Dato Foland se folla sin condón el despampanante culazo del atractivo Alex Palmieri | Raging Stallion

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Se conocían desde que eran pequeños, pero desde entonces había llovido mucho. Dato Foland y Alex Palmieri ya no eran los niños que solían jugar dando gritos por esos lugares que ahora recorrían a pie, entre las fuentes cruzadas, los naranjos y las viñas. Ahora se habían convertido en dos pedazo de tiarrones de aupa que, aunque les gustaba seguir jugando, ya no era precisamente a perseguirse mientras corrían, sino a otro tipo de menesteres de un corte mucho más adulto.

La confianza hizo que se deshicieran en halagos el uno por el otro. Alex estaba embelesado con la atractiva cara de Dato y sus ojazos, Dato se permitió el lujo de palmear varias veces el culazo que se le marcaba a Alex bajo los pantalones, endiabladamente perfecto, capaz de hacer perder el juicio a cualquier hombre sobre la faz de la tierra.

Los dos estaban calientes a su modo y acabaron dando rienda suelta a todo lo que llevaban dentro entre los árboles de un patio de naranjos, donde nadie podría verles. Dato abrazó con fuerza a Alex contra su cuerpo, deseándolo, tocando de nuevo su culazo por encima de los vaqueros, esta vez con una ganas que no eran normales, queriendo hacerlo suyo.

Abrazarse a ese tio era muy placentero. Alex estaba super cachas, con un volúmen de hombros apasionante, pero a la vez era un trocito de pan y se dejaba querer. El polo verde oliva le sentaba genial al cabrón, marcando pectorales, ahora con las tetillas destacando bajo la tela, duritas. Lo otro duro del lugar esa la polla de Dato, que no pudo ocultar la empalmada que llevaba encima.

En cuanto Alex se dio cuenta, se apartó de él lo justo para alargar la mano y marcar la forma del pene duro bajo los vaqueros. Uff, qué pollón, estaba deseando vérselo. Ya se habían mirado de soslayo meando cuando coincidían en el campo o en los urinarios públicos de los locales, pero jamás se la habían visto de esa manera, toda dura.

Se la sacó por la bragueta. A Dato se le había salido por la abertura de los calzones por donde se la sacaba para mear. Era larga, gordita y encapuchada. Tirando un poco con el pulgar y el índice, la descapulló y se la metió dentro de la boca. También le sacó los huevos. A pesar de estar rodeado de naranjos, Alex siempre preferiría los melocotones de su amigo. Siempre.

En medio de la mamada, Dato sugirió a Alex irse a otro lugar que le molaría mucho más, un lugar que puede que los trabajadores de la finca usaran para sus flirteos amoroso, justo en la parte posterior de la casa, junto a los muros. Darse el lote así se sentía efectivamente como si hubieran hecho una escapadita de sus labores cotidianas evadiendo al patrón de la casa. Y no podía ser más romántico ni más morboso a la vez gracias al entorno natural donde sucedía.

«Mira cómo le la pones, mira cómo le la pone tocarte el culo«, le dijo allí Dato después de volver a gozar del culo de Alex entre sus manos, agarrándose bien el paquete, sosteniendo en su mano el dibujo de su gran polla bajo los pantalones. Alex se agachó para hacerle una buena mamada, esta vez sin ocultar el hambre de rabo que tenía. Luego Dato exigió su culo como recompensa.

Le dio la vuelta y le puso mirando contra el muro de la casa, se agachó, tiró de los vaqueros y antes incluso de descubrir entero ese grandioso culazo, ya estaba sumergiendo los morros dentro de su raja. Joder, era absolutamente perfecto, grande, pomposo, con dos nalgas redondas cuya suavidad podía recorrerse con las manos volviéndose loco.

«¿Te acuerdas cuando de peques nos colábamos en la casa? ¿Recuerdas el divan de los señores? Podríamos hacerlo allí«, sugirió Alex mientras sentía la lengua de Dato meterse dentro de su ojete. La idea le puso cachondo. Siempre le había molado el morbazo de ser descubierto. Antes de entrar por la puerta, dejó un mensaje al menos para el personal de la casa que ellos sabrían reconocer, al menos los tios. Tiró el sombrero de vaquero en la entrada, lo que significaba que ahí dentro habría un tio fornicando.

Como si esa fuera su casa, se desnudaron por completo y se hicieron dueños del diván. Alex volvió a comerle la polla a Dato y Dato volvió a abrir de piernas a Alex para seguir donde lo dejaron, comiéndole todo el pandero, descubriendo esta vez el diámetro de su agujero profundo, el tono rosáceo alrededor del abismo, la perdición de cualquier hombre.

Ponerse a follar hubiera significado dar un paso hacia el principio del final de ese encuentro, así que mejor decidieron comérselo todo en un sesenta y nueve entre dos tios guapos, atractivos y fornidos. Alex le dio a la pija de Dato atragantándose por el camino, Dato se comió su mejor culo a la vez que gozaba del contacto de los huevos y el rabo de Alex entre sus pechos.

Y después sí, Dato cogió ese culo con ganas y lo atravesó con su pene desnudo dándole por culo para empezar. La polla entraba de lujo, ni demasiado holgada ni super apretada, simplemente perfecta como si el agujero de ese culo estuviera hecho a su medida. No le preguntó cuántos tios se lo habían follado porque le resultaba descortés, pero supuso que con ese culazo habrían sido cientos los que habrían sucumbido a sus encantos.

Se subió a la cama y protegió ese culo que ahora era suyo y solo suyo. De peques cuando se colaban allí saltaban por el diván y los muebles jugando a que el suelo era lava y ahora, ya creciditos, el fuego lo llevaban dentro y lo sacaban follando. Dato lo penetró con tantas ganas, con tanta fuerza, que Alex empezó a gemir de dolor y gusto. Le insultó y le escupió encima, porque sabía que en el fondo le gustaba que le reventaran ese pedazo de culo.

No cedió ni una sola marcha, ni siquiera cuando le hizo la cucharita por detrás. Elevó una pierna y empezó a enchufarle el rabo por el ojal de una manera endiablada. «Tu turno«, le dijo Dato jadeando por el tremendo esfuerzo, sudando. Entonces Dato se dejó vencer bocarriba sobre la cama y Alex se sentó sobre sus piernas clavándose su miembro dentro.

No tardó en acudir una sonrisa de satisfacción a la cara de Dato al ver esa mole de músculos encima de él, a ese tio tan jodidamente guapo tomando el control. Quizá así, cara a cara, follaron menos y sí hicieron un poquito más el amor, sin renunciar al descubrimiento de dónde estaban sus límites. Dato intentó culearle desde abajo a toda hostia y de nuevo se le resistió.

En un movimiento natural, fue Alex el que acabó sobre el diván, abierto de piernas, con el pene de Dato dentro de él. Dato hizo ponerse a su amigo con los hombros en el suelo, la espalda apoyada en el borde del diván y el culo hacia arriba. Quería taladrárselo. Antes se encargó de desplegar las nalgas entre sus manos, descubriendo el gran agujero que le había hecho. Ciertamente era enorme.

Puede que por la urgencia de follarle el culo, Dato pasara por alto las habilidades de Alex para comerse una buena minga, así que antes de correrse le hizo tragar, consiguiendo alguna que otra arcada de su colega, metiéndole la pija hasta el fondo de la boca. Ahora el que gimió fuerte y alto fue Dato, con su mano izquierda agarrando la cabeza de Alex, la otra pajeándose duro. Le regaló a su colega toda la miel y luego le rebozó la polla por la jeta para que su amigo se corriera esnifando el olor de su rabo.

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