Dean Young deja que Mr. Deep Voice lo penetre a pelo en el jardín de la casa de verano | Falcon Studios
Falcon's Endless Summer
Sol, diversión, trabajo y nuevas amistades. Los chicos sabían que el primer día de la temporada estival en el pueblo siempre traía bondades. Algunos clientes iban en verdad a lavar sus coches, otros lo hacían como parte de una tradición, o con la intención de alegrarse la vista con los cuerpos semidesnudos de esos mozalbetes en edad de merecer. Pero otros como Mr. Deep Voice querían algo más y mientras hubiera chicos como Dean Young dispuestos a descbrir el salvaje y excitante mundo del sexo con hombres desconocidos, la rueda no pararía de girar.
Era algo que no podía evitar. A Dean le llamaban la atención los chicos guapos y apuestos con un aire de misterio. Fue ver a Mr. Deep dentro del coche, con aspecto serio pero intuyendo cómo su mirada se posaba en su culo y acudió a la ventanilla. Mr.Deep la bajó y le invitó a tomar asiento en el lugar del copiloto. El resto de amigos no se dieron cuenta de que su colega se iba en un coche ajeno. Puede que no lo hubieran aprobado o puede que hubieran hecho lo mismo que él.
Resultó que Mr.Deep había alquilado la casa de verano del pueblo, exluciva para gente de poder. Dean nunca la había visto por dentro y se quedó maravillado, sobre todo con su jardín, del que contaban maravillas. Una vez estuvo a puinto de trabajar allí como jardinero. Ahora le iban a regar otras cositas a él. Mr.Deep se lo llevó al patio, todo de color verde, con hamacas y piscina, el sueño de todo veraneante. Allí se dejó abrazar y besar. Los besos de Mr.Deep sabían ricos y el tio estaba cañón.
Sintió sus manos fuertes y grandes posándose en su trasero, atrayéndolo hacia él, notando su erección. Cuando estaba entre amigos, Dean era muy alegre y quizá debería haberse contenido al hacer un calvo a todos los clientes, porque con ello había contribuído al deseo de Mr. Deep, que ahora estaba bajándole las bermudas, deslizando una mano entre sus nalgas, metiéndole un dedito por la raja, acariciando la entrada de su tierno ojete.
Se agachó, le bajó los pantalones y descubrió su minga. Menudo palote, bien largo, grueso, venoso y con el capuchón puesto. Estaba tan rica que se la empezó a amantar al instante. Qué pedazo pollón. Estaba acostumbrado a ver las de sus colegas, que también las tenían grandes pero todavía se estaban formando, como la suya, así que ver la de un tio que les sacaría un par de añitos o algo más, le resultó muy agradable.
A base de mano, boca y mucho talento, se la desvalijó a bocados, atragantándose, empalándola hacia su garganta, soltando arcadas. Miró hacia arriba con los ojos llorosos. Había lágrimas que merecían la pena. A su edad, chupar pollas era lo que más le gustaba y con el tiempo había logrado ser un buen mamón. Consiguió tragarse entera de la de Mr. Deep, que le agradeció el esfuerzo asintiendo con la cabeza, sonriéndole por primera vez y levantándole para dar el siguiente paso.
Otra vez las manos en su pandero, separándole las nalgas, buscando su precioso agujero rosáceo y virginal con los dedos. Suavecito e irresistibe. A Mr. Deep se le puso el pollón durísimo. Dedicó un buen rato a comerle el culazo, a meter los morros en esa increíble y fantástica raja. Si a ese chaval no le había metido nadie una polla antes en su vida, lo parecía. Un agujero inmaculado, estrechito.
No le preguntó. Prefería pensar que él iba a ser el primero, que acababa de llegar a ese pueblo y se iba a trincar a un chavalito del lugar desvirgándole por completo. Se abrazó a Dean por detrás, besándolo, comiéndole la oreja, a la vez que paseaba y frotaba su miembro por la raja de su culo. Le tenía muchas ganas y Dean también. Deslizó la polla sin condón dentro de su agujero y empezó a follárselo.
Dean no debería haber mirado hacia atrás, porque alentó a Mr. Deep a reventarlo a pollazos. Qué caña le estaba dando y qué grande la tenía. Dean iba a demostrar a ese forastero a qué les gustaba jugar en el pueblo. No tenían caballos, pero lo de cabalgar se les daba dabuti. Se sentó sobre las piernas de Mr. Deep y se fijó en su cara mientras se introducía le pene por el culo. Le dejó boquiabierto.
Contra la espada y la pared. A ver si era tan macho como proclamaba. Vio su cara de esfuerzo, aguantando la leche dentro de los huevos mientras Dean le pajeaba la polla larga con su precioso culazo. Ese cabrón lo aguantaba todo, incluso sacó fuerzas para culearle desde abajo, cogerle en brazos en volandas y llevarlo justo a la hamaca que había delante de la silla donde estaban montando. Una vez allí, lo dejó bocarriba abierto de piernas y se inclinó sobre él para penetrarlo.
Dio buena cuenta de ese culazo hasta quedar satisfecho. Entonces sacó la polla y avanzó unos pasos hasta quedarse pajeándose justo encima de la cara de Dean, que abrió la boca y sacó la lengua esperando la lluvia de estrellas. Tres gemidos más tarde, por el largo pirulón de Mr. Deep amaneció una salva de lefa cargada que viajó directa al nacimiento del pelo de Dean, mojándole toda la frente.
El resto goteando sobre su lengua, su barbilla, leche caldosa que resbalaba por su mandíbula deslizándose hacia su cuello. Dean estaba en una edad en la que prefería el sexo al amor ahora que lo había descubierto, pero cuando ese tio se corrió encima de su cara, necesitó que no le dejara allí con su semen encima y le largara. Por suerte Mr. Deep le procuró cuidados.
Le besó saboreando su propia leche, recogió con un dedo el semen que le había dejado en la frente y se lo metió en la boca, observando atentamente cómo Dean cerraba los labios en torno a él y se lo chupaba con placer. Volvió a meterle la polla por el culo y se lo folló hasta que Dean se corrió encima. Mr. Deep le comió el pito mientras todavía se estaba corriendo y cuando tuvo una buena cantidad de lefa en la boca, miró a Dean y se la escupió encima para luego compartirla entre los dos boca a boca.