
La Familia Polla: El doctor me folla y me preña el culo en su consulta delante de papá | Family Dick
Desde hacía algunas semanas, tenía un poquito de tos al levantarme, así que mi padre decidió llevarme por primera vez a su médico de confianza. Yo nunca había tenido la necesidad de ir, se podría decir que hasta entonces en la familia Armstrong habíamos estado sanos como un roble. Jamás hubiera pensando que al salir de aquella consulta lo iba a hacer con el semen del Dr. Wolf chorreando entre mis muslos.
Vi normal que me explorara la boca y el pecho, hasta me pareció lógico que me dejara completamente desnudo y me toqueteara el rabo y los huevos, ya lo había visto hacer en las pelis, que a los varones les tocaban los cojones antes de meterse a hacer el servicio militar y les hacían toser para descartar no sé qué enfermedad, la tuberculosis creo. Lo que ya no tenía tanto sentido era dejarme a cuatro patas sobre la camilla, con mi culito tierno semiabierto que ya se encargó el doctor de abrir un poquito más y explorar con un instrumento metálico.
Ya os he contado que era el médico de confianza de mi padre y cuando digo de confianza quiero decir de confianza plena y ciega. Os lo digo porque si no no entenderíais que, cuando el doctor me hizo inclinarme en la camilla y le dijo a mi padre que se agachase a comerme el culo mientras yo tenía que encargarme de sacarle al doctor la polla de la bragueta y chupársela, lo hizo sin preguntar.
Joder, era super raro tener a mi padre comiéndome todo el ojal, pero creo que del gustillo que me daba y la pedazo trompa que me comí segundos después, se me olvidó ya dónde estaba. A ver, no era tonto por aquel entonces, ya me había comido el rabo de algún colega, pero nadie, absolutamente nadie había cruzado mi puerta trasera.
El doctor gemía, me gustaba comerla bien, y alentaba a mi padre a dejarme el culito abierto y húmedo. Pasado un rato le ordenó ponerse donde delante de mí y darme ánimos, poque lo que iba a venir ahora me iba a doler mucho. Noté unos golpes calentitos de su pedazo polla en mi espalda y recuerdo que mi padre me acariciaba la cara y me miraba fijamente mientras el doctor metía su gigantesco rabo dentro de mi culito estrecho y virgen.
Yo que pensé, ingenuo de mí, que algún día iba a perder la virginidad a manos de unos pandilleros en un callejón de la ciudad, en la noche, donde me dejarían tirado como a una puta con el cuerpo y la cara llenos de lefa. Si es que uno no puede tener fantasías, me cago en la puta. En lugar de eso, ahí estaba, con un hombre muy atractivo pero al que no conocía de nada, desvirgándome el culo con un rabo de dimensiones sobrenaturales y con mi padre siendo testigo de cómo dejaba atrás mi adolescencia.
Aquel cabrón hacía con mi cuerpo lo que quería. Había amoldado tan bien su tranca dentro de mi agujero que me la enchufaba una y otra vez, me agarraba con sus grandes manos y se insertaba mi culito pequeño en su polla como le venía en gana. No estoy seguro porque lo tengo algo borroso, pero juraría que cuando el doctor se puso a gemir como un puto cerdo y le dije a mi padre que estaba notando algo líquido y pegajoso resbalando por mis huevos y mi entrepierna, él se tocó un poco el paquete.
Nota: Las imágenes, el vídeo y el texto reflejan una obra de ficción. Los actores no tienen ninguna relación de parentesco real.
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