Malik Delgaty hace lo que quiere con Leo Bacchus en la camita, follándole la boca, el culazo a pelo y corriéndose en su cara | MEN
Throating The Straight Jock
Debería haberlo imaginado, el hermano de su novia era el típico chico que se pasaba el noventa y nueve por ciento del día pensando en meneársela y el tiempo restante en jugar a videojuegos. Aunque a Malik Delgaty le gustaba también jugar a otras cosas, como a comprobar el grado de heterosexualidad de sus parejas. Encontraba en ello un placer inexplicable, por una parte como si la liberase de algún gilipollas y por otra el morbo de encaminar a los tios hacia un rumbo distinto. En cuanto le enseñó a Leo Bacchus la tienda de campaña montada en el frontal de los pantalones de pijama, bajo a Switch, supo que otro tio más iba a caer en sus redes.
Por si acaso su mirada y su boca entreabierta al mirarle la trempada no habían sido suficiente, decidió asegurarse del todo sacándose la polla cuando su hermana se dio la vuelta. Leo se quedó atrás, dejando claro que se moría de ganas de tocar y chupar esa pedazo de tranca. Desde ese mismo momento, a Leo dejaron de parecerle divertidas las propuestas de su chica. No podía quitarse de la cabeza a su hermano y aquella sensación no se borraría hasta que hubiera puesto su mano encima de su rabo. Lo sabía a ciencia cierta.
En cuanto que ella salió por la puerta para hacer unas compras, Leo se acercó al marco de la puerta de la habitación de Malik y le espió. El cabrón seguía jugando a la consola, pero tenía la chorra por fuera, bien larga y gruesa, descansando sobre su vientre. Leo lo miró con deseo. Desconocía si ese chico era consciente del tamaño de rabo que se gastaba. Leo se sacó la pija de la bragueta y empezó a meneársela disfrutando de las vistas del interior de la habitación.
Echó una miradita hacia la puerta de entrada por si llegaba su novia y cuando dirigió la mirada de nuevo al centro de la habitación, Malik había desaparecido. Una mano fuerte lo agarró por la pechera y lo metió dentro, lo echó sobre la cama con la cabeza en el borde del colchón y lo siguiente que vio Leo fue a Malik dirigiendo el gran misíl que tenía entre las piernas hacia su boca para follársela.
La tenía justo encima de la cara, larga, hermosa, grandiosa. Abrió la boca y sacó la lengua de puro deseo por chupársela, pero Malik tardó un ratito en entregársela, lo que tardó en volver a meterla dentro de los pantalones de pijama y sacarla justo por la abertura de la bragueta y con ella se sacó los dos huevos, primero uno y luego el otro, grandes, pesaditos, cargados de leche. Entonces sí se la plantó encima de la cara y tras sentir un buen lametazo en la polla, comenzó a taladrale la boquita.
Le encantaba ver cómo se le desplazaba la nuez a ese tio cuando se la metía a fondo. Qué buenos bocados le metía al rabo y su forma de presionar con los labios. Puso la cabeza entre sus piernas y el tio le devoró los huevos. Malik se fijó en el cuerpo de Leo tendido sobre la cama, con la camisa medio desabrochada, los pantalones desabrochados y la pija bien tiesa. Alargó un brazo, se la cogió con la mano y se la empezó a menear.
El ruido de la puerta de entrada. Su hermana había llegado ya. Tirando de oficio, por todas esas veces que ella casi le había pillado pajeándose, Malik cogió una manta que había cerca y se la tiró por encima a Leo antes de que ella entrara preguntando por su chico. Claro que lo había visto, lo tenía justo debajo, con el rabo en su boca, pero no era cuestión de confesarle a ella ese pecado.
Al menos mientras le buscaba por toda la casa, eso les daría tiempo para hacer más cositas de chicos. Leo se puso de rodillas y comió rabo. A un tio como él veterano le gustaban los rabos largos, grandes y gordos de los tios cachas como Malik y no podía disimularlo, se apreciaba en cada gesto de su cuerpo, comiéndose esa pollaza como si le fuera la vida en ello.
