David Dimaggio empotra a pelo el precioso culazo tragón de John Brachalli con su descomunal pollaza de 23 cm | Fucker Mate

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Se decía de los hermanos Dimaggio que tenían una buena tranca. A menudo en las duchas, los compañeros de David Dimaggio le calentaban hablando de cosas suciar y guarras con la intención de que se le pusiera dura. Cuando lo conseguían, se convertía en el centro de atención de todos, que no paraban de alabar su pedazo de chorra entre caras de asombro y risas nerviosas, porque a más de uno le hubiera encantado no tener tanto público alrededor, ponerse de rodillas y llevársela a la boca.

Al que no le importó lo más mínimo que hubiera más chicos en los vestuarios fue a John Brachalli. Llevaba tiempo queriendo comerse esa tranca. Le echó valor y se la mamó delante de todos. Esa tarde las duchas del vestuario se convirtieron en un lugar de recreo. Algunos salieron escandalizados, pero los que se quedaron a mirar, acabaron masrturbándose o acercándose para participar. Al final John acabó con la cara llena de lefa de unos cuantos bandidos.

Un tiempo después de aquel desliz, David y John coincidieron de nuevo, esta vez compartiendo piso en la ciudad. Aunque ambos sabían bien lo que hicieron en el pasado y en aquella tarde que se les quedó en el recuerdo, ninguno hizo intención de recordarlo. O no hasta esa mañana en que David se estaba duchando y John entró cuando el baño estaba ocupado para afeitarse, desnudo, sólo con la toalla anudada a la cadera.

Desde donde David estaba, si se ponía en el ángulo correcto, podía mirar a John y hacerse una paja. Se le puso dura y tocha al recordar a ese pavo mamándole la verga. Todavía podía sentir sus labios húmedos y deliciosos arropando su polla gorda y dura, la forma en la que le miraba cuando le estaba repartiendo lefa dibujándole toda la carita guapa.

Pero David la tenía demasiado grande como para pasar desapercibida. Por le rabillo del ojo y gracias al espejo que tenía delante, John descubrió que su compi se la estaba pelando por él, así que se acercó y volvió a hacer lo que ya hizo años atrás, pero esta vez en la intimidad. Se agachó, colocó la gigantesca pollaza delante de su cara, cerró los ojos, esnifó su aroma, agarró al chaval por las pelotas acariciándoselas y se metió su tronco duro, largo y gordo dentro de la boca.

Fue como si no hubiera pasado el tiempo, como si de nuevo estuvieran en las duchas del vestuario. El fervor que sentía John por esa polla se demostraba en sus acciones. La forma demencial con que se la chupaba, dejándose las babas, intentado tragar cada vez un poquito más una tranca que se le resistía de lo larga que era, cómo se apartaba y la cogía a dos manos, dejándose impresionar por su excelente tamaño, por su irregular forma característica de los Dimaggio.

Entonces John dejó de mamársela efusivamente para tomarse su tiempo. Centímetro a centímetro se la fue metiendo por la boca, lentamente. David permenecía alerta, con la boca entreabierta, mirando cómo su pene desaparecía dentro de esa boquita, cada vez más apretado. Estaba dentro de su garganta y a John le afloraron algunas lágrimas en los ojos.

Al sacársela de la boca, John se levantó con una sonrisa de felicidad en su rostro. David se dio cuenta de la pedazo empalmada que llevaba encima, con un enorme pollón bien tieso, también de un tamaño considerable, tan grande y largo que, por la posición en la que estaba John delante de él, podía acariciarle el pecho con él. El día en las duchas no se detuvo a mirársela, sólo vio que se la estaba pajeando mientras le chupaba la polla y la del resto del equipo. Ahora es cuando se dio cuenta de lo bien dotados que estaban los dos.

Se marcaron una lucha de sables en el salón frente al sofá. Qué vicio eso de rozar tu polla dura contra la del otro tio. Ese rocecito caliente y suave, rabo contra rabo. John volvió a chupársela casi con veneración, haciendo que la pirula le creciera aún más. Sin pensárselo dos veces, David le devolvió la mamada. John la tenía más gruesa que la suya, pero eso no le impidió tragársela hasta las bolas.

Tumbó a John bocarriba en el sofá, con las rodillas flexionadas hacia el pecho. Le hizo la triple comida dando buena cuenta de su nabo, sus pelotas y el agujero de su culo a base de deditos y trabajo de campo. Al darle la vuelta se dio cuenta del impresionante culazo que tenía John. Redondito, suave, pomposo. David se sentó, enderezó su tranca y John se sentó encima de ella.

Se notó que entraba apretadísima. Una vez dentro el cipote, John se dejó caer y el rabo fue penetrando el orificio de su ano pausadamente y sin condón. Tímidamente empezó a culear, a contonear su culazo tragándose esa pedazo de polla. David le ayudó cogiéndole de las nalgas con las dos manos, impulsándolo hacia arriba y dejándolo caer.

Intercambiando el apoyo de las rodillas por el de los pies, John se marcó unas sentadillas pajeando esa polla con su culazo. Lo que David tenía delante de los ojos impresionaba y se la mantenía durísima. El pollón de John y sus pelotas regodeándose por encima de su torso, granjeándose una paja por contacto a su costa. Cuando John se dio la vuelta y le cabalgó del revés, se dio cuenta de lo tragón que era ese culo.

El tipo de posturas que un hombre era capaz de hacer cuando la estaba metiendo era algo increíble, sin límites, como si el objetivo fuera meterla por el agujero y todo lo demás no importara. John tumbado sobre la alfombra en el suelo y David apenas apoyado en los dedos de sus pies, de cuclillas, perforando ese ojete delicioso. Con la parte inferior de las piernas apoyadas contra los muslos de John, David le abrió un poco más de piernas y le reventó el culo a pollazos dirigiendo su gran misil dentro del hueco hecho a medida para él.

Menuda pollada le metió, con toda la figa gigantesca y dura colándose por su orificio, las pelotas bien cargadas, protegiéndolo, inclinándose y comiéndoselo a besos. Esta vez fue John el primero en correrse de gusto, con la polla dentro del culo. A David no le dio tiempo a llegar a su carita. Fue sacar la polla y correrse. Se la ordeñó decorándole el agujerito con su lefa. Todavía se estaba corriendo cuando se la metió por el culo, dejándole dentro parte de la preñada. Se levantó, con los pies a cada lado del torso de John. John estiró los brazos y le cogió la tranca a dos manos, paseó la yema del índice por su cipote atrapando una gota de esperma y se la llevó a la boca degustándola.

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@ fotos por Oscar Mishima

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