Uno tenía que acostumbrarse a que en el servicio militar no había intimidad posible, ni en los baños ni en las habitaciones. Jake Preston lo había aprendido enseguida. Si uno se hacía una paja, todos podían verlo si estaban despiertos. Pero no le quedaba otra, la necesidad apretaba y cada vez que sacaba la foto de su chica se le ponía dura, soñando con sacar la lengua y relamer los pezones duros de sus senos mientras los agarraba con las dos manos y sumergía la cara en ellos como un cerdo, con cada vez que la metía entre ellos y le hacía una cubana.
A través de los relatos de lo que le gustaba hacer con su chica, sus compañeros de habitación Marco Alessandro y Max Bennett acababan cayendo también en la tentación de tocársela. Jake lo contaba con gracia, haciendo que pudieran visualizar en su mente cada detalle y eso les ponía cachondos. Aparte Jake era de los chicos más guapos del regimiento y cuando se la sacaba a pasear, dejaba a todos con la boca abierta de lo larga que la tenía.
Esa tarde noche, después de entrenar duro en las barricadas, llegaron los tres exhaustos y se fueron directos a la cama. Max fue el único que pilló una cabezadita, Marco y Jake se quedaron despiertos asistiendo una vez más a los relatos de este último, que esta vez le contó lo bien que se la mamaba su chica con esos labios y que además se la dejaba meter por el culo. Jake se la sacó y, sabiendo que tenía a Marco bien cachondo, le sugirió que le hiciera el trabajo sucio, que fuera su chica en tiempo de necesidad. Marco se dirigió a la cama de Jake, se inclinó y le comió toda la polla.
Hasta ahora se la había visto en las duchas y lo había flipado. Todas las miradas de los chicos iban dirigidas a su culito blanco y a la forma en la que su minga daba bandazos colgando entre sus piernas. Acababan todos con las lanzas arriba. Pocos se la habían visto como Marco la estaba viendo y sintiendo ahora entre sus manos y entre sus labios, completamente dura. Aquello superaba cualquier expectativa que uno pudiera tener con Jake, porque ese rabaco todavía más largo que en estado flácido y como tres veces más grueso, era una soberana pollaza.
El soniquete de la mamada terminó por desvelar a Max, que enseguida se unió a la fiesta de chicos. Entre él y Marco se turnaron para comerle la tranca en una especie de competición por ver quién se la dejaba más mojada y quién tragaba más a fondo. Marco inició ese último duelo acaparando sorprendentemente con su boca toda la barra en el interior de su boca y besando los huevazos de Jake, lo que hizo sonreir a Max, alucinado por tal proeza.
La forma de la polla de Jake era preciosa y daba gusto chuparla. A la mamada le siguieron unos cariñosos besitos. Entre reclutas estaba mal visto, pero en las habitaciones esas cosas pasaban, porque estaban necesitados de amor. La única forma que Jake tenía de olvidar a su chica por un tiempo era follarse un culo y Max ofreció el suyo como sacrificio. Aunque al verlo Jake recordó que su chica lo tenía más grande, este le venía bien.
En cuanto la metió y sintió ese lugar tan apretado y reconocible, se le olvidó todo. Le costó colarla a pelo, pero una vez metida, todo fue rodado y empezó a follárselo sin condón. Por delante Marco le estaba dando de comer rabo. Si Jake era el guaperas y dotado, Marco era el buenorro del grupito de reclutas. Era una locura que en un cuerpo tan jodidamente delgado pudieran verse tantos músculos. Con levantarse un poco la camiseta, todos sentían envidia sana.
En cuestión de tamaño, era después de Jake el que más grande y larga la tenía, una buena porra bien gorda que ahora lucía de maravilla mientras se quitaba la camiseta del todo y dejaba a la vista su torso desnudo e imponente. A Max se le abrió el culito solo al verlo y se lo gozó teniéndolo ahí encima, sintiendo cómo se la metía. Alargó el brazo y le tocó esos biceps tan fuertes. Los había deseado tanto que, ahora que los tenía a tiro y podía tocarlos a placer, no podía creerlo.
Marco nunca se había comido una verga, pero al tener delante de su cara la de Jake y estar los tres de una forma tan íntima, le pegó un tiento y le gustó la experiencia. No pudo explicar muy bien qué pasó, pero fue meterse el cipote y le entraron ganas de meterse más en la boca, así que acabó haciéndole una mamada que no pudo parar. Estaba de vicio ahí dándolo todo, con toda la musculatura marcada, sirviendo rabo y comiéndose otro.
De nuevo aprovechando su turno para follarse le culito de Max, Jake le pidió que le cabalgara sentándose sobre sus piernas. Jake tampoco le hizo ascos a chupar polla cuando Marco le soltó encima de los labios toda la porra. Compartió la mamada con Max, que se inclinó y entre los dos la dejaron en medio dándole amor entre sus bocas y narices. La polla estaba bien rica y fue inevitable que intercambiaran lametazos mientras sacaban la lengua y la chupaban desde la base hasta la punta, completamente desenfrenados.
Se puso más dura que la suya, así que a Jake le apeteció probarla y le dio culo sentándose encima. Joder qué pedazo de pollón, sin duda le ganaba en grosor. Al tenerla dentro se le dilató el ojete del culo como nunca. Se la pajeó con el culete. Jake le estaba dando la espalda, seguro de que Marco lo había deseado muchas veces viéndole en las duchas. El tintinero de las chapas de Max, que llevaba colgadas al cuello con su cadenita, no paraba y encima el cabrón sin querer estaba haciendo chocar las chapas contra las bolas de Marco que estaba en plena acción.
Marco atacó desde abajo y metió una culeada a Jake. Sus pelotas empezaron a adquirir un tamaño imponente, bien destacadas y brillantes. Estaban los dos ya a puntito. Se levantaron y colocaron a Max bocabajo en la camita de Jake. Cada uno se puso a un lado de la cama y, regalándose la vista admirando el culito rico de Max, se pajearon encima de él.
Se corrieron a la vez sobvre su culo, solo que la corrida de Marco se prolongó de una forma espectacular. de repente el tio soltó propina soltando un chorrazo largo e interminable como si fuera una puta manguera, regando la nalga de Max, pero es que al segundo soltó otro más largo todavía que le mojó a Jake la pierna y la polla. Venga leche y venga más leche sin parar. Max giró la vista y juró después que nunca había visto correrse a un tio con tanta potencia y durante tanto tiempo. Tenía los huevos llenitos.