Drew Valentino y Heath Halo se comen las pollas en los asientos traseros del coche y follan sin condón en el sofá | Raging Stallion X Falcon Studios X Naked Sword

Fired Up: Costa del Sol

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El senderismo era una de las actividades al aire libre preferidas de Heath Halo. La de Drew Valentino era otra bien distinta, pasearse en su buga con aire acondicionado buscando a algún mochilero al que llevar a casa. La simple idea de pasearse por las afueras de la ciudad al volante le ponia el rabo bien duro. Estaban destinados a conocerse. Uno necesitaba confort y agua, el otro una boca que le comiera la polla y un culo que follarse.

Heath no tardó en sucumbir al calor del sol en los campos abiertos del sur de España. Se había lanzado a la aventura sin ser consciente de lo que pegaba el Lorenzo, así que acabó implorando ayuda haciendo autostop en una vía de dos carriles por la que no parecía que pudiera transitar un coche en varias horas. Con el cuerpo sudado y a punto de desfallecer, alzó el pulgar en busca de ayuda.

Drew al rescate. Pocas veces se había aventurado tan lejos de la ciudad, pero al no encontrar a ningún turista accidentado, esta vez había salido de los límites y por suerte había dado en el clavo. No sólo había encontrado al mochilero, sino que encima estaba jodidamente buenorro. Desaceleró y se fue acercando al arcén donde estaba ese tiarrón cachas y atractivo, bajó la ventana y escuchó sus plegarias. Quería un lugar de descanso, agua y aire fresco. Él le iba a dar eso y mucho más.

Lejos de resultarle asqueroso, el sudor de ese tio dentro de su coche le hizo ponerse cachondo a tope. Se le sonrojaron las mejillas y se le quedó mirando. Tenía una oportunidad de oro. Se arriesgó a ser rechazado inclinándose hacia el otro asiento y robándole un beso, pero ese tio le correspondió de buena gana sacando la lengua y comiéndole los morros antes de juntar la lengua con la suya y darse el lote.

Por si a Drew le faltaba poco para que se le pusiera dura, probar esos labios se la empinó como un poste bajo los pantalones. Hizo levantar el brazo al mochilero, apoyó la frentre en su bíceps y se tomó unos segundos para aspirar el aroma almizclero del sudor de su sobaco. Tras ese momento, volvió a su boca. Apenas acababa de conocerle y ya le estaba deseando.

Los asientos delanteros eran incómodos para continuar. Se fueron a los de atrás, donde Heath le agradeció su ayuda por adelantado inclinándose y ayudándole a sacarse el rabo y las pelotas por los vaqueros. Menudo pollón, tremendamente largo y grande. Se inclinó un poquito más y empezó a chupársela. Drew puso los ojos en blanco y cada vez que echaba un vistazo al coche, escuchando el sonido de la mamada, respirando el aroma del sudor del otro tio, las caricias de los labios apretando su polla y succionando, su musculoso cuerpo en el asiento de al lado, simplemente no podía creer que aquello fuera real.

Apoyó una mano en su redondeado hombro mientras el chico se tragaba la polla a fondo, colándola por su garganta y acariciándole las pelotas con sus grandes manazas y con la lengua. Le agarró de los pelos y empujó la cabeza con fuerza hacia su entrepierna para que se tragara más trozo de rabo. Sentir los pelitos de la barba de Heat en su huevos era una señal inequívoca de que se la había zampado casi entera.

El mochikero se incorporó en su asiento. Drew aprovechó para volver a levantarle le brazo y esnifarle el sobaco. Esta vez sacó la lengua y se lo lamió. Al chaval se le había salido la polla por los pantalones cortitos y la tenía también bien grande. Se quedaron un ratito mirándose, besándose, maniobrando con sus cimbreles. Drew no se pudo aguantar más las ganas y condujo su mano hacia la verga del chico, apartando su mano para colocar la suya y masturbarle.

Se inclinó y le devolvió la mamada. La primera calada fue bestial. Abrió la boca a tope, se la metió hasta donde pudo y luego fue dándole un repasito con los labios para terminar sacándosela y relamérselos. Sin duda sabía al rabo de un tio que se había pasado horas con la polla encerrada en la huevera de los calzones tras un largo día de caminata. Le cogió por los huevetes con la mano y empezó a succionarle con boca y lengua.

Se lo llevó a casa donde quizá no habría el mismo morbo, pero donde podrían ponerse cómodos y disfrutar de un espacio más amplio. Se desnudaron uno enfrente del otro, apreciando bien sus cuerpos, excitados. A Heath se le abrieron los ojos como platos al ver a Drew completamente desnudo, la forma en la que caía su larguísimo rabo entre sus piernas, grandioso, una imagen inolvidable, encima colgando de una buena pelambrera masculina a tope.

