Jack Bailey cabalga sobre la pollaza de Andre Donovan en el asiento del conductor de la camioneta | Himeros TV
Good Game, Bro
Hacía ya varias horas desde que el equipo ganó el partido de la final. El entrenador Andre Donovan dejó que los chicos se desmadrasen como se merecían como recompensa a su esfuerzo y mientras los más veteranos se ponían ciegos de alcohol, se ofreció para llevar a Jack Bailey a casa, dado que ya se iba haciendo tarde y todavía le quedaba un largo trecho de camoino a casa.
Los últimos rayos de sol del día, un camino de tierra polvoriento sin un alma a la vista, dos hombres en una camioneta escuchando música country recordando cada jugada del partido. Acabaron hablando de chicas e hicieron una parada en el camino para desalojar las vejigas. Andre le preguntó a Jack si le había echado el ojo a alguna ahora que iba aser un jugador famoso. Decidió no responder. Jack le devolvió la pregunta. Desviaron las miradas unos segundos.
Apartados de la vista de los demás chicos, ese lugar no era uno de los vestuarios donde tuvieran que esconder sus verdaderos apetitos sexuales. Andre miró a Jack a los ojos, Jack hizo lo mismo fijándose en la boca de Andre. Como si ambos fueran imanes atrayéndose, acabaron fundiéndose en un beso del que casi se arrepienten, pero que disfrutaron cada segundo que duró.
Ese encuentro no tenía por qué ser tan romántico si no querían, de hecho no tenía por qué significar nada. Podían fingir que eran dos tios que necesitaban sexo y como buenos compañeros de equipo ayudarse mutuamente. Y Andre tenía una necesidad urgente entre las piernas. Sentado como estaba, tiró de la goma del pantalón de pitcher hacia abajo con el pulgar y se sacó el rabo negro, gordo y largo.
Jack se la había visto muchas veces en las duchas, pero nunca tan cerca y mucho menos había detenido la mirada tanto tiempo en su polla por miedo a que el resto de chicos descubriera sus inclinaciones sexuales demasiado pronto. Más bonito que mirarla fue tocársela, sentir la dureza y el calor de otra polla que no fuera la suya en su mano.
Empezó haciéndole una paja. Poco a poco fue inclinándose en el asiento. Andre le pasó una mano por la espalda, Jack se humedeció los labios y comenzó a jalar esa pollaza que sabía y olía a meo reciente y a sudor. Un olor fuerte que le ponía cachondo y que le llevaba de nuevo a los vestuarios llenos de tios sudados. Andre le cogió por los pelos elevando y bajando su cabeza para que se la tragara hasta los huevos. Se habían prometido que aquello no iba a ser algo romántico y tenían que cumplirlo.
Al rato el tronco duro y negro de Andre estaba brillando con sus babas encima. Jack se cambió de asiento y se puso sobre las piernas de Andre, pasó una mano por detrás conduciendo el rabo sin condón hacia el agujero de su culo y sintió un gustazo tremendo al notar cómo se hundía en el interior de su trasero. Le hubiera encantado saltar más rápido, pero la tenía tan gorda que hacerlo no era nada fácil.
Empezó a hacer mucho calor dentro de la camioneta. Salieron por la puerta que daba al arcén, dejando abierta la puerta del coche por si pasaba alguien, a modo de parapeto. Jack se puso de rodillas y volvió a degustar esa exquisita polla gorda y larga. Andre le dio la vuelta, lo tiró bocabajo sobre su asiento que estaba calentito gracias al calor de su culo durante todo el trayecto, dejando las nalgas de Jack y sus piernas fuera del coche. Andre se escupió encima de la polla, con la mano se restregó la saliva por el miembro y se la clavó a pelo por detrás a su jugador metiéndole una buena follada.
Menudo culito de melocotón, con pelitos rubios como pelusa, suavecito. Andre se puso demasiado contento. Sacó la verga y se corrió encima de las nalgas. Jack sintió cómo la lefa resbalaba por la raja de su culo, por el interior de sus muslos. Andre condujo su rabo de nuevo hacia el agujero y se la metió en ese trasero cubierto de leche. Jack cayó de brucen en los asientos y Andre se tumbó sobre su espalda. Parce que iban a llegar un poquito más tarde a casa de lo previsto.