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El poli Papi Kocic se folla a pelo el precioso culito del granuja Dmitry Osten en el almacén con su enorme polla | MEN

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Las horas pasaban lentamente, con las agujas arrastrándose por las esferas del reloj a paso de tortuga, haciendo patrulla en una ciudad en la que no pasaba nada. Papi Kocic ya estaba con ese nervio dentro que tan bien conocía, el que le provocaba las ganas de llegar a casa y follarse a su chica. Sólo deseaba que sucediera algo que le ayudara a retirar esos pensamientos de su cabeza e hiciera que el tiempo corriera más deprisa.

Y ocurrió. Dmitry Osten pasó por delante del coche de policía con su furgoneta, conduciendo por la vía pública con el torso desnudo, algo que se consideraba una sanción leve pero que no se podía permitir. Entonces todo se juntó de repente. Era de noche, estaba cachondo, el chaval era muy guapo y al pedirle los papeles, se inclinó hacia el otro asiento y se le bajaron un poquito los pantalones por detrás, lo suficiente para poder verle la hucha y apreciar su precioso culito.

Le notó nervioso ante la inminente multa y empezó a implorarle si podían solucionar eso de alguna otra forma. No tenía dinero para pagar esa multa y tampoco podía permitirse pasar una noche en el calabozo. Papi se apiadó de él, pero antes se iba a aprovechar de su situación. Le hizo salir de la furgo y se lo llevó a la nave que había cerca. Allí se lo empezó a comer a besos y el chaval le correspondió de manera positiva, no porque con eso se solventara el pago, sino porque también le molaba el poli buenorro.

Dmitry sabía que se había portado mal y cumplió su condena como mejor supo, llevándose él mismo las manos a la espalda como si le hubieran puesto las esposas, arrodillándose frente a Papi, relamiéndole las costuras de la bragueta como un cerdo. Esperó impaciente hasta que al poli le dio por sacarse la porra. Y menuda porra. Larga, grande, dura, venosa, con el capullo rojizo a punto de reventar, que se notaba que la había tenido así de dura un buen rato antes de estar con él.

Se rellenó la boca con ese cipote gigante y disfrutó con toda esa verga dentro, mirando hacia arriba, a un poli que lo estaba gozando, que no paraba de azotarle los morros con el rabo, que le agarraba la cabeza por detrás para que se la chupara a fondo. Papi alargó la porra, la de goma, hacia la parte posterior de sus bermuditas. Dmitry entendió el mensaje y se los bajó por detrás mostrándole su culito turgente. Lo siguiente que sintió fue el frío de la porra recorriendo la calentura de la raja de su pandero.

Qué buen mamador era ese cabroncete. Le agarró de nuevo la cabeza a dos manos y le empaló la garganta con la polla, atragantándole. Por un momento sintió que podía hacer lo que quisiera con él aprovechándose de que estaba dispuesto a asegurarse que no le ponía la multa. Le puso a cuatro patas sobre una montaña de sacos y se cenó su culito.

Joder, qué preciosidad. Blanco, suave, redondito, super apretado. Precisamente lo que necesitaba esa noche de perros. Le cacheó las nalgas con la polla, se bajó los pantalones para tener mayor libertad de movimiento, colocándose detrás del chaval, con sus piernas peludas y fuertes y su culazo de macho dispuesto a darlo todo. Se la metió lentamente por el agujero del culo sin condón, toda entera, hasta tener los muslos pegados a los suyos y empezó a empotrarlo.

Todas esas fantasías perversas que habían pasado por su mente calenturienta mientras estaba viendo pasar las horas en el coche patrulla, se difuminaron una vez la hubo metido en el agujero. Una especie de calma profunda se instauró en su cuerpo y encauzó la follada haciendo el amor a ese desconocido que se había cruzado en su camino en el momento más oportuno.

El chico estaba entregadísimo, por lo que le convenía. Mientras recibía polla, no paraba de dar las gracias. Además era un granuja de mucho cuidado. Papi se empezó a quitar la ropa y cuando se quitó la camisa y mostró al chaval su torso alucinante, cayó en sus brazos de forma irremediable. Dmitry se puso tan cachondo que hasta esnifó y relamió los sobacos al poli.

La fuerza de la ley desnuda ante sus ojos y no podía ser más maravillosa. Alto, fuerte, atractivo, con la verga en alto. Le chupó todo el torso a la vez que pajeaba su durísima polla. Volvió a la pila de sacos, se abrió de piernas y dejó que Papi le follara el culo de nuevo. Su agujero todavía no se había acostumbrado al diámetro de esa espectacular pollaza. Era enorme.

La recibió bien adentro. Los pelos de la base de la polla, sus cojones calientes, todo rebozándose por encima de sus nalgas. Dmitry tumbó a Papi en los sacos y se cabalgó su rabo. Se hizo una paja montado sobre él hasta que se sacó toda la leche. Papi le quiso otra vez de rodillas para darle su merecido castigo, uno que encima le iba a molar.

Se agarró la enorme polla, se colocó a tiro, a una distancia prudente de la cabeza del chaval y le dibujó la carita con dos largos chorrazos potentes y jugosos de pura lefa. Acercó la polla para que las sobras cayeras dentro de su boca. El cerdaco se lo comía todo. Miró su carita guapa, con todo su esperma encima alrededor de la nariz, la frente, impidiéndole abrir los ojos. Su cuerpo todavía temblaba de gusto, soltando leche, triunfante y orgulloso por haber cumplido con su trabajo.

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