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El Batallón Sagrado de Tebas 4: La gran orgía de los guerreros griegos con William Seed, Diego Sans, D.O., Francois Sagat, Ryan Bones y JJ Knight | MEN

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Tras la última de sus victorias en terreno enemigo, las tres parejas de guerreros formadas por William Seed, Diego Sans, D.O., Francois Sagat, Ryan Bones y JJ Knight regresaron al campamento base para celebrarlo por todo lo alto. Los seis varones alrededor de la mesa fueron turnándose para pronunciar una frase gloriosa que refrendase sus acciones y alentase sus espíritus.

Ryan abrió el camino mientras entre las tiras de cuero de su falda sobresalía su enorme, larga y gorda polla. Dioses que les han guiado e iluminado para conseguir la victoria, es la hora de degustar el sabor de sus cuerpos curtidos en mil y una batallas. Besos de felicidad y puro deseo, compañeros y conductores olvidaban sus roles para abandonarse al placer de sus musculosos cuerpos, mertiéndose las lenguas hasta el fondo y dejando que los considerables miembros que les colgaban entre las piernas creciesen sin medida.

Ninguno de ellos podía ocultar el orgullo de ser campeones de leyenda. A medida que les crecían las pollas, las tiras de cuero cedían irremediablemente. Mientras que algunos zarandeaban sus rabos todavía morcillones, otros ya la tenían más dura que una estaca mirando hacia el techo de la tienda y deseando clavarse en un apretado culo.

Quizá en otras lejanas tierras, otros guerreros celebrasen la victoria comiendo y bebiendo como cerdos hasta el amanecer, pero los luchadores del Batallón Sagrado de Tebas conseguían su fuerza principal y su alimento indispensable del amor entre hombres. Rendirse a los besos de un compañero por delante mientras por detrás sientes el roce de un rabo caliente paseándose por tu culo, colándose entre tus piernas. Sin reglas, sin tabúes, los que esa noche estén más cariñosos recibirán todo el amor que merecen.

D.O. es el primero en agacharse y probar el irresistible culazo de William. Cuela los morros en su raja y le hace disfrutar antes de retirarse en busca del rabo de Diego. Francois es el siguiente en hincar las rodillas para meterse en la boca el trabuco de William. Viendo que la fiesta sigue su curso, JJ se agacha también y se cena a bocados el enorme y gordo pollón de Ryan.

El ruidito de bocas chupando rabos inunda toda la estancia y pronto se mezcla con el de gemidos. Los tres machos a los que se las están mamando, recobran el sentido tras las primeras caladas y se comportan como auténticos perros de caza, agarrándoles las cabezas por detrás y obligándoles a comer polla hasta los huevos.

Las casuales parejas formadas por el azar y el destino, se convierten en tríos. Diego, que ya conoce los placeres terrenales del culazo de su oficial, lo vuelve a exhibir ante todos sobre la mesa. William se lo abre bien para que Diego se lo coma mientras él le da rabo por la boca. Muy cerca, JJ, Ryan y Francois se pajean los rabos en corrillo, admirando sus lustrosas vergas desde arriba.

Una fiesta de todo rabos, requiere de algunos que hagan grandes sacrificios por los demás. Francois y William se tumban sobre la mesa y se abren de piernas. Will se siente en la puta gloria y lo goza a pierna suelta cuando el oficial le come el culo y Diego toda la porra. Francois también está en su nube de sueños. Mientras se relame con la dura polla de Ryan en la boca, la nariz de JJ surca la rajeta entre sus nalgas y le desplaza la huevera.

JJ se une a William y Francois en la mesa. Los tres hombres escuchan sus propios gemidos de cerca, desplazados hacia el centro por el poder de unas grandes pollas que les machacan los culos por detrás. Diego arremete con furia con su torso peludo y su larga vara el impresionante y pomposo culazo de Francois. JJ, que es el único que permanece en pie penetrado con fuerza por Ryan, encuentra un lugar para su larguísimo rabo justo por debajo de la mesa y la mano de William se ve obligada a frenar la efusividad de un oficial fuera de sí que no mide la fuerza de su gordo y durísimo rabo.

No hay roles, sólo lujuria y ganas de hacer lo que quieran hacer. Ryan se tumba a cuerpo de rey sobre la mesa y a su rabaco acude Francois necesitado de amor que empieza a cabalgárselo. El oficial D.O. pone el culo para que JJ se lo atraviese con su larga espada y William sigue en la necesidad de tocar para creer, esta vez metiéndose una mano entre las piernas y rozando con las yemas de sus dedos el duro pollón de Diego que le atraviesa las entrañas con pasión.

Pronto lo que parecía seguir una lógica se convierte en el caos de una descomunal orgía en la que no queda rabo por explorar culo a la vista, ni ojetes que no hayan tenido dentro un rabo, excepto Diego y Ryan, que se mantienen firmes empalando todo lo que se les pone por delante.

William y Francois vuelven a tumbarse sobre la mesa. En unos minutos lo celebrarán con vino y risas, pero ahora toca celebrarlo con mucha leche. Seis santos guerreros y musculosos varones zarandeándose las pollas unos cerca de otros entre gemidos de placer de corridas que están a punto de nieve. El oficial abre el tetrabrik vertiendo una lluvia de semen que salpica a todos.

Mientras Francois une su leche a la de su mandamás, casi a la par Diego se deja el caldo de cultivo sobre los pectorales de William. JJ echa sus espesos calostros sobre el costado de Francois y William mete toda la paja sobre sus abdominales, animado por Ryan, que por sorpresa le mete la polla por el culo, la última que le faltaba por probar.

Con un fuerte y sonoro gemido, tanto como sus primeras palabras antes de comenzar la orgía, Ryan le saca el pollón gordo del culo y se corre entre las ingles y la base del pene de William, que acude raudo a agarrarle la polla a mano abierta pajeándosela duro para sacarle hasta la última gota de leche que le queda en los cojones.

EPÍLOGO

Filipo se detuvo ante una fila de hombres que yacían ante sus ojos, unos encima de otros, derrotados en su última gran batalla. Los que allí no estaban, habían sido heridos o apresados. Mientras pronunciaba estas palabras: «muera aquel que sospeche que estos hombres hicieron algo inapropiado«, no pudo dejar de pensar en todas las guerras que habían ganado y que en vida habían sido libres. Libres para amar, libres para celebrar, libres para follar.

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