Viktor Rom penetra a pelo el apretado culito de Anteo Chara con su gigantesco y gordo pollón | Fucker Mate

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Ni aun habiéndose dejado penetrar su delgado y prieto culito por negrazos, por tios delgaditos con auténticas anacondas entre las piernas, por daddies osetes con penes tan gordos y robustos como un tronco o latinos calientes, ni aún con esas se le bajaba la líbido a Anteo Chara, que pensó en leerse el kamasutra de principio a fin para practicar nuevas posturas sexuales con los nuevos tios con loq ue se encamase en función de la fuerza y el tamaño de polla que tuvieran.

En vaqueros, bien ajustados a su culazo y a su enorme paquete. Así se presentó Viktor Rom en el dormitorio de este joven lector de cosas tan interesantes e instructivas. Anteo miró de arriba a abajo a ese pedazo de macho robusto, fuerte, con grandes pectorales, cara de empotrador vicioso, biceps de lujo, tatuado y con un buen remarque en la bragueta y empezó a ilusionarse con una gran cantidad de posturas que podría practicar con él sobre el colchón sobre el que reposaba su delgadito cuerpo, en comparación con el de ese tio, en ese mismo momento.

Viktor se subió al colchón e hizo ese pase que tan bien se les da a los toreros, envalentonándose, poniendo las caderas al frente, dejando claro que no se amedrentan ante nada ni nadie, tan seguros de la espada que llevan encima. Anteo plantó la mano encima de su bragueta y alucinó con lo que estaba tocando, un miembro viril fuerte y duro, atrapado bajo la tela vaquera.

En cuanto le desabrochó el primer botón, antes de bajarle la cremallera de la bragueta, ya se dio cuenta de que ese cabrón no llevaba calzones. La enorme y gigantesca polla gorda salió disparada como un resorte hacia el frente y pegó unos cuantos rebotes dando bandazos a un lado y a otro. La tenía tan dura que enseguida paró y se quedó firme.

Viktor continuó bajándose los pantalones hasta las pantorrilas y dejó libres también sus generosos huevazos, se agarró la polla e hizo el avioncito sobre la cara de ese chaval, que se acercó para esnifar el olorcito a rabo y dejarse azotar por esa herramienta. Viktor le dio pollazos en la nariz, en las mejillas y en la mandíbula, le rebozó la polla por toda la jeta mientras Anteo trataba de cogerla con la lengua.

Finalmente se la metió dentro de la boca, pero no al uso como se había comido hasta ahora la polla de cualquier tio, a su ritmo. Aquí el que marcaba el ritmo era Viktor, que le agarró por el cogote con una mano detrás de su cabeza y no dejó que sacara ni un puto centímetro de verga de su boca en la primera mamada, sino que apretó la cabeza contra su cuerpo e hizo que se atragantara con ella desvirgándole la garganta a base de rabo.

El pollón salió de su boca bien ensalivado, después de unos sonidos guturales que a Viktor le sonaron a gloria bendita. Anteo se vio obligado a abrir la boca de par en par como nunca, incluso más que cuando iba al dentista. La cacho polla se ajustaba al contorno de sus labios como ninguna y Anteo perdió el control de sus ganas de comer, con los salivazos saliendo de su boca, resbalando por el tronco de ese mango y cayendo al suelo de las putas ganas.

Cogiendo aire, Anteo sacó la lengua y se dedicó un rato a lamerle el tronco y las pelotas, pero Viktor, que deseaba esa boquita tragona, le agarró la cabeza a dos manos como el que agarra un balón de baloncesto y le folló la boca metiéndosela hasta los cojones. Exhausto, después de la comilona, Anteo volvió a tomar aire y fue consciente de lo que estaba chupando, cuando vio la base y los huevos de ese tiarrón encharcados con el batido de sus babas blanquecinas, por encima de unas piernas fuertes y morenitas, los vaqueros casi por las rodillas.

Se acordó de la cantidad de rabos que se había comido así en los baños públicos, con tios desesperados por una buena mamada, con los pantalones por los tobillos, desfogando sus cojones sobre su cara. Recogió con la lengua esos salivazos y volvió a buscar con ella la polla, dejándose atragantar por ese tio que comenzaba a comportarse como un animal, ávido por follarle el culo y darle todo su esperma.

Los calzones de Anteo desaparecieron a la fuerza. Viktor casi se los rompe bajándoselos en plan bruto, descubriendo ese delgadito culo por el que, de primeras, parecía que iba a costar meter semejante lindeza de rabo. Se lo cogió como si fuese un juguete, a dos manos. «Qué culo tan rico, me cago en la puta«, le soltó así como si nada y le merendó la raja con la boca, la lengua y escupiéndole en el ojal para preparárselo a su antojo.

