Sir Peter, Allen King, Igor Lucios, John Brachalli y Luciano se embarcan en una orgía sin condones y con mucho cerdeo de lefa entre rejas | Naked Sword
Sir Peter's Prison Orgy
La cárcel era un lugar que le separaba a uno de lo y de los que tenía fuera, pero que a su vez unía a los que tenía dentro. Ante la única presencia masculina mañana, día y noche, al final uno terminaba odiando a los tios a amándoles demasiado. John Brachalli, brasileño de 34 años, detenido por falsificación de billetes y cuatro meses para poder salir en libertad. Luciano, joven y guapísimo venezolano de 25 años, condenado a seis años de prisión por blanqueo de capital. Ambos habían encontrado el uno en el otro a la pareja ideal con la que matar el tiempo muerto, que había y mucho. Ojazos, guapísimos, masculinos, buen cuerpo y mejor rabo.
Una vez cruzabas las paredes de la prisión, nadie investigaba de puertas para afuera, nadie hacía preguntas y tu cuerpo pertenecía de aquel que tenía el poder. En la oficina no abundaba el papeleo, sí las conversaciones banales acerca del sexo y de los tios que más molaban, aquellos a los que tanto presos como seguratas se estaban deseando follar y entre ellos Martin Mazza tenía el poder de calentar la cabecita loca de Sir Peter hasta el punto de desear metérsela a todos, en especial al de la habitación 223.
Y todos los presos estaban deseando que acudiera a su habitación y que ese pedazo de macho se la metiera. Alto, casi sacándoles media o una cabeza entera de altura, corpulento, cachas, atractivo, además con el uniforme verde de la Guardia Civil, marcando un culazo y un poderoso paquete, derretía culitos y enarbolaba banderas a su paso.
El momento de pasar revista era el preferido de los chicos. Era verle y sus pollas se ponían tiesas bajo los uniformes de color naranja. Si ese día a Sir Peter se le antojaba que los chavales lo hicieran delante de él, se hacía. Apuntó con la porra al guapito Allen King y le incitó a comerle la polla a su compañero de celda Igor Lucios.
Menuda verga tenía el colega, larga y super gorda. Fue bajarse la cremallera del mono y Allen ya se la estaba zampando a boca llena. Sir Peter se encargó de desnudar al jovencito Luciano y le dio indicaciones para hacer lo mismo, ponerse de rodillas y chupársela tanto a su compi como a él, que ya la tenía por fuera, voluminosa y gordísima, mucho más de lo que cualquiera de ellos hubiera podido imaginar en sus sueños húmedos.
Durante unos minutos la estancia abandonó los ruidos en los barrotes y en las puertas, los gritos y locuras. Sólo se escuchaba el dulce sonido de las bocas mamando pollas, de los labios húmedos apretados contra los penes duros, desconchándolos, retrayendo la piel del glande hacía atrás y colocándola de nuevo sobre ellos a cada pasada. Le siguió el sonido de las gargantas intentando tragar más de la cuenta, el de los escupitajos salivando lenguas para allanar el camino.
Los cuatro presos, ya sin los uniformes naranjas, con sus camisetas de tirantes blancas y desnudos de cintura para abajo enseñando sus redondos y formidables culitos, estaban realmente entrañables. Sir Peter deseó ciertamente tener cuatro pollas para follárselos a todos, pero empezó por trabajarse el culo del de la 223. Mientras Luciano le metía una mamada a John, Sir Peter se puso en cuclillas para sumergir sus morros en esa apasionante y endiablada raja.
El de la cadenita de plata bien servido por delante y por detrás. Justo al lado de ellos Allen se ponía en pie y mostraba sus cartas, una mano bien larga y dura, otra preciosa polla ante la que su compi de celda se rindió y acabó por jalarse. Guapos, nalgones, viciosos y bien dotados. Lo tenían todo. Sir Peter se la miró un buen rato a Allen. Pensó en lo bonita que la tenía.
Era cojonudo no tener que reprimirse como a veces ocurría en los baños, poder mirar la cola de otro tio, encima empalmada, sin tener que desviar la mirada al segundo, recrearse la vista con lo que a uno más le gustaba. El pollón de Sir Peter también despertaba pasiones. Ya no era sólo Luciano el que le chupaba toda la cola, sino que John se había unido a la fiesta. Dos bocas sobre su gigantesco falo y si se lo proponían, ahí quedaba espacio para otras dos e incluso un quinto y un sexto podían divertirse entre sus piernas succionándole los cojones. Sir Peter tenía rabo para todos.
Casi sin proponérselo, de forma natural comenzaron una orgía que ni ellos mismos sabían a dónde les llevaría. Todo comenzó con Sir Peter quitándose la camiseta de la Guardia Civil, mostrando a los chicos la verdadera esencia de un macho, con un torso imponente que les arrebató el corazón, para siempre. Luciano siguió comiéndole la verga, John ya le estaba atravesando el culo dándole por detrás y a pelo, tenía a Igor al lado para comerse los morros y Allen intentaba en vano dominar con su boca la intransigente pollaza y los huevazos de su colega, demasiado grande, gorda y alucinante como para hacer que se estuviera quieta.
