Santa Viktor Rom y los elfos Xisco, Nando Rey, Leo Bulgari, Angel Privvt, Willkox, Aiden Tyler, Tobias Portela y Victor Deex montan una orgía de nochebuena follando a pelo en la cama junto a Roxas
Santa Claus y los elfos calientes
Un vaso de leche y unas galletas, eso era lo que Roxas venía dejando a Santa Claus la noche de nochebuena para que hiciera una paradita por su casa y le dejara estupendos regalos. Así fue hasta que cumplió la mayoría de edad, cuando en la noche de Navidad, un Santa Viktor Rom fornido, que en lugar de barba blanca la tenía negra, irrumpió en su alcoba dejándole regalitos que le gustaron mucho más que los que venía recibiendo antaño, pues Roxas había crecido y ya era todo un hombrecito hecho y derecho con otro tipo de necesidades.
Fue en una noche de nochebuena cuando empezaron a molarle las pollas, cuando ese tiarrón que desconocía de dónde venía ni cómo se había colado en su habitación, empezó a bajarse los pantalones rojos de algodón y le descubrió todo un nuevo mundo de emociones al enseñarle su gorda e inmensa tranca gorda y sudada que a Roxas le llamaba como la luz a los mosquitos en pleno verano.
Le encantaba rebozar la cara por encima, sentirla todavía blandita, colar las napias por debajo esnifándole la huevera, metérsela por la boca y descubrir cómo se hacía grande dentro de ella, llena de energía y vigor, cada vez más voluminosa, atragantándose con ella mientras aún pudiera hacerlo, pues cuando ya hubiera crecido del todo, le parecería harto imposible tragarla a fondo.
Y aun así lo intentaba, cuando estaba del todo rígida y tiesa, Santa le cogía del cogote y le follaba la boca atravesándole el gaznate, dejándole unos segundos sin respiración que parecían hacerse eternos. Roxas descubrió que el nuevo Papá Noel traía mejores regalitos y que ya no andaba buscando leche con galletas, sino un culito apretado y rico como el suyo para devorárselo a bocados, para acicalárselo con la lengua, para joderlo sin condón con su gigantesca y dura verga.
No todos los chicos podían decir que habían perdido la virginidad a manos de Santa. Roxas sí. Y desde entonces esperaba impaciente en la cama desnudito, con sus calzones abiertos por detrás, cada noche del veinticuatro de diciembre, a que ese hombre viniera a buscar lo que era suyo por derecho. Le encantaba la forma en la que había aprendido a joderle por detrás, a darle por culo, a rellenarle el ojete de polla bien dura, a fustigarle el pandero estampándole la huevera entre las piernas con cada embestida.
Ese cabrón terminaba siempre encima de él, soltando toda su furia dentro de su culo, empalándole con su enorme herramienta, haciendo el avioncito sobre su espalda sin sacarle la polla del agujero, creándole un hueco bien grande en el ano.
Pero este año fue distinto. Los elfos que le ayudaban, cansados de esperar tanto tiempo fuera, a la interperie del frío invierno, buscaron el calor de la casa de los humanos, muertos de envidia y decidieron que era la hora de rebelarse contra Santa Viktor. Xisco, Nando Rey, Leo Bulgari, Angel Privvt, Willkox, Aiden Tyler, Tobias Portela, Victor Deex. Elfos guapos, dotados y cachondos, dispuestos a seguir el ejemplo de su jefe, demostrando que ellos sabían comer rabos y follar como nadie.
Santa Viktor les dio de cenar de su gordísimo rabo y también entre ellos se encargaron de comerse las pirulas. Ya lo sintió Santa por aquellos chavales que se quedarían sin su regalo de Navidad, pero el poder de la naturaleza les llamaba y contra eso nadie podía luchar. Hacía apenas unos minutos, Roxas estaba durmiendo a solas y ahora, sobre su cama, siete elfos de los más cerdetes y Santa Viktor estaban encima de su cama montando una jodida orgía, mamando rabos, haciendo trenecitos a pelo, trajinándose uno a uno su tierno culito.
Si una cosa conocían bien los elfos, era lo mucho que a Santa Viktor le gustaban los panderos. Se lo hicieron saber a Roxas y todos juntitos y apretados se pusieron a cuatro patas sobre el colchón meneando sus colitas, despertando el animal que sabían que Santa llevaba dentro. Ochor sabrosos culitos meneándose delante de él. Empezó a follárselos todos uno a uno, metiendo su gorda y dura tranca en cada agujero. Culazos grandes, redonditos, peludetes, suavecitos, de todos los tamaños y colores.
No fue hasta pasado un rato que Santa Viktor descubrió que uno de sus elfos tenía un rico coñito entre las piernas. Se lo dedeó y le hizo una dedicatoria especial antes de llamar al más vergón de sus esbirros para tumbarse ambos encima de la cama, con los rabos en alto y dejar que Roxas y el resto de elfos cabalgaran sobre sus poderosos miembros. Alguno hasta se llevó doble rabo a la vez, de algún elfo amigo que no pudo contenerse por más tiempo.
Y ¿queréis saber cómo acababa Roxas cada noche de nochebuena? Pues os lo contaré. Roxas terminaba cabalgando libre como el viento, pajeando con su culo la polla de Santa Viktor, exprimiéndola hasta sus límites hasta que su esfínter quedaba relleno de leche, la sacaba del interior de su culo y por su ojete manaba toda la lefa que caía encima del rabo morcillón dejándolo bien mojado. Bine feliz que volvía a dormir a su camita, como si todo hubiera sido un húmedo sueño. Cerraba los ojos y escuchaba el «Ho ho ho!» que se perdía en la lejanía, deseando que pasara todo un año para que ese hombretón se colara de nuevo, ya fuera a solas o con cuantos elfos quisiera.









