la realidad. Manuel Reyes lo descubre cuando toca ese bulto por primera vez, mordiéndose el labio inferior del gusto y la sorpresa, cuando se agacha y sostiene la mirada por primera vez sobre esa mazorca gigantesca, gordísima, empalmada, cuando ve ese par de cojones grandes llenos de leche colgando por encima de la bragueta.
Manuel se saca la suya, sólo por comparar, y si bien es cierto que el chaval va bien armado y que casi la tienen de la misma longitud, el grosor y el volúmen de un rabo hacen la diferencia entre un tio y un tiarrón. No tiene nada de lo que acomplejarse, pero ahora sabe lo que toca, poner el culo para que ese cabrón se lo coma y se lo destroce con su gran minga.
Ahí es cuando descubre el lado salvaje y oculto de Viktor, el gran comedor de culos que los deja tan abiertos y lubricados con sus babas que siempre que aceptan la mete sin condón, explorando las oscuras profundidades de agujeritos bonitos, estrechos y tragones. Manuel se queda casi en volandas sobre el fornido cuerpazo de Viktor, empalado completamente en su rabo, apoyando el trasero y la parte baja de la espalda en su torso e intentando buscar un punto de apoyo poniendo los pies encima de sus muslos.
Se siente poseído, parte de otro hombre. Sólo puede gemir y dejarse llevar por todo un mar de nuevas sensaciones que suponen el tener un rabo tan sumamente gordo inflándole el ojal. No es sólo que la tenga enorme, es que sabe cómo culear, cómo follarse a un tio con rabia, dando caña para hacer de esa una follada inolvidable.
Lleva un buen rato restregándose bocarriba sobre las sábanas, meciéndose hacia arriba y hacia abajo por el colchón al ritmo de las embestidas. No debería haberse tocado la polla, pero ya que la tiene agarrada, culmina el pajote llenándose el vientre de leche. Con un gran autocontrol digno del mejor de los folladores, Viktor saca el rabo y con muchas ganas se corre encima esa carita guapa rociándosela con todo el esperma de sus voluminosos cojones.