En su experiencia como chico escort, a Gustavo Cruz le habían pedido muchas cosas, pero nunca ninguna como simular ser el novio de alguien. Con Magnus Loki no fue llegar y hacer como que eran pareja, sino realizar la experiencia completya como tal, es decir, arreglarse como si fuera al trabajo, dar un besito en la boca a su chico y pedirle que cuando llegara cansado de currar, le estuviera espewrando desnudo en la cama para poder follarle ese culito.
No era nadie Gus para juzgar los gustos de los tios, que los suyos también eran particularmente especiales, mientras el dinero entrara en la buchaca y otro hombre fuera feliz cumpliendo sus deseos. Dicho y hecho, a los pocos minutos, tras bajar y subir las escaleras del edificio, llamó a la puerta y Magnus le estaba esperando en pelotas. Se agarraron de la manita y fueron a la cama de la habitación, donde Magnus se le puso a cuatro patas.
El tio tenía un culazo impresionante. Gustavo se sacó la trompa y no digo trompa por decir a la ligera, sólo había que verle el tamaño de la verga, con esos dos huevazos a los lados del rabo, sobresaliendo de la bragueta como orejas de elefante. Después de darle un poquito a la lengua acicalando el agujerito suave y precioso, se la metió sin condón y le dio por culo gozando de las vistas de ese pandero rebotando a cada pollazo.
Se vino arriba, se tumbó a su lado en la cama, todavía con el traje puesto, le cogió una pierna alzándosela para dejarle el culete abierto y se la hincó hasta las pelotas. Sacó la polla y se corrió entre su espalda y sus nalgas, Magnus le hizo ponerse de rodillas y le metió una buena lefada en la corbata. Apenas habían pasado veinte minutos y por delante quedaban otros cuarenta ya pagados por sus servicios. Podía haberle pedido charlar juntos tomando un café, pero se le ocurrió una nueva idea perversa para cumplir tras el tiempo reglamentario, estar en la cama dormido, que llegara del trabajo, quitara las sábanas y descubriera que estaba empalmado. El resto de la historia ya iría surgiendo.