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ViciousMen le come todo el pollón a Fabian Rickardo y le pone el culo para que se lo folle y lo lechee

Una noche sin paz

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Y lo que jode esperar con ilusión el día más esperado del año para terminar echándose una siesta y que al despertar veas que han pasado varias horas, como si hubieras perdido el tiempo. Eso es lo que le pasó a ViciousMen el día de la noche de reyes, pero por suerte tenía a Fabian Rickardo para recuperar el tiempo perdido, para abrir, tocar, palpar y mamar con avidez su pedazo de polla morenota que tanto le gustaba.

Una vez conseguía ponérsela durita, nada le gustaba más que calzársela hasta el mismísimo fondo de la garganta y plantar los morros en sus huevos. Adoraba cuando Fabian se descomponía, gimiendo, agarrando su cabeza, sin saber si quería meterla más a fondo o sacarla, sus gemidos de gusto al sentir la polla en un lugar tan apretado, entre la espada y la pared.

Cada vez más dura, más larga, más venosa, la tacto estaba tremenda y ViciousMen no paraba de agarrarla, de pajearla, de sobarla entre sus manos, de chuparle el cipote como si fuera un calipo y escupirle encima. Le chiflaban los rabos así de grandes y gruesos, con todas sus venas marcadas y el cipote recubierto con un poco de pellejo, perfecto para meter la lengua y juguetear con el requesón.

También por suerte para Fabian, esa noche sería una noche sin paz, porque ViciousMen tenía algo que complementaría a la perfección a esa pollaza, nada menos que su precioso culazo de macho. Fabian le hizo unos dedetes comprobando lo apretado que lo tenía y cuando ViciuosMen giró la cabeza para decirle que se la metiera, se fijó en la polla colgando entre sus piernas, morcillona, como una banana, así que volvió a chupársela con mucho vicio hasta que se la volvió a dejar dura, larga y enorme, preparada para la acción.

Se la metió de a una con su condón puesto, extralargo pero que apenas podía abarcar la mitad de su miembro, toda entera, empujando fuerte con las caderas, abalanzándose encima de él e insertándole la verga hasta los huevos. El gemido de placer no tardó en llegar, fue inmediato y el agujero de su culito fue abriéndose más a medida que Fabian le cacheaba la entrepierna con sus poderosos y colgantes cojonazos.

Qué gustito daba sentir el golpeteo de las pelotas calientes de un hombre mientras te folla. Le metió unas clavadas monumentales, buscando los gritos de ViciousMen, alardeando de lo larga que la tenía cada vez que se la sacaba del culo y la dejaba toda dura y meneándose, con el chubasquero puesto. De nuevo al ataque, se la volvió a meter. Tenía le culo de ViciousMen en pompa y se la encajó a fondo, taponando el orificio de su ano con el tampón de su enorme rabo y la rosca de las pelotas.

ViciousMen no había experimentado nunca tan de cerca el milagro de la Navidad como aquella vez. Todavía quedaban unas horas para la llegada de los reyes magos, pero él, como había venido haciendo desde que era pequeño, una vez más prefirió las piernas de Baltasar para sentarse encima y pedirle todos los regalos que quería. Ahora que ya era mayorcito, lo tenía claro, quería toda su pirula dentro, dándole un placer inmenso, impagable.

Cabalgó sobre él, le pajeó a conciencia la polla con el culo, obligado a saltar más de la cuenta debido a lo larga que la tenía el muy cabrón. Pero cómo se la estaba gozando. Se agarró a sus muslos y siguió saltando. Se la sacó y le recolocó el condón para ponerse de lado y dejar que le hiciera la cucharita como un buen amante, por detrás, empujando bien con el culo y metiéndosela sin descanso.

Fabian le abrazó y le puso en volandas sobre su cuerpo, luego le dio la vuelta bocabajo sobre la cama y, en posición de flexiones sobre él, le folló ese bonito culazo blanco. No se aguantó más las ganas. Se suponía que era ViciousMen quien debía poner la leche para su rey mago preferido, pero fue Fabian el que se adelantó y se la sacó primero. Se la peló encima de su trasero y le soltó unos buenos chorrazos de tinta blanca en todo el pandero y sobre la espalda. ViciousMen no pudo controlar su instinto hambriento. Se echó mano a la raja del culo recogiendo todo el caldero que le había dejado encima ese machote, se lo rebañó bien y se llevó la manita  ala boca saboreando ese dulce tan apetitoso. Por lo menos este año no le iban a traer carbón.

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