El Dr. Nicholas Bardem cada vez tenía más pacientes que venían de recomendaciones de aquellos que habían quedado satisfechos con su trabajo. No era para menos. Tenía unas manos de lujo y una boca aún mejor, aparte de otros secretos profesionales ocultos que tan sólo descubrían aquellos que se adentraban en su consulta. Paco Rabo llegó por recomendación con una dolencia bastante habitual, un dolorcillo en los huevos.
Aunque el doctor tenía clara la causa, por si acaso exploró el abdómen de ese pedazo de macho que tenía delante, para descartar un posible inicio de apendicitis. Descartada esa causa, llegó al orígen del problema. Bajó los calzones a Paco descubriendo su lindo rabo, largo y con un cipote despampanante. Poco le dolían los huevos para la que tenía ahí montada, que había llegado ya empalmado a la consulta desde casa.
Nicholas le tocó el pene explorándolo con la mano enguantada en látex. Enseguida el pito se le puso duro y recto mirando hacia arriba. Lo que ese tio necesitaba era una buena descarga de leche. Abrió la boca y rodeó con sus labios ese estupendo cipotón. Paco se puso cachondo, agarró la cabeza del doctor y le obligó a comérsela hasta los huevos.
El resto de lo que ocurrió dentro de la consulta fue de todo menos profesional, pero con tiarrones así, Nicholas no podía contener las ganas. Le dijo a su paciente que se diera la vuelta y ante la vista de ese grandioso culazo tan masculino y peludo, no le quedó otra que hacer otra profunda y exhaustiva exploración metiéndole el dedo por el ojete, al que le siguió la polla.
Le dio por detrás y a pelo y luego por delante, intentando aliviar el dolor que Paco sentía haciéndole morder su propia corbata, viendo como su rabo se mecía por encima de su barriga, sintiendo el poder de esos muslos calientes y grandotes en las palmas de sus manos, apenas sostenidos en ellas, el apretón de su hermoso culo de macho y esos ojazos oscuros que le desnudaban de arriba a abajo. Le agarró la polla, se la pajeó mientras se lo follaba y lanzó una sonrisa de gusto al ver la lefa pintando ese torso de sal y pimienta.