Alberto Blanco preña el suave coñito de Rae Lil Black y deja que le coma la gigantesca tranca delante de otras chicas debajo de la mesa en la biblioteca | Reality Kings
This Class Sucks As Hard As She Does
Después dirían de él que era mal estudiante, pero cómo coño iba a concentrarse Alberto Blanco siendo el chico más popular del insti, que allá donde iba le perseguían montones de chicas insinuándose, enseñándole las tetitas, con esos pezoncitos que a él se le derretían en los labios. No había pasado de la primera página del libro que el profe de literatura les había encomendado cuando Rae Lil Black se quitó un tirante del vestido, le enseñó una teta y le animó a tocársela y chupársela.
Había otras dos chicas en la biblioteca, pero Alberto no podía renunciar a la llamada de la naturaleza. Le sacó la otra teta y se las pesó con las manos, intentando decidirse por una y otra, las dos tan bonitas. A medida que se las lamía, la polla le iba creciendo desmesuradamente y estaba a punto de reventar los vaqueros. Hizo un gesto a Rae con la manita zumbando para que se la mamara y ella captó el mensaje.
Mientras Rae se arrodillaba por debajo de la mesa, Alberto se bajó los pantalones y la chica descubrió por qué era tan popular. Una polla gigantesca, como su antebrazo, cilíndrica y con un cipote descomunal, empinada y durísima, apuntaba hacia el techo. No sin miedo, pero con muchas ganas, la cabrona le agarró el trabuco por la base tirando hacia abajo, haciendo que el pene se pusiera mucho más duro y grandote, se zampó el capullo que ya de por sí le llenaba la boca entera.
La manita encima de esa barra enorme de carne y ella sólo podía amar con sus labios el cipote porque no le cabía más. Era enorme, lo más grande que había visto en su vida. Sin darse cuenta, las chavalas de al lado se habían percatado de la mamada y lo estaban grabado todo con los móviles. Con razón después no dejaban a Alberto un rato de tranquilidad. Después de ver semejante verga, todas querían probarla.
Rae se levantó, le dio la espalda y subió una piernecita a la mesa, dejando su chochito abierto. Podía sentir el calor del cipote grueso que acababa de chupar ahora en la rajita de su coño. No sabía cómo hostias iba a entrar algo tan grande, pero el cabrón se las apañó para depositar su polla en su interior y empezar a follársela a pelo. Alberto se percató de que estaba siendo grabado y le puso más ímpetu al asunto.
Se quitó la camiseta y de vez en cuando sacaba la polla, toda tiesa, enorme y dura, para que ellas grabasen lo rica y buena que estaba. Orgulloso del tamaño de su rabo, de esa cavidad central que se le dibujaba perfectamente cuando la tenía a pleno rendimiento, se sentó en una silla, cogió a Rae en volandas y la sentó sobre sus piernas clavándole toda la verga.
Cómo gemía la muy putilla. Alberto se tumbó encima de la mesa de la biblio y ella cogió carrerilla, hincándose de nuevo su porra y saltando, dejando que sus formadas tetillas botaran justo a un palmo de la jeta de Alberto y le pusieran en serias complicaciones. Alberto la dio la vuelta otrta vez y se la folló de lado, dándole antes una sonora somanta de palos en el pubis con su cacho polla.
Se puso de pie y atrajo a Rae por las caderas hacia el borde de la mesa. Mientras se la follaba, miraba su rabo enorme y duro, sentía el tacto de los labios, tan suavecitos, arropando su polla, entrando y saliendo de ella. Con su consentimiento, se corrió dentro, el cipote al límite, al borde de su jodido coño y él la tenía tan dura que salió escopetada hacia arriba, todavía soltando esperma por la punta, escupiendo brotes de lefa por la raja del capullo que se unían a los que salían del coño de Rae.