Pablo Bravo se folla sin condón al chulazo ViciousMen en mitad del Jardín de las Tullerías y le mete una buena preñada
Sex in it: Louvre
Sintió un gustazo tremendo cuando ViciousMen le agarró del paquete por encima de los pantalones vaqueros. Pablo Bravo aprovechó para cogerse la gorrita y echarse la visera hacia atrás. No quería perderse nada cuando ese pedazo de macho tan varonil y atractivo se pusiera de rodillas y empezara a merendarse su bocata de rabo en medio del Jardín de las Tullerías cercano al museo del Louvre. Verle comer polla, eso sí que iba a ser arte.
Le había salido enamoradizo el cabroncete y la verdad es que besaba como el mejor amante. Los dos estaban ya empalmadísimos, incapaces de contener las pedazo erecciones que se les habían montado ahí abajo, haciendo que se les formaran unos buenos bultos en el frontal de los pantalones. Pablo llevaba unos calzones blancos tipo slip y la pirula al crecer se había amoldado como podía hacia un lado a punto de salírsele por uno de los laterales.
ViciousMen llevaba gayumbos rojos abiertos por detrás. Pablo fue a sobarle el paquetón pero ViciousMen fue más rápido y, después de mirar hacia un lado y hacia otro para asegurarse de que no había público, se agachó, se sacó la polla y se metió esa pedazo de pirula larga, gorda y morenota en la boca con un gusto exquisito. Un chaval apareció de entre los arbustos y se les quedó mirando mientras paseaba. Pablo no iba a parar por él ni por nadie. Agarró la cabeza de ViciousMen con mucho amor y le dio de comer rabo follándole la boquita.
Qué buenos labios y qué bien se la zampaba. Le cogió de los pelos y le obligó a levantar la mirada, se agachó y le relamió los labios que ya de por sí estaban húmedos y llenos de babas con sabor a su propia polla. Delicioso. Para cuando ViciousMen retomó la mamada, Pablo tenía la polla más dura y tiesa que una estaca. Recogió el abrigo que ViciousMen se había dejado en el suelo, lo empotró entre los arbustos, le dio la vuelta y reclamó su culazo de macho.
Era tan redondo, tan grandote y bonito que no pudo resistirse, se agachó y zambulló la cara entre esas dos apetitosas nalgas, metiendo los hocicos cada vez más a fondo, sacando la lengua, buscando con ella el caliente orificio por donde estaba a punto de meterle toda la tranca. Se levantó, apuntó con la polla hacia su agujero, después de pasearla por toda su raja y se la calzó sin condón.
Aunque sabía que si aparecía alguien no pararía, no dejaba de mirar a un lado y otro excitado con esa posibilidad. Tener espectadores le molaba. La polla entraba muy justa en ese culazo tan apretado. Se lo llevó a una intersección del laberintos de los jardines, Pablo se escupió encima de la polla a falta de otro tipo de lubricante y se la volvió a meter.
En un aquí te pillo, aquí te cepillo, no se lo pensó dos veces. Estaba tan calentito y a gusto dentro de su ano, el tiarrón era tan guapo, que necesitaba hacerlo. Siguió metiendo rabo, le abrazó por detrás, le metió un buen par de caderazos haciendo que su polla se deslizara a fondo por las paredes de su ano y le dejó una preñada bien profunda como regalo de amistad.
Se quedaron así un ratito, unidos, ViciousMen sorprendido y a la vez halagado, Pablo todavía abrazado a él por detrás y temblando, eléctrico, soltando las últimas descargas. Al sacar la polla del culo, un manantial de leche salió con ella mojando los calzones y cayendo al suelo. ViciousMen, todavía sin poder creerlo, se llevó una mano a la raja y se relamió los dedos llenos de semen. Pablo se la estrujó sacándose las últimas gotas para que al enfundársela de nuevo en los calzones no dejara rastro. Se subieron los pantalones, se dieron los buenos días con una sonrisa y si te he visto no me acuerdo.
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