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Viktor Rom se folla sin condón al atractivo Alejandro Casquivano, le mete una preñada y le come toda la lefa del culo | Fucker Mate

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Había muchas formas de desear el culo de un hombre, pero pocas tan efectivas como el morbo que provocaba verlo cuando se ponía el delantal de cocinero sobre el cuerpo desnudo y se daba la vuelta. Viktor Rom se preguntó si se sentiría lo mismo si un tio llevara minifalda. ¿Podría trempar y desear follárselo tal y como hacían los heteros al ver a una chica en minifalda cortita y sin bragas, cuando se agachaba y se le podía ver hasta el alma?

Instó a Alejandro Casquivano a hacerle un bailecito con una minifalda de colegiala puesta, la típica de cuadraditos, tan corta que casi era como si no la llevara, pero que por el simple hecho de llevarla, tan solo por verse obligado a hacer el esfuerzo de ladear la cabeza para descubrir la forma del culazo y su raja, que no se lo pusieran en bandeja tan fácil, a Viktor le emocionó y acabó con la polla más dura que una roca, erecta en su mano, con necesidad urgente de pajeársela hasta que encontrara el momento de follarse a ese chulazo.

Y es que Alejandro estaba buenísimo. Brazos fuertes, buenos pectorales, guapísimo y atractivo, con ese pelazo moreno y barba. Estaba deseando ver cómo quedaba esa carita tan masculina y viril cerca de su polla. Viktor se abrió ligeramente de piernas y le animó a comérsela. Alejandro ocupó un lugar entre ellas, le asió el pene firme con la mano por la base y empezó a disfrutarlo esnifándolo, rebozándolo por encima de su cara, restregando el hermoso y gran cipote por sus napias.

Abrió la boca y se pegó el atracón. A Viktor le gustó tanto su forma de chuparla que la cabeza se le fue para atrás del puto gusto. Le encantó que la sacara nada más metérsela en la boca y que se le quedara mirando paseándose la lengua por los labios, saboreando el precum que acababa de llevarse con el primer intento de mamada. Volvió a comérsela y fue con todo, abriendo la boca a tope, intentando tragarse ese descomunal pollón hasta las huevos.

Pocas vecez Viktor se quedaba tan embelesado con un tio mientras se la chupaba, pero con Alejandro no había remedio, el tio era jodidamente atractivo y sus labios y la forma en la que se manejaba con la lengua, no ayudaban precisamente a mantener la leche dentro de las pelotas. Alabó el intento de este de tragar a fondo, aunque se quedara a una mano de distancia de cumplir su objetivo. Quizá su agujero corriera mejor suerte.

Lo tumbó en la cama y le elevó el trasero. Tenía su culo a tiro y su guapísima cara de fondo, atenta a cada movimiento. Aparte de minifalda, el tio había ido bien preparado con sus braguitas de colegiala, tipo tanga, blanquitas. Viktor se encargó de retirar la gomita que apenas escondía la preciosa raja de su culazo. Eso le hizo sentir especial, como si fuera una noche de bodas, como si fuera a tener la oportunidad de desvirgarlo.

Le devoró el ojete, bajó el culo a la altura de sus caderas y lo penetró con su vasta polla. Su agujero se resistía. Hasta Viktor comprendió que era demasiado grande según se la estaba metiendo a pelo. Alejandro le paró la marcha, posando una mano sobre su muslo. Él quería ir despacio, pero estaba tan buenorro que no podía frenar sus impulsos más básicos.

Que le colocaran la mano en la pierna para aflojar un poco era algo normal, pero Viktor también sabía que siempre terminaba entrando, que el dolor llevaría al placer, así que, desoyendo los mensajes que le lanzaba Alejandro con la mano, lo penetró con más fuerza todavía hasta hundir por fin su tranca dentro de él. Alejandro retiró la mano que tenía colocada en su pierna y soltó un gemido de gozo.

Viktor se inclinó sobre él y le hizo el amor muy fuerte. Quería ver esa cara disfrutando, abrazarse a él, bombearlo hasta desvalijarle el culo por completo, a base de pollazos certeros, dilatando ese agujerito que ya era suyo, palmeándole con los huevazos. Todavía estaba apretadísimo cuando le dio por culo, pero Alejandro estaba ya on fire y acabó autofollándose, meciendo su cuerpo hacia adelante y atrás a cuatro patas, tragando polla.

Ese tio era un regalo para la vista. Tras hacerle la cucharita, volvió a ponerle a cuatro sobre la cama. Le retiró las braguitas sacándoselas por los pies muy suavemente, con delicadeza. Luego fue a meterle polla y a Alejandro le entraron de nuevo los miedos, llevando una mano a la cadera de Viktor para que este fuera con cuidado. Pero si te la has tragado entera antes, cabrón, pensó Viktor.

No, no fue con tiento, se la metió de a una, hasta el mismísimo fondo, se abrazó a Alejandro y le susurró al oído que, aunque ahora le doliera terminaría gustándole.

La cabalgada fue a medias y sería la última postura que practicarían juntos, al menos ese día. Alejandro empezó saltando al trote, ensartado en el pollón. Viktor aprovechó un momento de descanso de Alejandro para encularle desde abajo. Alejandro se le inclinó con la cara muy cerca de la suya, mirándole fíjamente y entonces el mundo en la cabeza de Viktor se desordenó por completo y acabó preñándole.

En cuanto la polla salió del orificio del ano, Viktor le hizo darse la vuelta y ponerle el culo encima de la cara. Quería ver de cerca la cerdada que había cometido, flagelarse por ser un chico tan malo. Un chorrete de lefa le cayó encima de la barbilla, abrió la boca y empezó a comerse el ojete bañado en su propio semen, mirando de cerca la lefa pegadita a los pelos, su amor bien entregado.

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