Cuando estaba en los cuartos oscuros de los garitos de la ciudad, a Anteo le encantaban esos momentos preliminares donde tios desconocidos paseaban su rabo caliente por distintas zonas de su cuerpo. De espaldas a Viktor, sin poder ver lo que hacía, de repente sintió su polla erecta golpeando la planta de sus pies. Se puso tan cachondo que reculó de rodillas unos pasitos hacia atrás, hasta notar cómo el jodido cipote gordo de ese cabrón le rozaba la rajeta del culo. Sentir tan poderoso rabo, le hizo gemir de placer y casi correrse sin manos.

El libro del kamasutra le había enseñado muchas cosas, pero había posturas clásicas que por algo eran las más usadas. Se sentó sobre la cara de ese machote que estaba hambriento de culo, dejando que le diera el beso negro y él se inclinó hacia adelante para devorarle la polla, cerrando la postura del sesenta y nueve con la que ambos varones salían beneficiados.

La polla llena de babas, su culo también. Anteo volvió a ponerse a cuatro patas encima del colchón, se abrió todo lo que pudo de piernas y Viktor se puso detrás de él, enchufándole la polla por la fuerza, intentando abrirse camino sin condón por ese culo tan estrechito y delicioso. Demasiado gorda y grande para su ojal, apenas se tragó la mitad, entre gestos de dolor, agarrando a Viktor por los muslos para que frenara un poco.

Experto en dar ánimos, diciéndole que él podía conseguirlo, Viktor le dio unas palmaditas en el culete, como si eso fuera un partido de fútbol y él un buen compañero. Anteo volvió a la posición y esta vez se la tragó toda sin rechistar, dejando que el dolor dira paso al placer, gimiendo como una buena putita besando las sábanas mientras ese macho se la clavaba hasta el fondo.

Había algo super cerdo en aquel tio que a Anteo le ponía a tope. Que su culazo ya era suyo y le pertenecía estaba más que claro, sólo había que fijarse en el gordo y gigantesco pollón duro como una roca penetrando en sus entrañas, la marca roja que ese cabronazo le había dejado en las nalgas dándole de hostias, azotándole para animarle a que se la tragara entera.

Como un animal marcando territorio, el suyo ya estaba marcado. Anteo logró incorporarse, se vino arriba y empezó a culear sobre esa polla, marcándose un bailecito, metiéndose y sacándose el rabo a su ritmo mientras Viktor descansaba admirando la danza sobre su soberana polla y se acariciaba los pezones con los dedos pulgares de ambas manos.

Ese chavalito tenía que aprender quién era el macho alfa. Viktor se puso su culo entre las piernas, cobijándolo entre sus muslos y le cubrió por detrás a mazazo limpio, penetrando el ojete con su gigantesca polla. Cuando se la sacó del agujero, el ojal latía por inercia, como si todavía tuviera una buena polla dentro. Viktor aprovechó uno de esos latidos, cuando el agujero se expandía a tope, para echarle dentro un salivazo, colarle la polla dentro y seguir cebándose con ese capullo.

El calor de su rabo y el calor de su cuerpo. Por si Anteo no se había dado cuenta todavía, Viktor se tumbó encima de él, frotando su grandioso cuerpazo por encima de su espalda a la vez que se la metía sin parar. Del peso, Anteo terminó emparedado entre ese macho y el colchón, haciendo que su larga polla, erecta del cariño que estaba recibiendo de ese maromo, tuviera que encontrar una puta salida entre sus piernas y se quedara doblada mirando empitonada hacia su muslo derecho.

Empalado, a la de una, a la de dos y a la de tres, Viktor le cogió entre sus fuertes brazos y le dio la vuelta sobre la cama, poniéndolo ahora a cabalgar encima de su polla. Anteo, desvencijado, vencido, todavía tenía fuerzas para masturbar el rabo con el culo. La tenía tan grande que, por muchos movimientos amplios que hiciera, ese miembro jamás abandonaba su interior.

Después de una penetración taladrándole el ojal desde arriba, Viktor decidió mirar el pedazo agujero que le había hecho, un agujero negro sin fondo y redondito que volvió a inundar de saliva y de rabo. La flexibilidad de Anteo le dio para abrirse de piernas a tope, con las rodillas al pecho y los pies en la cabeza, dejando que Viktor le penetrara tumbado de lado mientras él se labraba una suculenta pajilla.

Anteo se agarró el pollote, se lo puso bien firme y tras unos cuantos repasos con la manita, la leche comenzó a aflorar de la raja de su gordo cipotón rojo. Dejándose llevar por lo que sentía al correrse, sin reprimir ni una sola de las sensaciones que se agolpaban en su cabeza, Anteo gimió gritando, incorporándose cada vez que de su polla manaba un buen chorrazo de lefa.

Ese animal que le estaba follando el culo había hecho que él mismo se comportara también como otro. No eran tan diferentes. Viktor le puso otra vez a cuatro patas y le dio duro por detrás hasta que le flojearon las piernas para lo que se venía encima, entonces sacó la polla y le metió unos buenos lechazos calentitos en la espalda, el culo y la raja. Todavía rebosaba leche por su cipote mojado cuando se la metió a lo bestia por el agujero, dejando que su enorme polla se saciara y terminara de correrse dentro de su esfínter tragón, ahora lleno de lefa.

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