Los Reyes Magos se habían portado bien ese año, aunque Dom King no tanto, que además ya sabía lo que le iban a traer, una consola de videojuegos con la que se puso a jugar nada más abrir el regalo. Jake Preston tampoco podía dormir en un día tan especial, así que se fue al salón a ver cómo su noviete disfrutaba a los mandos y él aprovechó para hacerse con su propio joystick.
Le encantaba que los dos llevaran esos pijamas de una sola pieza que se desabrochaban por los botones de la parte delantera. Se hacía un poco raro eso de ir en pelotas debajo de la prenda de algodón, sobre todo por los rabos, que se balanceaban y se rozaban contra la tela propinando una leve y satisfactoria sensación, pero tras un rato puestos, se convertían en una segunda piel la mar de calentita y agradable.
Sólo tenía que desabrochar unos cuantos botones más y llegaría al mejor regalo de reyes. No fallaba, siempre dispuesto, Dom estaba empalmadísimo. Una polla larga, tan gruesa que apenas le cabía en la mano si la rodeaba con el puño cerrado. Se inclinó y le comió la polla hasta la mitad, haciendo resbalar sus dulces labios por el rabo, estirándose en el sofá para disfrutar de la mamada y dejando que Dom se relajara, soltando una mano dle mando de la consola para acariciarle el culito, que también tenía su propia apertura para ser descubierto bajo el pijama.
Sin botones. Lo único que tenía que hacer Dom era separar la tela con las manos y ahí lo tenía, un culito precioso, redondete, majestuoso, blanquito, con una raja que despertaba el apetito de cualquier hombre. Cambió el mando por ese culazo y le empezó a dar clase de lengua. Joder qué bonito, que redondo. Dom se puso cachondo como un perro y terminó metiendo los morros, rebozando la cara por el interior de esa raja tan caliente.
Ojala hubieran tenido casa propia, pero estaban en la de Jake, lo cual suponía que mami iba a pasar en cualquier momento por el salón. Y así fue, se presentó en el momento más inoportuno, cuando más cachondos estaban. Jake les tapó a los dos con la manta, hizo con que se ponían a jugar a la consola, pero por debajo no pudieron contener las manitas relajadas y se cruzaron unas pajas.
En cuanto se fue, Jake hizo levantarse a Dom del asiento y le comió la vara. Le encantaba ese pollón tan largo. Sacarlo de su boca y observarlo apuntando hacia él todo duro y firme, le hacía pajearlo y expresar a Dom lo mucho que le molaba. Mirar hacia arriba y ver el pijama de Dom entreabierto, mostrando su torso varonil, con esos pectorales de macho, le hicieron comer con más ganas la pollaza de su chico.
Qué buen falo. Ese era tan buen momento como cualquiera para intentarlo. Su primera arcada, al metérsela más de la mitad. No supo si arrepentirse o no de haberlo hecho cuando Dom le cogió el gusto, le plantó una mano detrás del cogote e intentó follarle la boquita metiéndosela por la garganta. Acababa de abrir la veda. Ahora ya sólo querría que se la comiera hasta los huevos o que lo intentara.
Qué suerte que la tela estuviera abierta por el culete. Sólo tuvo que subirse al sofá, dar la espalda a Dom, hacer una sentadilla sobre sus piernas y clavarse la pija a pelo por el ojete. Se echó una mano entre las piernas para conducirla hasta el agujero. Qué gorda, si con lo grande que era la abertura del trasero del pijama, cabía justa por el interior de la tela. Sentirla profunda jodiéndole el ano le provocó un placer inmenso.
Comenzó a dar saltitos, pajeándole el pollón. Dom no se quedó quieto y empujó desde abajo metiéndole la tranca más a fondo. Adiós pijamas. Qué ganas se tenían. Jake se puso a cuatro patas en el sofá y Dom le dio por culo sin condón. Al ver el culete todo para él, se le puso más dura todavía. Qué vicio. Su polla, mucho más morenota que el culete de Jake, empezó a entrar por su raja inundándola de placer.
Joder, qué cabrón Jake, cómo se le resistía siempre, apretando los muslitos, haciendo que la polla quedara bien ajustada dentro de su ojete. Cayeron de lado y le hizo la cucharita amándole a fondo. Jake seguía con los muslos apretados y entre ellos se había sacado su largo rabo y sus huevazos. Dom se aprovechó de él, pajeándole y sobándole las ricas pelotas mientras se lo follaba a pelo.
Le dio la vuelta poniéndolo bocarriba, le abrió de piernas y le blandió todo el ojete con la minga bien dura. Jake no paraba de gemir, de mirarle con esos ojazos que tenía, con esa carita suplicante y bonita. Dom empezó a notar cómo se le cargaban los huevos. Sacó la polla del culo, se la pajeó duro y gimió fuerte y profundo al empezar a disparar su leche contra los muslos y las bolas de su chico. Jake le siguió el juego y se corrió encima.