Después de echar la primera meada del día, Freddy Salvador gustaba de hacer una putivuelta recorriendo habitaciones donde el resto de chicos se habían dejado la puerta abierta. Adoraba verles de buena mañana, con las pollas bien empalmadas y siempre terminaba en la de Igor Lucios, uno de los pocos que se atrevían a dormir no sólo con la puerta abierta, sino completamente en bolas.
Estaba cañón el brasileño, con esa carita guapa, esos morritos, su cuerpazo musculadito marcando abdominales y un super pollón alucinante de veintiún centímetros con un grosor que invitaba a abrir la boca a tope y a cogerlo con la mano para echarse unas partidas. Igor no lo sabía, aunque podía imaginarlo, pero más de una vez Freddy y otros se habían colado para mamársela mientras dormía. Si alguna vez Igor creía que había tenido un sueño húmedo cuando se había despertado con el torso lleno de semen o los pelos de la base de la polla pegajosos, estaba muy confundido.
Qué rica tenía la polla, bien gorda y grande, formando un arco hacia arriba. Freddy se inclinó para metérsela en la boca y se inundó con ella todo lo que pudo hasta quedarse sin respiración. Sacarla llena de saliva y rebozarla por encima de su cara suavecita y caliente, comerle los huevos mientras el pollón se deslizaba por su frente y sus narices era puro amor.
Chupa que te chupa, el rabo pasó de tener el pellejo recubriendo el glande a retrotraerse hacia atrás, dejando a la vista un impresionante cipotón. Igor no se estaba quieto, le encantaba que un tio hábil le comiera la polla. Cuando no le estaba agarrando la cabeza por detrás del cogote atrayéndolo hacia su entrepierna para que se la tragara entera hasta besarle los huevos, se escupía en la palma de la mano y se encorvaba para dar un repasito a la raja del culo que se iba a follar esa mañana.
Si le gustaban los traseros grandotes donde perder la cabeza, Freddy tenía de eso y más de lo que imaginaba. A Igor le inundó una oleada de placer al tener ese culazo enfrente de la cara, metió los morros y allí disfrutó más que un hetero entre dos buenas pechugas. Si los pompis del resto de tios eran como los días de la semana, el de Freddy era como vivir un día de fiesta.
Le abrió las nalgas con las manos y descubrió su ojete, perfecto para el tamaño de su polla, con una forma oval, como el ojo de Sauron, un agujero para dominar a todas las pollas. Le dio un par de cachetes, se levantó, se pajeó unas cuantas veces preparado para penetrarle y le metió el rabo por el agujero del culo sin condón, apretadito pero con una facilidad pasmosa.
Le quedaba como un guante ahí dentro y le gustaba tanto el tacto de su ano sobre su trabuco que la cara de Igor reflejaba todo, arrugando el entrecejo y relajando sus facciones como si realmente fuera a correrse en ese mismo instante. La preñada hubiera sido un buen desayuno para Freddy, pero prefería que ese machote le durara más rato. Igor dio la talla y, después de sortear ese primer escollo, se lo siguió follando.
En cuanto a complexión ese tio le sacaba el doble de musculatura, pero Igor tenía un rabo que le ayudaba a superar con creces el hecho de follarse culazos que en volúmen eran dos veces el suyo. La naturaleza era sabia y a él le había dado el don de ser un follarín incansable capaz de camelarse a cualquiera. En cuanto domó ese culo, se subió encima de la cama, lo protegió entre sus muslos colocando cada pierna al lado del cuerpo de Freddy y le propinó una buena mansalva de pollazos cascándole los huevos en toda la raja.
Entre la superficie de las nalgas de Freddy y su ojete habría como unos cinco o siete centímetros de profundidad. Otro chaval con la minga más corta habría tenido dificultades para follárselo, con el rabo saliéndose continuamente, pero la de Igor era tan larga y grande que no se salía ni una vez, permanecía bien atrapada en su agujero del amor.
Cuando quiso darse cuenta, Freddy estaba de bruces bocabajo sobre la cama, con ese cabrón encima de él empujando y dándole cera. Se dio la vuelta y se abrió de piernas para disfrutar de ese guaperas. Su torso musculadito y de pelo en pecho, su cara guapísima recorrida por el sudor de la follada, esos gestos, esas muecas que hacía con la boca, con su media sonrisa embriagadora y que tanto le enamoraban.
Qué fuerza tenía en la polla. El momento en el que Igor se inclinó hacia él y le besó, Freddy sintió que le abandonaban las fuerzas. Le agarró la cabeza para que no se alejara de él, para que alimentara su lujuria con su aliento. Adoraba ese culito respingón, blanquito y redondo culeándole, bombeándole entero, toda esa gigantesca barra de carne penetrándole el agujero del culo.
Parecía que ese iba a ser el final de la agradable mañana para los dos, pero a Igor todavía le quedaba una bala en la recámara. Se tumbó en la cama y dejó que Freddy cabalgara sobre su polla. Freddy hizo una sentadilla sobre sus piernas, le enderezó el rabo cogiéndolo entre el índice y el pulgar y se inundó el ojete con él. Se lo pajeó con unas buenas sentadas mientras Igor también ayudaba a culear desde abajo y se ponía los brazos por detrás de la cabeza, disfrutando a cuerpo de rey.
Regresaron al misionero, lo que permitió a Freddy correrse mientras miraba a ese chulo a la cara. La leche mojó su puño, pero no por mucho tiempo, porque Igor le retiró la mano y se la estrujó, aprovechando la lefa que le había quedado entre los dedos para sacudir la mano y echársela a Freddy encima. Igor se estuvo debatiendo un momento entre si culo o carita.
Al sentir la mano de Freddy sobre su cuello, lo tuvo claro. A Freddy tampoco le importaba que ese tio buenorro no saliera de su interior, así que Igor no salió. Mientras la leche abandonaba sus cojones por el conducto de su enorme polla, el pene permanecía bien dentro de ese culo, preñándolo con todo su semen. Se besaron disfrutando del momento. Igor se retiró para admirar el poso de leche que le había dejado en el ojete.