
Randy Junior el chavalito colombiano guapo y super pollón que rompe moldes | Fucker Mate
Mirada de gamberrete, juguetón, avispado y malote, cuando uno mira a Randy Junior a los ojos le vienen muchas sensaciones encontradas. Ganas de comérselo, de protegerlo, ganas de zorrear con él en la cama. Esos ojazos dicen mucho y cada cual encontrará en ellos distintos motivos para empezar a querer a este nuevo chavalito colombiano de veintidós años. Su mirada de cachorro es sólo el cebo que tiene de forma natural para engancharte a sus encantos.
Besarle debe ser una puta delicia. Perderse en esa mirada de ojos oscuros mientras el cabrón empieza a enseñar todas sus bazas y te camela hasta llevarte al catre. Se va quitando ropa y empiezas a ver que el cachorrito ya es todo un hombre. Un cuerpazo tonificado y musculado que apetece sobar con las manos un tiempo infinito.
Si te aproximas lo suficiente como para notar el volúmen de su paquete, descubrirás la maravilla que esconde como centro de placer de su cuerpo. Al ver esa carita mona, nada hacía sospechar de sus dotes, pero así es la naturaleza, que a menudo nos engaña con falsas espectativas, a veces para peor y otras como esta para mejor, porque menuda manguera larga y gorda se gasta el cabronazo, en relación a su constitución, mucho mayor de lo que cabría esperar ni en los mejores sueños.
Un rabo duro, gordísimo, venoso, de los de hacerse callos en las manos pajeando duro y sin descanso. Veinte centímetros para darse el gustazo de mamar hasta las trancas o de clavártelo hasta quedarte satisfecho. Si lo consigues, podrás sentir el calor de unos huevacos grandotes a la medida, bien cargados, colgantes, perfectos para succionar y perder la razón. Randy ha llegado para quedarse y promete darnos muchas alegrías en nuestros ratos íntimos de ocio pajillero.