A pesar de su juventud, Malik sabía cómo tratar a ese tipo de tios y sabía lo que les gustaba. Le azotó con el rabo en toda la jeta, le obligó a tragársela entera y le lanzó con fuerza sobre la cama, desnudo, atrapándole después por las los tobillos para acercar su culazo al borde del colchón, escupir y dedeárselo para acabar metiéndole la polla desnuda, a pelo, por el interior de ese agujero.
Esta vez fue Malik el que tembló de gusto temiendo correrse a las primeras de cambio la notar lo apretadito que le quedaba el nardo ahí dentro. Era jóven y aquellas cosas se le perdonarían. Pero aguantó como un campeón, respiró hondo haciendo la lista del once inicial de su equipo de fútbol favorito y comenzó a follárselo. Aparte de joven, era grande, musculoso y muy fuerte. Había crecido deprisa y no acertaba a medir sus fuerzas del todo.
Leo agradeció ese detalle, pues nada le ponía más cachondo que un jovencito descubriendo sus ganas de follar, dejándose llevar sin limitaciones. Una taladradora humana. En eso pensó Leo mientras le depuraba el ojete del culo con ese rabo del demonio. «Ahí, dale duro colega, desfógate con papi«, se repetía una y otra vez Leo en su cabeza, sintiendo los manotazos que Malik le arreaba en las nalgas dejándoselas rojizas y marcadas.
Se dio la vuelta y se abrió de piernas para contemplar la belleza masculina en todo su esplendor. Malik era atractivo, puso músculo, deseable hasta el último centímetro de su cuerpo. De no haber estado tan buenorro, Leo no se habría dejado dar de hostias en la cara, ni lanzar escupitajos que deseaba que se metieran en su boca, ni otras tantas locuras que se iban a cometer sobre esa cama donde ese adolescente se habría cascado unas buenas pajas.
Ahora estaba en su guarida y se debía a sus placeres. Junto con el rabo, Malik le metió dos dedos, empezó a jugar con fuego, explorando otras posibilidades, quizá pensando en llamar a otro colega la siguente vez y meterle dos pollas en lugar de una. Desde ese momento, Leo se sintió como un juguete en la cama de ese tio. Malik le cogió de las caderas y le puso de lado, en posición fetal, penetrándolo de lado.
Qué rico estaba cuando se tumbó en la cama, puso los pies en el bnorde del colchón y dobló las rodillas, enderezando su polla con una mano, esperando a que Leo se sentara encima. Leo le dio la espalda, se clavó la polla y comenzó a saltar sobre ella. Aprovechó para cascarse una paja porque ya no aguantaba más el tipo. Glaseó con su semen el muslazo de su futuro cuñado, dejándole un buen par de chorrazos encima.
Él también había tenido la edad de Malik no hacía mucho. Entonces descubrió el placer de marcar territorio, de ensuciar con leche una carita. Se arrodilló y se preparó para lo de Malik. El tio empezó a meneársela con garbo. Una mano grande y fuerte agarrando, zarandeando y fustigando un enorme mástil. Le vio cada vez más excitado, la cara de gusto que puso, el gemido que soltó. El primer lechazo directo al fondo de la boca, los tres siguientes vistiéndole de blanco los morros, la semilla sobre su bigote, en todas las napias, chorreando por su barbilla.
Sacó la lengua para despejar el camino de la raja del cipote, en el que se le había acumulado un montón de lefa. Sabía rica y estaba estupenda. Espesita, blanca, pegajosa. Malik todavía empalmado, agitado, recuperándose, sin dejar de mirar su obra de arte. Sabía que cuando un tio, además de dejarse lefar la cara, te relamía toda la lefa y tragaba, es que le gustabas demasiado. Puede que con ese no se chivara a su hermana, que era un buen cerdaco y quería seguir jugando con él.