Algo le dijo a Allen que si no podía con esa polla, se hiciera con su culo. Sir Peter se quedó en medio de los cuatro, con Luciano e Igor pajeando su polla a dos bocas mientras John y Allen penetraban sin condones sus preciosos, blancos y redonditos culazos. Pero allí los culos y las pollas no eran propiedad de nadie ni estaban supeditados a un rol concreto.
Al ver cómo Igor se ponía detrás de Allen, enfilando ese pedazo de mástil en dirección al fondo de su agujero, Sir Peter se relamió los labios, pensando que sería imposible que el chavalito se tragara todo aquello. Disfrutó cuando lo hizo, cuando Allen profirió un gemido de dolor y gusto con esa pedazo de gordísima polla perforando su ojete. Le pisó la nuca con el pie, obligándole a quedarse quieto y tragársela toda entera.
Hasta ese momento Sir Peter se lo había estado pasando bien con lo que veía y con las babas encima de su polla, pero necesitaba dar el siguiente paso y empezar a follarse culos antes de que llegara la noche y cerraran las celdas. Puso un banco en mitad del pasillo, se tumbó sobre él e Igor fue el primero en sentarse sobre sus piernas clavándose su mazo.
Cuando le vio venir, cuando sintió el apretón de su ano sobre la polla, los huevazos de ese tio posándose sobre su vientre y su larga y enorme polla rebotando sobre su abdómen, Sir Peter se volvió loquito, al punto de que casi se le salió la leche de los cojones. Un metro delante de ellos, Allen y Luciano se daban por culo mutuamente y John encontraba su sitio junto a Sir Peter, con el que acordó sin palabras hacerle una doble penetración sin condones al guaperas de Igor.
Entre los dos le dejaron el culo bien abierto. La cara de Igor reflejó un placer extremo, con la mirada perdida, una mueca entre el gusto y la sonrisa. Al escucharlo, Allen y Lucio abandonaron su flick-fuck particular para unirse a la partida, dando rabo al zagal para que mantuviera la boca callada. En un giro de los acontecimientos, al sacar el rabo John se llevó con él el pollón de Sir Peter. Al verlo tan mojadito y enorme, se le antojó metérselo por el culo y así lo hizo.
Mientras Lucio ejercía de mamporrero lubricando con su saliva el durísimo rabo de John dirigiéndolo entre las piernas de Igor, Allen se colocó a cuatro patas en el banco para recibir las embestidas de Sir Peter, que se acomodó tan bien en su retaguardia que acabó subiéndose con él al banco follándoselo como un perrito, bombando sin parar y con la única razón de pasarlo bomba.
Le hizo comerle la polla mientras él se ponía bien perraco viendo a los otros tres haciendo el trenecito, Luciano mirando hacia la pared, Igor detrás de él enchufándosela y este a su vez follado a pelo por John, los tres dale que te pego, disfrutando del sexo entre hombres y sus inestimables placeres mundanos.
Por alguna extraña razón que jamás llegó a comprender, ni cuando empezó a sentir atracción por el sexo a temprana edad ni ahora, su mente se embotaba y le impedía pensar con claridad al ver culos y rabos. Y así estaba ahora, tumbado en el suelo entre las celdas de la prisión, con dos presos turnándose para comerle y pajearle duro la zambomba, con cuatro tios abandonados al placer, mamando y follando.
Tardaría mucho tiempo en olvidar el momento en que John le arrebató la porra y la acercó a Allen para que se corriera encima de ella. La porra estaba justo encima de la cabeza de Sir Peter y Allen se estaba pajeando el rabo a toda mecha en dirección a su cara. Ni cerró los ojos ni se retiró. Si ese chaval le vertía su semen encima bienvenido sería.
Pero Allen se corrió con temple, mojando con su leche blanca la punta de la porra. Al verla tan cerca cubierta con semen, Igor se acercó, abrió la boca y le metió un tiento, llevándose con él el esperma de su colega. John levantó la porra y la punta pasó por la boca de Allen y por la suya hasta que entre todos la dejaron de nuevo limpia. Engancharon las manos a sus rabos y se empezaron a pajear para desearse buenas noches, pero la fiesta todavía no había terminado.
Un tercer culo para Sir Peter. Lucio se sentó sobre sus pierna y se la clavó hasta el fondo diespuesto a cabalgarle hasta el precipicio mientras Igor se enganchaba por detrás al vertiginoso culazo de John, que estaba de pan y moja. Sir Peter repitió con Igor y, mientras se lo follaba, Luciano se sentó sobre el rabo de Igor. Sir Peter no aguantó más. Se levantó y se pajeó sobre la cara de esos tres maromos dándoles la leche que querían.
Igor y Luciano se comían las lenguas como cerdacos. John permanecía al quite con la boca abierta y la lengua por fuera como un mastín. El pasillo se inundó con sus gemidos, se corrió encima de sus caras, de sus barbas y terminó con la mano pringada de leche, sacudiéndola al viento mientras esos tres se aprovechaban de su esperma besándose con él entre sus labios, pasándoselo de boca en boca, escupiéndoselo encima, relamiéndole la mano, el antebrazo, todos los lugares por donde había salpicado leche. No podía haber mayor honor para un hombre. Se largó con su enorme cacharra todavía dura y corrida rebotando de lado a lado y dejó encargado a Allen para que esos tres terminaran de correre como debían.