Al ver el percal, Heath decidió enseñarle su punto fuerte. Sí, tenía cara, cuerpazo y un rabo grande y duro, pero lo que más le gustaba de su cuerpo era su gran culazo blando y redondito, con una raja peludita y un ojete rosáceo ante el cual ningún tio podía resistirse. Se colocó de rodillas en el sofá y se lo puso a huevo a Drew, que se lanzó sin pensarlo a agarrar cada nalga con sus manos y comprobar si ese culo de ensueño era real.

Le separó las nalgas y lo primero que hizo con mucho tiento fue sacar la lengua y meterle la puntita por el ojete. Escuchar un gemidito de Heath le hizo ver que iba por el camino adecuado. Según le relamía el agujero, sabía que ese tio podría calzarse su polla y puede que otra más pero ya se quedó con los morros en su raja por puro vicio, porque ese culazo se merecía servidumbre.

Qué bonito y qué follada tenía. Drew separó un poco la cara y se quedó mirádolo de cerca. Pura fantasía. Le pasó la polla entre los muslos y le hizo la triple comida lamiéndole la verga dura, los huevos, el culito. Le agarró el pijote y se lo empezó a pajear mientras seguía devorando. Le metió el pulgar y Heath volvió a gemir, girando la cabecita para mirar hacia atrás.

De rodillas detrás de él, Drew le plantó la larga polla bien tiesa encima del culo. Qué buenas migas hacían juntos, uno con un culazo tremendo y deseable y el otro con un pollón kilométrico y hermoso. Dirigió el pene hacia la raja y se la metió sin condón por el ojete. Esta vez el gemido de Heath fue prolongado, durante el tiempo que Drew tardó en hundirle todo el rabo dentro.

Empezó a follárselo por detrás observando cómo su rabo se hundía dentro del chico y salía de él para volver a poseerlo. Su culazo era hipnótico y más le valía llevar su atención hacia otra cosa si no quería correrse a las primeras de cambio. Se inclinó sobre Heath, le levantó una vez más el brazo y acompañó la follada con el cerdeo de lamerle el sobaco.

Superados esos primeros instantes en que tenía la leche metiendo presión en los huevos por las ganas de follarse ese culazo, se vino arriba subiéndose al sofá, protegiendo el pandero entre sus muslos y cubriéndolo por detrás como un perro, dominando, con su cabeza detrás de la de Heath, respirándole a la oreja, mirando su carita guapa.

Tomó asiento en el sofá y dejó que Heath le cabalgara dándole la espalda. El tio se echó hacia atrás apoyando las manos en el respaldo del sofá, un brazo a cada lado de la cabeza de Drew, y empezó a saltar sobre la polla con brío y constancia, dejándose la suya suelta dando unos buenos bandazos toda dura arriba y abajo. Heath quitó su punto de apoyo y se dejó caer sobre el torso de Drew, abrazándole la cabeza por un lado, por ese que tanto le gustaba, dejándole el sobaco a la altura de las napias y dejando así que viera cómo se le meneaba el rabo duro mientras se lo follaba.

También lo hizo para que viera cómo se corría. Se la agarró con la diestra, se la peló duro, los huevos se le subieron a la base de la polla y unos brotes de leche blanca y caliente salieron brincando, bien consistentes y pegajosos, mojándole por debajo del ombligo y rozando el meñique de la mano de Drew, que lo tenía cogido por la cadera justo en ese momento.

Drew lo tumbó en el sofá bocarriba. Si le echaba imaginación, parecía como si estuvieran en los asientos de atrás del coche. Le abrió de piernas y le penetró con todas sus ganas. Ahora el mochilero, además de desnudo, estaba corrido, con la leche brillando alrededor de sus partes. Guapo, atractivo, cachas, con un culazo de la hostia, sudado y corrido, demasiado para un hombre, la mezcla perfecta para llevarle por el mal camino.

Se la metió y disfrutó de él todo el rato que pudo, hasta que con las mejillas rojas, borracho perdido de placer, sintió la llamada de la naturaleza. Ese chico se lo debía. No salió de su interior, simplemente se dejó llevar y le preñó por dentro, bombeando leche. Al sacar la polla, se quedó tocando y admirando ese ojete abierto, ahora rojizo, con los pelitos de alrededor llenos de mecos calientes. Esa era su actividad preferida, buscar mochileros sedientos y darles el agua que necesitaban a cambio de dejarles una buena propina.

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