El culito y el dildo de Malik Delgaty estaban siendo todo un éxito de ventas, así que a su representante se le ocurrió a genial idea de hacer un tour de firmas por todo el estado que a su vez serviría de punto de encuentro con los fans. Les gustaría ver al actor esperándoles sentado en la silla, con ese torso de semidios, semidesnudo de cintura para arriba y como cartel de reclamo, una foto con él en una de sus películas más divertidas, convertido en vikingo con pelazo y melena.
La idea de meterla por el interior de su culito se había convertido en todo un bombazo desde que Finn Harding le desvirgó ante las cámaras y había impulsado de nuevo las ventas de su fleshjack después de que Dom King se la volviera a meter en el picnic. Para qué esperar a que llegara el siguiente si podías tener ese culo en tu mano y follártelo cuando quisieras con sus veintitrés centímetros insertables, hecho para cualquier longitud de rabo.
Pero su producto de más éxito sin duda era el dildo modelo a tamaño real de su pene. Un grosor de más de dieciséis centímetros, una longitud de casi veintidós, descapulladito, perfecto para cerrar los ojos, imaginarle en real y hacerle una mamada. El jovencito y tímido Thomas Feller llegó con su caja en el brazo, con señales de que lo había usado bastante y seguro que no lo había usado sólo para chupársela, sino que se habría metido unas buenas sesiones a solas en la cama con las piernas abiertas pensando en su actor preferido, ahora además el más popular entre la gente.
Malik sacó el dildo de la caja y se lo firmó cerca de la base, suponiendo que por mucho que se la metiera en la boca, nunca llegaría hasta esa zona como para borrar la rúbrica. Al volver a meter el dildo en su caja lentamente, sosteniendo el pollón en la mano, se quedó mirando al chaval poniéndole cachondo y le propuso quedarse sentado a su lado para conocer a otros fans como él. Thomas aceptó encantado. No dejaba de mirarle, casi sin poder creer que tuviera a su amado Malik en carne y hueso allí mismo.
No pudo evitarlo. Las ganas le pudieron. Se metió por debajo de la mesa, buscó su rabo y se lo empezó a comer. Al sentir la manita y el roce de los labios atosigando su pene, Malik miró hacia abajo. Joder, un fan comiéndole la polla y lo cojonudo es que lo estaba haciendo de puta madre, aplicando con los labios la fuerza que le gustaba. Eso era amor y dedicación.
Thomas estaba como un niño con zapatos nuevos. Tener esa polla dura y grande en su boca le hizo sentir el hombre más feliz del mundo. Apoyó la cabeza en la cadera de Malik y se la succionó como si estuviera sacando la leche de un biberón. Cuando llegó el descanso de la hora de firmas, Malik ordenó a su representante que cerrara la puerta y corriera las cortinas, se levantó, cogió la cabeza de ese pequeño cabrón a dos manos y, después de hacerle mirar su polla larga y firme apuntando hacia arriba como una estaca, le folló la boca hasta metérsela por la garganta.
Le giró la cabeza y le infló los mofletes. Le divertía ver cómo la punta del rabo se le marcaba a los chicos en la mejilla. El muy hijo de puta se la estaba dejando bien empapada de babas y cada vez resbalaba mejor. Seguro que un fan se dejaría hacer de todo. Malik levantó al chaval agarrándole por la pechera del polo, alzándolo hacia arriba, despegando sus pies del suelo cólo con la fuerza de uno de sus brazos. Le desgarró el polo de forma salvaje. Thomas se quedó con cara de tontorrón, admirado por lo fuerte y cañero que era su actor favorito. Malik le dio la vuelta, le empujó la espalda para que se inclinara y le bajó los pantalones para descubrir su culito.
Bastante follable y seguro que la quería sin condón. No preguntó, fue presentarle el cipote en el ojete y gimió como una putita. Si algo tenía Malik era experiencia de sobra follando culos y ese parecía bastante apretado. Lanzó un gapo desde arriba, cinceló el agujero de ese culito con la punta del rabo y se la metió a pelo, consiguiendo que el chaval cantara más alto.
Las sensaciones no le fueron del todo extrañas para Thomas, que acostumbrado a meterse ese pollón por el culo todos los días, ya se había acostumbrado al tamaño, pero era innegable que un dildo jamás podría sustituir todas las sensaciones que provocaba una polla de verdad, tan caliente y dura, con los cojones golpeándole suavemente la entrepierna.
Le había visto follarse a tantos tios, había aprendido de memoria cada parte de su cuerpo, de su anatomía masculina, que tenerle detrás de él zumbándoselo, miras hacia atrás y ver cómo se lo hacía, fue un placer tremendo, tanto como abrirse de piernas para él con la espalda en la silla y admirar su torso musculado, sus brazos fuertes agarrándole las piernas, regalándole su culito de melocotón.
De vez en cuando se la sacaba y Thomas ladeaba la cabeza para vérsela. Qué grande y qué larga. Encantado de entregarse a un tio así de guapo y bien dotado. Un tio que no era un cualquiera, era su estrella preferida. Malik juntó dos sillas y le puso a cuatro patas sobre ellas, detrás de la mesa. Le protegió el culo entre sus muslos, perforándole con la polla, palmeándole la raja con sus dos pelotas bien marcadas que rebotaban cada vez que se la metía.
Qué gustito, qué apretado estaba. Tenía ganas de correrse. Salió del culo del chaval, le dio una palmada en el cachete y le invitó a ponerse de rodillas. Le colocó una mano en la parte superior de la cabeza, el pulgar en su frente, obligándole a mantener la mirada hacia arrriba. Con la otra mano se agarró la polla y se pajeó encima de su cara. Le iba a dar algo que nunca podría darle un dildo. El primer lechazo salió volando por encima de su jeta mojándole la gorrita y los siguientes le caldearon los morros. Lefa metiéndose por sus fosas nasales, plantándose en su bigote, una buena cantidad cayendo hacia el interior de su boca. Así de orgulloso salió Thomas de la tienda, sin limpiarse, con el semen de su actor favorito decorando su carita, tan feliz.