Antes de pasar siquiera por la despensa, Ricky Hard tenía muy claro lo que quería comer, lo que quería llevarse a la boca. Supuso que, como todoas las mañanas, Hot Bllack estaría haciéndose una paja nada más levantarse, la indispensable cuando te levantas empalmado y necesitas rebajarla sin esperar a hacerlo con agua fría en la ducha. Para qué le iba a hacer que se cansara la mano si ya tenía el boca para decir esta polla es mía.
La mano dejó lugar a esa boquita hambrienta que empezó a degustar su rabo morenote con ansias, chupándoselo como si le fuera a sacar todo el jugo. Lo que más le gustaba de chupar una buena polla negra es que podía ver la marca donde había dejado la saliva y retarse a sí mismo para llegar cada vez más lejos tragando rabo.
Miró a Hot, este le respondió asintiendo con la cabeza y Ricky regresó a la tarea de decorarle la minga con sus babas. Igual de ricos le supieron sus besos, con esa lengua experta y esos labios grandes y carnosos que le hacían volverse loquito, mientras por ahí abajo entre los dos el pollón de Hot reposaba largo y durísimo formando una línea paralela con su torso.
La tranca estaba tan firme que le costaba enderezarla para ponerla en vertical. Ricky tuvo que posar los dedos de las manos en la base para klograrlo y una vez conseguido, le rezó a esa polla metiéndose entre sus piernas y dando buenos cabezazos en señal de su no arrepentimiento, porque pensaba seguir chupándosela hasta saciarse.
Tenía buena boca y buena mano para ello. Le parecía que la pija de Hot era cada vez más larga y más grande, si es que eso era posible. Veinte centímetros de tranca descansaban sobre el vientre de Hot cuando no se la estaba comiendo. Al verla así, tan poderosa, no le quedó otra que lamerla desde las pelotas hasta la punta en un camino que le pareció interminable de lo largo que era.
Cuando más se la chupaba, más cachondo se ponía, haciendo que sus comportamientos fueran los propios de un buen cerdaco. Dejó el pollón sobre su cara, miró a Hot y este no tardó en coger su nabo para rebozarlo por encima de su carita, por su nariz, su frente, sus ojos, sus labios, raspándosela con su bigote y su barba. Ricky sintió que ya estaba preparadísimo para dejarle entrar dentro de él. Con todo.
Se abrió de piernas. Hot le abrió el culo todavía más expandiendo sus nalgas, descubriendo un hermoso agujero del culo rosáceo y dilatado. Sacó la lengua y le dio un buen repaso tal en el ojete, que le dejó tan satisfecho como si le acabaran de meter una polla enorme. Hot no sólo le comió el culito, sino también los huevos y la polla, una casi tan grande como la suya.
Empalmado, Ricky se puso a cuatro patas y dejó su culete blanco y redondito a prueba de bombas a merced de ese machote. Hot fue rindiendo poco a poco cuentas, sumergiéndola sin condón en ese culazo blanco. Al notar toda esa figa dentro de su ano, Ricky gimió de gusto y le flaquearon las piernas, que empezaron a temblarle. La tenía durísima y él también. Con el movimiento de la follada, las pelotas de Ricky y su rabo no paraban de rebotar arriba y abajo entre sus piernas.
Se acostumbró enseguida a las bondades de ese pollón, a su grosor, a la suavidad con la que le entraba por el culo limpiamente, a los toquecitos que le propinaba en la nalga con el cojón izquierdo, que lo tenía bien grande y colgante. Una marca sonrojada en sus mejillas, justo debajo de sus ojos, dejaba claro que Ricky estaba borracho de placer.
Ese cabroncete no paraba de metérsela, cada vez más rápido y más duro, cogiéndole los muslos con las manos para abrirle un poquito más. Ricky se enamoró de la silueta de su cuerpo contra la ventana, un cuerpazo moreno, atlético, con cada músculo bien remarcado. Se puso de rodillas en el reposabrazos del sofá e inclinó hacia atrás el trasero, dejándoselo más abierto que nunca.
Antes de que todo acabara, Ricky no podía dejar escapar la oportunidad de pajearle la polla con el culo y menudo pajotazo le metió, saltando encima de ella con todo, aporreádole la fusta con su culazo blanco, brincando con fuerzas gracias a sus poderosas piernazas varoniles y peludas, metiéndose y sacando de su culo toda esa polla larga, grande, dura y brillante.
Hecho esto, se puso bocarriba para correrse mirando a ese chulo cara a cara. Necesitaba empaparse de la visión de su carita, de sus morros. Algo hizo click en su cabeza que le hizo soltar un chorrazo mojándose los pelos de la base de la polla. Hot siguió follándoselo mientras él se sacaba toda la leche, hasta que la sacó y la dejó justo encima de sus huevos, toda erecta, quizá pensando dónde quería correrse.
Ricky le llevó al sofá. Quería saber qué hubiera ocurrido de no haber estado él esa mañana para intercambiar la mano por su boca y su culo. Quería que se la pajeara como si no estuviera. Pero no pudo resisitrse a la tentación de poner la boca y la cara justo cuando él iba a correrse encima y acabó con los chorrazos de lefa entrándole por la boca, esparciéndose sobre los pelos de su barba. Excitado y con toda esa pasta de macho sobre la lengua, Ricky la degustó e hizo pucheros con ella, empujádola hacia afuera con los labios, decorando la polla corrida para volver a lamer su semen. Cada vez que abría la boca, una hilera de lefa se resistía a desolgarse entre sus dientes y su lengua. Lefa espesita y bien rica que le sirvió de desayuno.